La literatura es, sencillamente, mágica. La literatura nos lleva hacia horizontes desconocidos, fronteras del pensamiento y de la reflexión que solemos alcanzar a través de las historias de otros, pero que, sin embargo, nos permiten conocernos mejor como individuos, como cultura y como sociedad. Sin lugar a dudas, son muchos los aportes que la buena literatura hace a nuestra vida, y por eso en Frases de la Vida siempre vamos a hablarte sobre esos libros que marcaron la historia del pensamiento y de la creación artística. En esta oportunidad hemos querido dedicarle un artículo a la obra cumbre de la literatura Alemana, el Fausto de Goethe. ¿Te animas a descubrir estas frases de Fausto? Acompáñanos a repasar una de las obras más brillantes de la literatura alemana y universal.

Publicada en dos partes, la primera en 1808 y la segunda en 1832, Fausto se convirtió rápidamente en la obra cumbre de uno de los mejores escritores alemanes de su época. Se trata de una tragedia que fue concebida más para ser leída que representada. En ella se sigue la historia de Fausto, un sabio cansado que, en su desespero por llegar a lo profundo del conocimiento, termina haciendo un pacto con un demonio que intentará ayudarlo a lograr su cometido. Sin duda, se trata de una de las novelas más importantes de la literatura universal y estas frases de Fausto te ayudarán a entender el porqué.

¡Acompáñanos a descubrir los mejores fragmentos de esta obra magistral!

70 Frases de Fausto | Lo mejor de Goethe

1. Ante este pupitre hasta que aparecías, melancólico amigo, sobre los libros y los papeles, si iluminaras por última vez mi pena; ¡ay!, si pudiera andar por las cumbres de los montes bajo tu amada claridad; flotar en las grutas acompañado de espíritus; vagar en tu penumbra por los prados y, habiéndose disipado todas las brumas del saber, bañarme, robusto, en tu rocío.

2. He estudiado, ¡ay!, filosofía, jurisprudencia y medicina, y también, por desgracia, teología; profundamente, con apasionado esfuerzo. Y heme aquí ahora, ¡pobre loco!, tan cuerdo como antes lo fui. Soy magister y hasta soy doctor, y ya va para diez años que, por altos y bajadas, por llanos y revueltas, a mis discípulos de la barba llevo. ¡Y sólo veo que nada podemos saber! ¡Y la barba me hierve con esto!

3. ¿Qué significa la eterna creación si todo lo creado ha de desaparecer para siempre? El mundo, al dejar de existir, será como si no hubiese existido nunca, y, sin embargo, le vemos agitarse incesante como si realmente fuese algo.

4. Desciende, pues. Podría también decir: sube. Es igual. Huye de lo que tiene existencia. Lánzate a los libros, ilimitados espacios de las imágenes. Deléitate en lo que desde hace mucho tiempo no existe.

5. Yo soy una parte de aquella parte que al principio era todo; una parte de las tinieblas, de las cuales nació la luz, la orgullosa luz que ahora disputa su antiguo lugar, el espacio a su madre la noche.

6. Cierto es que en el taller del pensamiento ocurre como en la obra maestra de un tejedor, donde un sólo impulso mueve a la vez mil hilos. La lanzadera se pone en marcha, va de arriba abajo y un sólo golpe da lugar a mil tramas.

7. Suplicas jadeante por verme, por oír mi voz, mi rostro contemplar; me inclina la poderosa súplica de tu alma. ¡Aquí estoy! ¿Qué lastimero espanto se apodera, superhombre, de ti? ¿Dónde está el grito del alma? ¿Dónde está el pecho que un mundo en sí creó, y lo llevó y lo cobijó, y que, temblando de alegría, se hinchó, alzándose, hasta igualarse con nosotros, los espíritus? ¿Dónde estás Fausto, de cuya voz oí el sonido, ese que, con todas sus fuerzas, se afanaba por llegar a mí? ¿Eres tu ese que, animado por mi hálito, hasta en lo más recóndito de su alma tiembla, un medroso gusano retorcido?

