Como suele ocurrir con muchos de los clásicos, la gloria para Cumbres Borrascosas, y para su autora, Emily Brontë, llegó tarde. La que hoy se cuenta entre las más famosas novelas románticas en la historia de la literatura universal, fue recibida de forma tibia, e incluso rechazada al momento de su publicación. Las frases de Cumbres Borrascosas nos revelan una obra de personajes difíciles y situaciones en extremo complejas, en las que se ponen de manifiesto las más intensas pasiones y bajezas humanas.
El romance eterno y apasionado entre Heathcliff y Catherine Earnshaw, tuvo la suficiente potencia para hacerse un lugar entre las grandes historias de la literatura, aún cuando en 1847, año de su publicación, el mundo era muy distinto. Las hermanas Brontë afrontaron la difícil realidad de la época que les tocó vivir. Huérfanos a muy temprana edad, convivieron seis hermanos bajo el estricto cuidado de padre estricto, en los áridos páramos ingleses de Yorkshire, donde se criaron. Tres de ellas pasarían, años después, a convertirse en escritoras memorables.
Charlotte, Anne y Emily Brontë, mostraron desde muy jóvenes una auténtica pasión por la literatura. Empezaron a desarrollar un estilo propio de narrativa, que tuvo su punto cumbre en las obras de Jane Eyre, escrita por Charlotte, y La inquilina de Wildfell Hall, escrita por Anne. Cumbres Borrascosas fue la única novela de Emily, pero su estructura innovadora y polémico tratamiento del amor y las pasiones, le valieron para escribir su nombre en las páginas de la historia. Las tres hermanas sólo lograron publicar luego de firmar sus obras con seudónimos masculinos. La pasión, el amor, el egoísmo, la venganza, el odio, las rencillas familiares y la inclemencia del tiempo, se dibujan en las más llamativas frases de Cumbres Borrascosas. Acompáñanos en Frases de la Vida a descubrirlas.
10 Frases de Cumbres Borrascosas
1. «En ocasiones he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma y le han dado un color nuevo, como cuando al agua se le agrega vino». Una de las frases de Cumbres Borrascosas que nos encienden las ganas de revitalizar nuestras ilusiones y proyectos.
2. «¡Creo verla en las más vulgares facciones de cada hombre y cada mujer, y hasta en mi propio rostro! El mundo es para mi una horrenda colección de recuerdos diciéndome que ella vivió y que la he perdido». En este fragmento de la legendaria novela, se nos revelan las más profundas angustias de un amor no realizado.
3. «Ésta es de pavo -murmuraba para sí- y ésta de pato silvestre y ésta de pichón. ¡Claro: cómo voy a morirme si me ponen plumas de pichón en las almohadas! Pero cuando me acueste, las tiraré». Los personajes de Cumbres Borrascosas están llenos de partioculares expresiones como ésta, que los convierten en leyendas.
4. «El pensar en él llena toda mi vida. Si el mundo desapareciera y él se salvara, yo seguiría viviendo, pero si desapareciera él y lo demás continuara igual, yo no podría vivir.» La más pura expresión de un amor sin límites, es lo que encontramos en este fragmento, que es una de las más sentidas frases de Cumbres Borrascosas.
5. «La muestra de hoy me ha quitado las ganas de buscar amigos, ni en el campo ni en la ciudad. Un hombre sensato debe tener bastante compañía consigo mismo.» Otra de las frases que nos invitan a la introspección y a la valoración del auto conocimiento en sus dimensiones positivas, así como también la melancolía propia de la soledad.
6. «Tú no perderás tu sangre fría, porque por tus venas no corre más que agua helada, pero mi sangre está hirviendo y tu frialdad me excita hasta lo inconcebible.» Si algo caracteriza a este clásico de la literatura inglesa y universal, es el desborde de pasión que se cuela entre sus páginas. Esta es de las frases de Cumbres Borrascosas que lo expresan de una forma más extraordinaria.
7. «Era un cuadro agradable. El cabello era rubio y levemente rizado en las sienes, los ojos grandes y reflexivos, y en conjunto una figura que resultaba incluso demasiado graciosa.» Una encantadora descripción que en las páginas de esta novela, nos invitan a enamorarnos.
