Eva María Duarte (1919-1952) fue una actriz y posteriormente una de las dirigentes políticas más importantes de la historia Argentina. Casada con Juan Domingo Perón, presidente de la nación, tomó su apellido, y las frases Eva Perón tomaron si cabe más importancia desde su papel de primera dama. Hacia 1947 se había convertido en un pilar insustituible del gobierno donde apoyó leyes tan trascendentales como el sufragio femenino o la patria potestad compartida. Además tuvo un papel fundamental en la mejoría de los derechos sociales y de los trabajadores argentinos.

Las frases de Eva Perón calaban particularmente entre las capas más pobres de la sociedad; a través de la fundación que llevaba su nombre se construyeron todo tipo de ayudas básicas, desde hospitales y vivienda hasta escuelas, becas de estudio o asilos. Tal fue su impacto social que, para las primeras elecciones con sufragio universal fue el movimiento obrero quien la propuso como vicepresidenta. Eva Perón moriría en Buenos Aires a los 33 años debido a un cáncer de útero recibiendo los mayores honores de Estado posibles y condecorada con el Collar de la Orden del Libertador General San Martín o la Gran Cruz de Honor de la Cruz Roja Argentina. Sin mayor dilación, en Frases de la Vida, te traemos esta recopilación de Frases de Eva Perón.

50 Frases de Eva Perón, mujer argentina del bicentenario

1. Sangra tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar, sin esperar.

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2. Queremos una Argentina pacífica, poderosa y soberana y una masa de trabajadores unida y feliz como ninguna en el mundo.

3. Cuando elegí ser Evita sé que elegí el camino de mi pueblo.

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4. Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi patria.

5. No dejaré piedra sobre piedra que no sea peronista.

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6. Pongo junto al alma de mi pueblo, mi propia alma.

7. Renuncio a los honores, pero no a la lucha.

8. El capitalismo foráneo y sus sirvientes oligárquicos y entreguistas han podido comprobar que no hay fuerza capaz de doblegar a un pueblo que tiene conciencia de sus derechos.

9. Donde existe una necesidad nace un derecho.

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10. El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas.

11. Vosotras mismas, espontáneamente, con esa cálida ternura que distingue a las camaradas de una misma lucha, me habéis dado un nombre de lucha: Evita.

12. Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo.

13. Nuestra patria dejará de ser colonia, o la bandera flameará sobre sus ruinas.

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14. Yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria.

15. De nada valdría un movimiento femenino en un mundo sin justicia social.

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16. Le tengo más miedo al frío de los corazones de los compañeros que se olvidan de donde vinieron, que al de los oligarcas

17. No nos alcanzará el alambre de fardo para colgar a los contreras.

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18. Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran.

19. Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle, por eso no me deslumbró jamás la grandeza del poder y pude ver sus miserias.

20. Nunca me olvidé de las miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas.

21. Daría mi vida por Perón y por el pueblo. 

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22. Lo único que debemos hacer es adquirir plena conciencia del poder que poseemos y no olvidarnos de que nadie puede hacer nada sin el pueblo.

23. Yo lo he dicho ya otras veces, soy el pequeño gorrión de una bandada inmensa, a quien Perón, el cóndor que domina las alturas, enseñó a volar cerca del cielo.

24. Aparento vivir en un sopor permanente para que supongan que ignoro el final… Es mi fin en este mundo y en mi patria, pero no en la memoria de los míos.

25. Cada uno debe empezar a dar de sí todo lo que pueda dar, y aún más. Solo así construiremos la Argentina que deseamos, no para nosotros, sino para los que vendrán después.

26. Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad.

27. Ahora si me preguntasen qué prefiero, mi respuesta no tardaría en salir de mí: me gusta más mi nombre de pueblo.

28. Como mujer siento en el alma la cálida ternura del pueblo de donde vine y a quien me debo.

29. Tenemos que convencernos para siempre: el mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo.

30. Una vez más, mis queridos descamisados, uniéndonos al líder y conductor, reafirmamos que en la vida argentina ya no hay lugar para el colonialismo económico, para la injusticia social, ni para los traficantes de nuestra soberanía y nuestro porvenir.

31. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie sino el pueblo me llama Evita. Solamente aprendieron a llamarme así los descamisados. 

32. El fanatismo es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón. 

33. Que nadie puede hacer tampoco nada que no quiera el pueblo. ¡Sólo basta que los pueblos nos decidamos a ser dueños de nuestros propios destinos! Todo lo demás es cuestión de enfrentar al destino.

34. A la mujer de Franco no le gustaban los obreros, y cada vez que podía los tildaba de rojos porque habían participado en la guerra civil. Yo me aguanté un par de veces hasta que no pude más, y le dije que su marido no era un gobernante por los votos del pueblo sino por imposición de una victoria. A la gorda no le gustó nada.

35. Ellos no ven en mí más que a Eva Perón (los gobernantes).

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36. Ha llegado, en síntesis, la hora de la mujer argentina redimida del tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna.

37. Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme Señora; y algunos incluso me dicen públicamente Excelentísima o Dignísima Señora y aún, a veces, Señora Presidenta. 

38. Porque estoy segura que solamente dándola (el alma) me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad.

39. Ellos no pueden ser idealistas, porque las ideas tienen su raíz en la inteligencia, pero los ideales tienen su pedestal en el corazón.

40. Y me sentiría debidamente, sobradamente compensada si la nota terminase de esta manera: De aquella mujer sólo sabemos que el pueblo la llamaba, cariñosamente, Evita.

41. Por eso los venceremos. Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí. 

42. Ellos siempre me tendrán presente, por la simple razón de que siempre habrá injusticias y regresarán a mi recuerdo todos los tristes desamparados de esta querida tierra.

43. Cuando un pibe me nombra Evita me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama Evita me siento con gusto compañera de todos los hombres.

44. Prefiero ser solamente Evita a ser la esposa del Presidente, si ese «Evita» es pronunciado para remediar algo, en cualquier hogar de mi Patria…

45. Mis descamisados, yo quisiera decirles muchas cosas, pero los médicos me han prohibido hablar. Yo les dejo mi corazón y les digo que estoy segura, como es mi deseo, que pronto estaré en la lucha, con más fuerza y más amor, para luchar por este pueblo al que tanto amo, como lo amo a Perón… Pero si no llegara a estar por mi salud, cuiden al general, sigan fieles a Perón como hasta ahora, porque eso es estar con la Patria y con ustedes mismos (17 de octubre de 1951).

46. EVITA, eterna en el alma de tu pueblo (Placa de la Municipalidad de General Viamonte).

47. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, integramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima.

48. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados.

49. Queremos  el bienestar de los trabajadores, la dignificación de los humildes y la grandeza de esta patria que Perón nos ha dado y que todos debemos defender como la más justa, la más libre y la más soberana de la Tierra.

50. Ladran Sancho, señal que cabalgamos.

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Leyendo las líneas anteriores podemos entender perfectamente porqué las frases de Eva Perón llegaban con tanta magia a la población. ¿Sabías la importancia que tenía Evita en la política argentina de mediados del siglo XX? ¿Te imaginabas que había llegado a ser idolatrada de esa manera? ¿Tenías a nuestra protagonista como un referente del feminismo y del movimiento obrero sudamericano? Esperamos que te hayan gustado las frases de la lista, pero si conoces otras frases de Eva Perón que no hayamos puesto nos encantaría que nos envíes un comentario y las compartieses con todos.