8. «¡Qué delicia! ¡Qué tormento! No puedo sustraerme a su mirada. ¡Cuán singular es que adorne su hermoso cuello un sólo cordoncito rojo no más ancho que el borde de una cuchilla!». / «En efecto. También lo veo yo. Puede así llevar la cabeza bajo el brazo, pues se la cortó Perseo».

9. Al vértigo me abandono, al más amargo de los goces, al odio amoroso, al enojo avivador. Mi corazón curado ya del afán de saber no debe cerrarse de hoy más al dolor alguno, y lo que está repartido entre la humanidad entera quiero yo experimentarlo en lo intimo de mi ser; quiero abarcar con mi espíritu lo más alto y lo más bajo, acumular en mi pecho el bien y el mal de ella, extendiendo así mi propio ser al suyo, y como ella misma, estrellándome también al fin.

10. ¡Bah!… La belleza femenil nada significa. Harto a menudo no es más que una imagen yerta y fría. Sólo puedo celebrar aquel ser que vierte alegría y gozo de vivir. La belleza cierra su dicha en sí misma; la gracia es lo que la hace irresistible.

11. El reloj se habrá parado, las agujas habrán caído y el tiempo habrá terminado para mí.

12. Al subir ante mi núrada la suave luna, que todo lo apacigua, flotan sobre mí, por el húmedo bosque, en las laderas rocosas, formas plateadas que dulcifican el deseo de contemplación.

13. Al hombre inútil; para el bien estéril, nada puedo enseñar que de algo sirva,
y sin caudal, ni crédito, ni honores, vida arrastro que un can despreciaría. Doyme a la Magia. pues. ¡OH, si pudiera el vigor del Espíritu, que anima al Verbo humano, la secreta clave revelarme de todos los enigmas!

14. Todo el mundo aprende lo que se puede aprender, pero el hombre perfecto es aquel que aprovecha su momento.

15. Física. Metafísica. Derecho, Medicina después, y Teología También, ¡ay. Dios! por mi desgracia, todo, todo lo escudriñé con ansia viva, y hoy, ¡ pobre loco de infeliz mollera! ¿qué es lo que sé? Lo mismo que sabia. ¡Sólo pude aprender que no sé nada, y el alma en la contienda está rendida! Bachiller o doctor, seglar o preste, nadie su ciencia iguala con la mía; ni escrúpulo ni duda me atormentan: ni demonio ni infierno me intimidan; y así. de sombras y de espantos libre, huyó todo el encanto de mi vida.

16. Podrías ahorrarte esas palabras, pues esto me huele a cocina de bruja, a una época lejana del pasado. ¿No he tenido que entrar en contacto con el mundo? ¿No he tenido que aprender lo que es el vacío y enseñar el vacío? Cuando me parecía hablar razonablemente, la contradicción resonaba con redoblada fuerza; por eso, ante tanta contradicción, tuve que huir hacia la soledad, hacia lo no transitado, y para no estar completamente sólo tuve que entregarme al diablo.

17. El que quiera conocer y describir algo viviente, que empiece por echar fuera el espíritu y, así, tendrá las partes en su mano. Pero entonces, por desgracia, le faltarán los lazos del espíritu.

18. La Iglesia tiene buen estómago, ha devorado países enteros y nunca se ha empachado hasta ahora. Sólo la Iglesia, estimadas señoras, puede digerir bienes injustos.

19. Atreveos a hacer cosas que otro tan sólo se atrevería a rozar durante muchos años, aprended a tomarles el pulso y, con mirada audaz y fogosa, oprimidles sus estrechas caderas para ver qué bien apretado tienen el corsé.

20. ¡feliz aquel que todavía tiene esperanza de emerger de este mar de confusión! Lo que se necesita no se sabe, lo que se sabe no se puede usar.