8. «La traición y la violencia es exponerse a emplear un arma de dos filos con la que puede herirse el mismo que las maneja.» Esta es de las mejores frases de Cumbres Borrascosas, pues plantea una profunda reflexión cuya vigencia se mantiene hasta nuestros días.
9. «Era un ángel entonces. Verdaderamente, era imposible no desear proporcionarle todas las alegrías que fuera posible.» El romanticismo y la pasión abren la puerta de un universo literario fantástico. En Cumbres Borrascosas, las más intensas pasiones se desatan, haciendo del amor una adicción que ata y atormenta.
10. «Fuera porque ella había agotado todas las lágrimas o porque su tristeza era demasiado aplastante para dejarla correr, lo cierto es que permaneció sentada con los ojos secos hasta que salió el sol.» Una sensible frase que nos devela el otro lado del amor y la pasión: la oscuridad, la tristeza y la melancolía que se hace presente cuando los corazones que se aman no pueden vivir a plenitud su sentimiento.
Las frases de Cumbres Borrascosas nos revelan una obra audaz, valiente y con una estructura narrativa que rompió todos los parámetros de su época. Los temas, profundamente humanos, son expuestos con una voz narrativa potente y atrevida, que marcó un hito en la historia de la literatura inglesa y mundial. Y es que si algo se destaca entre los grandes escritores cuyas obras cambiaron la historia, es la valentía de romper los paradigmas y la honestidad de una voz que no tiene miedo en plasmar nuevas ideas, de diferentes formas.
Más Frases de Cumbres Borrascosas
11. ¡A cada momento necesito recordarme a mí mismo que he de respirar, que ha de seguir palpitándome el corazón…!
12. ¡Levántate imbécil, malvada, antes de morir aplastada!
13. ¡Mañana me parecerá que ha sido un sueño! No me podré creer que mis ojos te han visto, que te he tocado, que he vuelto a hablar contigo.
14. Casarme con Heathcliff sería rebajarnos. Pero él nunca llegará a saber cuánto le quiere, y no porque sea guapo, sino porque hay más de mí en él que en mí misma. No sé qué composición tendrán nuestras almas, pero sea de lo que sea, la suya es igual a la mía, y en cambio la de Eduardo es tan diferente como el rayo lo es de la luz de la luna, o la nieve de la llama.
15. Vamos. Un paseíto a caballo en una mañana tan hermosa es preferible a dormir una hora más.
16. Pues en cuanto usted se case, él se quedará sin amor, sin amistad y sin todo… ¿Ha pensado en las consecuencias que tendrá para él la separación, cuando se dé cuenta de que queda enteramente solo en el mundo, Señorita Catalina?
17. —Si eres bondadoso de corazón, serás agradable de cara, muchacho, aunque fueras un negro, y un corazón perverso hace horrible a la cara más agradable.
18. — ¿Sí? ¿Qué motivos tenías para acostarte con el estómago vacío? Los soberbios no hacen más que dañarse a sí mismos.
19. Todos estaban admirados de ella. Y no es extraño, porque vale mil veces más que ellos y que cualquier otra persona. ¿No es cierto?
20. Mi existencia se resumiría en dos frases: condenación y muerte. La existencia sin ella sería un infierno.
21. Sabía que en su corazón sólo había un lugar para dos afectos: el de su mujer y el de sí mismo. A Francisca la adoraba, y me parecía imposible que pudiera soportar su muerte.
22. —Me parece un tipo bastante áspero Señora Dean. —Es áspero como el filo de una sierra, y duro como el pedernal —Debe haber tenido una vida muy accidentada para haberse vuelto de ese modo… ¿Sabe usted su historia?
23. ¡No, no me bese, me cortaría la respiración, pobre de mí!
24. — ¡Quiera el cielo que antes de que eso suceda, media docena de sobrinos lo hereden todo! No pienses en esto, y recuerda que codiciar los bienes de tu prójimo equivale, en este caso, a codiciar a los míos —No serian menos tuyos si los tuviera yo.
25. —Pues amo el suelo en que pone los pies, y el aire que le rodea, y todo lo que toca, y todas las palabras que pronuncia, y todo lo que mira y todo lo que hace… ¡Le amo enteramente!
26. Perdone que la moleste. Una mujer con una cara como la de usted tiene necesariamente que ser buena.
27. —No me vengaré de ti —dijo Heathcliff con menos violencia—. No es ese mi plan. El tirano oprime a sus esclavos, y éstos, en lugar de volverse contra él, se vengan en los que están debajo. Atorméntame cuanto quieras, si ello te divierte, pero déjame a mí divertirme del mismo modo, y guárdate muy bien de burlarte de mí. Ya que has destruido mi palacio, no te empeñes en edificar en sus ruinas y una choza y hacerme habitar en ella por caridad.
28. —Yo no tengo por qué pensar en el futuro. Ya podrías hablas con más sentido común. —Pues entonces, nada… si no piensa usted más que en el presente, cásese con el señorito Eduardo.
29. Yo creo que los muertos reposan en sus tumbas, pero, sin embargo, no se debe hablar de ellos con esa frivolidad.
30. Verdaderamente, Catalina era la niña más caprichosa y traviesa que yo había visto jamás, y nos hacía perder la paciencia mil veces al día (…) De todos modos, creo que no tenía malos sentimientos, porque cuando hacía sufrir a alguien mucho, se apresuraba a acudir a su lado para consolarle. Pero tenía hacia Heathcliff un excesivo afecto. No podía aplicársele mayor castigo que separarla de él.
31. Estás perdido -pensé-. Te precipitas tú mismo hacia tu destino…(…) Lo que pasa es que he perdido el gusto de destruirles, y me siento con muy pocas ganas de destruir.
32. Yo tenía la impresión de que Dios había abandonado allí en pleno extravió a la oveja descarriada, y que el lobo acechaba, atento, el momento oportuno para precipitarse sobre ella y destrozarla.
33. ¿Quién habla de separarnos? ¡Ay del que lo intentara! Antes que abandonar a Heathcliff prescindiría de todos los Linton del mundo.
34. No te figures que oculta tesoros de bondad y ternura bajo una apariencia tosca. No imagines que es un diamante en bruto o la ostra que contiene una perla, no. Es un hombre implacable y sanguinario como un lobo.
35. No comprendo que sea tan codicioso cuando se está tan solo en la vida.
36. —Lo único que me contraría en el mundo es la enfermedad de papá —dijo Cati—. Es lo único que me interesa. Mientras yo tenga uso de razón no haré, ni diré nunca nada que puede disgustarse. Le quiero más que a mí misma, Elena, y todas las noches rezo para no morir antes que él, por no darle ese disgusto. Ya ves que si le quiero.
37. —Hasta hoy le he soportado, señor —pronuncio mi amo sino porque creía que no toda la culpa de tenerlo era suya. Y también porque Catalina deseaba conservar su amistad. Pero si accedí a ello, no pienso continuar obrando como hasta ahora. Su sola presencia es un veneno moral capaz de contagiar al ser más virtuoso.
38. El procura excitar mi odio por todos los medios. Su modo de obrar me produce a veces una estupefacción que me hace olvidar el terror que siento. Y eso que un tigre o una serpiente no me atemorizarian mas que él.
39. Para averiguar que no lo amaba tuvo que hacer un inmenso esfuerzo de imaginación. Hasta temí que no hubiera modo humano de hacérselo comprender. Pero, en fin, lo ha comprendido mal o bien, puesto que esta mañana me dio la admirable prueba de talento de manifestarme que he logrado que ella me aborrezca ¡Te garantizo que fue un trabajo de Hércules!
40. Bésame y llora todo lo que quieras, arráncame besos y lágrimas, que ellas te abrasarán y serán tu condenación. Tú misma te has matado. Si me querías, ¿Con qué derecho me abandonaste? ¡Y por un mezquino capricho te sentiste hacia Linton! Ni la miseria, ni la bajeza, ni aun la muerte nos hubiera separado, y tú, sin embargo, nos separaste por tu propia voluntad. No soy yo quien ha desgarrado tu corazon. Te lo has desgarrado tú, y al desgarrártelo has desgarrado el mío… y si soy más fuerte, ¡Peor para mí! ¿Para qué quiero vivir cuando tú…? ¡Oh, Dios, ¡quisiera estar contigo en la tumba!
41. — ¿Qué te importa? —contestó él—. Tengo el derecho de besarla, si ella no se opone. No soy tu marido, no tienes derecho a estar celosa —No estoy celosa de ti, sino por ti.