21. Sólo sabes mirar uno de estos impulsos, ¡Oh, no aprendas a conocer el otro! Dos almas viven, ay, aquí en mi pecho, La una quiere separarse de la otra;
La primera sujeta, en pasión por el amor, al mundo, con órganos que lo prensan;
la otra se levanta fuerte sobre el polvo, al reino de más grandes anhelos. Oh, hay espíritus en el aire, que entre Tierra y Cielo dominando tejen, ¡descended entonces desde el áureo aroma y conducidme a salir, a nueva vida multicolor!

22. El sentido de la Medicina es fácil de entender. Ella estudia el mundo grande y el pequeño para, finalmente, dejar que todo vaya como Dios quiera.

23. No tendremos entre nosotros ni la más mínima disputa. Me gusta el hechicero de colega. 

24. Ésta es la pequeña alma, psique con sus alas, si la priváis de ellas, queda convertida en un mísero gusano.

25. Había una rata en la despensa que sólo comía grasa y mantequilla, tenía una panza tan lustrosa como la tuvo el buen Doctor Lutero. Mas la cocinera le puso veneno y la vida se le hizo tan angustiosa como si en el pecho abrigara el amor.

26. Estos idiotas nunca entenderán cómo van encadenados méritos y suerte. Si tuvieran la piedra filosofal, a la piedra le faltaría el filósofo.

27. Nunca abandona la esperanza al hombre que piensa en miserias. Su mano ávida escarba la tierra en busca de tesoros, y se da por satisfecho si encuentra un gusano. Lo que brilla es obra de un momento: lo verdaderamente bello no es nunca perdido para la posteridad. Donde hay mucho, hay para todos.

28. Sí, si tan sólo fuera mía la túnica de un mago y me llevara a tierras extrañas, no la cambiaría ni por ricas vestimentas, ni por el manto de un rey.

29. Lo que se hereda de los padres, has de ganarlo para llegar a hacerlo tuyo. Lo que no se utiliza se convierte en pesada carga; sólo lo que el instante crea puede ser usado por este.

30. Es una ley del diablo y los fantasmas. Allá por donde logramos entrar hemos de marcharnos. Para lo primero tenemos libertad, de lo segundo somos esclavos.

31. Misteriosa en pleno día, la naturaleza no se deja quitar el velo, y lo que ella no muestra a tu espíritu no lo puedes forzar tú con palancas y tornillos.

32. Suena la campana, la terrible, su tañido resuena en los muros llenos de hollín. La incertidumbre no puede durar más tiempo, ya las oscuridades se aclaran; en el fondo de la redoma empieza a estar incandescente el carbón enrojecido, parece el más magnífico de los carbunclos y despide destellos a través de la oscuridad. Aparece una luz clara y blanca. Ah, ¡que no lo pierda otra vez! Oh, Dios, ¿qué produce ese ruido en la puerta?

33. ¡Ah, mi preferida! Créeme, lo que se toma por inteligencia suele ser vanidad y tontería.

34. Un perro, cuando ha sido bien enseñado, no es indigno del aprecio de un sabio.

35. Cuando un imbécil no ve la salida se imagina que todo ha concluido.

36. Nada hay más ridículo en el mundo que un diablo que se desespere.

37. El hombre se extravía siempre que, no satisfecho de lo que tiene, busca su felicidad fuera de los límites de lo posible.

38. El insensato no se nutre de cosas terrestres: la inquietud lo devora; conoce a medias su locura; pide a los cielos las más hermosas estrellas y a la Tierra los más sublimes regocijos, y, tanto lo que está cerca, como lo que está lejos, no basta a satisfacer su corazón profundamente agitado.

39.  ¿Será una ley de la Naturaleza el que la sencillez y la gracia no tengan conciencia de sí mismas y de su santa dignidad, y que la modestia y la sencillez, dones ambos los más hermosos de la buena y liberal Naturaleza…?

40. La actividad del hombre es muy propensa a retardar su paso; muy pronto se echa en brazos de un absoluto y placentero reposo.