42. ¿No comprendes que tus palabras se grabarán en mi memoria como un hierro, ardiendo, y que seguiré acordándome de ellas cuando tú ya no existas? Te consta que mientes al decir que yo te he matado, y te consta también que tanto podré olvidarte como olvidar mi propia existencia. ¿No basta a tu diabólico egoísmo, el pensar que, cuando tú descanses en paz, yo me retorceré entre todas las torturas del averno?
43. ¿Dónde estás? En la vida imperecedera del cielo, no. ¿Dónde estás? Me has dicho que no te importan mis sufrimientos. Pero yo no me repetiré más que una plegaria: «¡Catalina! ¡Haga Dios que no reposes mientras yo viva!» Si es cierto que yo te maté, persígueme. Se asegura que la víctima persigue a su asesino. Hazlo, pues, sígueme, hasta que me enloquezcas. Pero no me dejes solo en este abismo. ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!
44. Durante unos cinco minutos ni habló, ni la soltaba, dándole más besos, creo, en este tiempo que nunca le había dado en su vida. […] él no podía soportar, de pura congoja, el mirarla a la cara.
45. —Me parece —contestó ella— que él se ha salvado y que yo he recuperado la libertad… Debía parecerme muy bien, pero —prosiguió con amargura— me ha dejado usted luchando sola durante tanto tiempo contra la muerte, que sólo veo muerte a mi alrededor, y hasta me parece estar muerta yo misma.
46. No he sido yo quien ha roto tu corazón, te lo has roto tú misma, y al hacerlo has destrozado, de paso, el mío.
47. Me estoy muriendo por escapar a ese otro mundo glorioso y quedarme a vivir en él para siempre, en vez de atisbarlo entre lágrimas, de un modo borroso, y de suspirar por él entre las paredes de mi doliente corazón.
48. —Me duele ver lo desmejoraba que está la señorita —intervine yo—. Se ve que le falta el amor de alguien, aunque no esté yo autorizada para decir que quién. —Me parece —repuso Heathcliff— que el amor que le falta es el amor propio.
49. Mi amor por Heathcliff se asemeja a las rocas eternas que sobresalen profundamente enterradas en la tierra: son motivo de escaso goce para quien las contempla, pero al mismo tiempo son necesarias.
50. Seguramente los ladrones se proponian hacerles entrar por la ventana para que abriesen la puerta cuando estuviéramos dormidos, y poder así asesinarnos impunemente.
51. Cati estaba entristecida y sombría desde que su novela de amor había tenido aquel desenlace.
52. Me parece apreciar en la muerte un reposo que ni el infierno ni la tierra son capaces de quebrantar.
53. ¡Y, sin embargo, no puedo seguir viviendo así! Tengo que concentrar todas mis potencias para respirar y hasta casi mandarle a mi corazón que siga latiendo.
54. —Me mataría ahora mismo —respondió— si estuviese segura de que con ello conseguiría matarlo a él también.
55. Juntos, no tenían miedo de nada. Desafiarían al Demonio y a todas sus legiones. ¿Y el precio? tres tumbas, cerca de un muro donde el cementerio se une al páramo abierto. Una generación perdida y desaparecida. Edgar, Cathy, Heathcliff. Descansando profundamente en esa tierra tranquila.
56. Él era todo en el mundo para ella, y ella lo único que él conocía en el mundo.
57. ¿Existe alguna cosa que no la acerque a mí y no me la recuerde? No puedo ni bajar la vista al suelo sin que sus rasgos se dibujen en las baldosas. En cada nube, en cada árbol, colmando el aire nocturno y refulgiendo de día a rachas en cada objeto, me veo continuamente cercado por su imagen.
58. Le entregué mi corazón y, después de desgarrármelo, me lo ha tirado a la cara. Los humanos sentimos con el corazón, Elena, y desde que desgarró el mío, no me es posible sentir nada hacia él, ni sentiría nada, mientras él no muera, aunque llorase lágrimas de sangre. ¡No, no soy capaz de sentir nada!
59. El gran pensamiento de mi vida es él. Si todo pereciera y él se salvará, yo seguiría existiendo, y si todo quedara y él desapareciera, el mundo me sería del todo extraño, no me parecería que soy parte de él. Mi amor por Linton es como el follaje de los bosques: el tiempo lo cambiará, yo ya sé que el invierno muda los árboles. Mi amor por Heathcliff se parece a las eternas rocas profundas, es fuente de escaso placer visible, pero necesario. Nelly, yo soy Heathcliff, él está siempre, siempre en mi mente. No siempre como una cosa agradable, por supuesto, no siempre me agrado a mí misma. Así pues, no hables de separación de nuevo, porque es imposible y.…
60. A esos dos, en cambio, no les da miedo de nada —rezongué mirándolos venir a través de la ventana—. Estando uno con otro desafían a Satanás y a todas las legiones infernales.
61. Y no logrará desprenderse jamás de su tosquedad y su ignorancia. Le he hecho todavía más vil de lo que su miserable padre quiso hacerme a mí. Le he acostumbrado a despreciar cuanto no es brutal, y llega al extremo de vanagloriarse de su rudeza.
62. Mi amor por Linton es como el follaje de un bosque, y estoy completamente segura de que cambiará con el tiempo, de la misma manera que el invierno transforma los árboles. Pero mi amor por Heathcliff se parece al cimiento eterno y subterráneo de las rocas; una fuente de alegría bien poco apreciable, pero no se puede pasar sin ella.
63. Mi querida Catherine… ¿Por qué no has vuelto a mí? Cada día espero por ti. Mi único pensamiento al despertar es para ti. Es posible que el tío Edgar te haya prohibido visitar Cumbres Borrascosas. Pero debes encontrar la forma de volver a verme. Mi vida no comenzó hasta que vi tu rostro.
64. Da gracias a que estás lejos de mi alcance -dijo él-. ¿Qué demonio te aconseja mirarme con esos infernales ojos? Bájalos y procura no recordarme que existes.
65. Así que nunca sabrá cuánto le amo. Y no por guapo, Nelly, sino porque es más que yo misma. Sea cual fuere la sustancia de que están hechas las almas, la suya y la mía son idénticas, y la de Linton es tan diferente de ellas como puede serlo un rayo de luna de un relámpago o la escarcha del fuego.
66. Influido probablemente por sensatas consideraciones acerca de la inconveniencia de ofender a un buen inquilino, rectificó ligeramente su estilo lacónico de suprimir pronombres y verbos auxiliares.
67. Aunque él la amase con toda la fuerza de su mezquino ser, no la amaría tanto en ochenta años como yo en un día.
68. Ahora me demuestras lo cruel que has sido conmigo, cruel y falsa. ¿Por qué me despreciaste? ¿Por qué traicionaste a tu propio corazón, Cathy? Yo no tengo una palabra de consuelo. Tú te mereces esto. Tú misma te has dado muerte. Sí, ya puedes besarme y llorar y arrancarme besos y lágrimas: te abrasarán… te condenarán. Me amabas, ¿qué derecho tenías a abandonarme, qué derecho, responde, a satisfacer el ruin capricho que tuviste por Linton? Porque ni la miseria, degradación, muerte, nada que Dios o Satanás nos pudiera infligir nos hubiera separado, tú, por tu propia voluntad lo hiciste. Yo no he destrozado tu corazón, tú lo has destrozado, y, al hacerlo, has destrozado el mío. Tanto peor para mí que soy fuerte. ¿He de querer vivir? ¿Qué clase de vida será cuando tú?… ¡Oh Dios! ¿Te gustaría vivir con tu alma en la tumba? [ …] Te perdono lo que me has hecho. Amo a mi asesino, pero al tuyo ¿cómo puedo amarle?
69. Si; la eternidad, Allí donde la vida no tiene límite en su duración, ni el amor en sus transportes, ni la felicidad en su plenitud.
70. Deambulé alrededor de ellas bajo aquel cielo benigno; contemplé el revoloteo de las mariposas entre el brezo y las campánulas, escuché el sonido suave del viento soplando por entre la yerba. Y me preguntaba cómo se le podía ocurrir a nadie atribuir un sueño inquieto a quienes duermen bajo aquella apacible tierra.
Fue justamente lo que hizo Emily Brontë, una mujer de genio inagotable, cuya obra tuvo que ser firmada por con un seudónimo masculino. El tiempo y los cambios generacionales han hecho justicia, dando a la escritora el honor que merece y a sus Cumbres Borrascosas, un espacio imborrable entre las grandes obras de las letras universales.