41. Para que dos se amen, basta con separarlos.

42. ¡Ojalá me fuese posible saber lo que contiene el mundo en sus entrañas, asistir y presenciar el desarrollo de toda clase de fuerzas activas, poseer el secreto de la fecundación y abandonar para siempre este tráfico de palabras misteriosas que nos obliga a usar nuestra ignorancia!

43. Para rejuveneceros existe un procedimiento muy natural; pero se encuentra explicado en cierto libro y forma un capítulo muy curioso… ¡Es un procedimiento que no exige ni dinero, ni medicina, ni brujería de clase alguna! Salid al aire libre, coged una azada y removed la tierra de los campos. Circunscribid vuestro ser y vuestro pensamiento a un círculo reducido. Manteneos de alimentos simples: vivid entre bestias, como una bestia, y no os desdeñéis de echar vos mismo abono en el campo que cultivéis. Éste es el mejor procedimiento para vivir joven hasta los ochenta años.

44. Por muy caro que le haga pagar el sentimiento el mundo, es en la emoción donde el hombre alcanza a intuir lo inconmensurable.

45. ¿Dónde está el que se pueda vanagloriar de haber dado al niño el nombre que le corresponde? Los poquísimos hombres que han sabido algo, y que han sido suficientemente necios para dejar que se desbordasen sus almas y para enseñar al pueblo lo que sentían y pensaban, en todas las épocas han sido sacrificados y entregados a las llamas.

46. Está escrito: “En el principio era el Verbo”. Heme ya parado. ¿Quién me ayudará a proseguir? No; no debo dar tanta importancia al Verbo. Debo traducirlo de otra manera si me ayuda la inspiración. Está escrito: “En el principio era el Espíritu”. Reflexiona bien sobre esta primera línea y no dejes correr la pluma con precipitación. ¿Es el Espíritu el que ha creado y el que lo ha puesto en orden todo? Debiera decir: “En el principio era la Fuerza”. Y, no obstante, algo me está diciendo interiormente que no debo darle esta interpretación. Por fin me siento iluminado y comienzo a ver con claridad; escribo resueltamente: “En el principio era la Acción”.

47. No conseguirás conmover otros corazones si del corazón nada te sale.

48. ¡Dios me libre! Declaro que el estilo antiguo de procrear es una vana necedad. El delicado punto del que brotaba la vida, la suave fuerza que surgía del interior, recibía y daba, para darse forma a si misma y asimilarse primero a lo más cercano y luego a lo extraño, esta ya privado de su dignidad. Aunque el animal todavía se solaza con ello, el hombre, mucho mejor dotado, ha de tener en el futuro un origen más no­ble y más elevado.

49. Esto sube, centellea, se conglomera; en un momento estará hecho. Un gran proyecto siempre parece al principio obra de un demente, pero riámonos del azar, un cerebro que puede pensar bien, creará con el tiempo un pensador.

50. ¡Alto ahí! Yo preferiría preguntar: ¿por qué el marido y la mujer se llevan tan mal? Esto, amigo mío, nunca llegarás a aclararlo. Aquí hay mucho que hacer, y trabajar es precisamente lo que quiere el pequeño.

51. Aquel que ha vivido mucho, ha tenido muchas experiencias. No puede encontrarse con nada nuevo en este mundo. En mis anos de viaje he visto ya muchos pueblos cristalizados.

52. -¡Salud a la estrella de esta hora. -Pero callad y contened la respiración. Esta a punto de consumarse una gran obra. -¿Qué esta ocurriendo? -Se está dando forma a un ser humano. -¿A un hombre? Y ¿a qué pareja de enamorados has metido en el hueco de la chimenea?

53. Una suave fuerza hace que resuene el vidrio; se enturbia, se aclara, por lo tanto tiene que surgir. Ya veo un hombrecito moviéndose graciosamente. ¿Qué más queremos?, ¿que más nos exige el mundo? El misterio ha sido desvelado y está a plena luz. Prestad oídos a este sonido, se va a convertir en voz, se va a hacer lenguaje.

54. ¿Qué tal, papaíto? Ya veo que no ha sido una broma. ¡Ven y abrázame con ternura contra tu pecho!, pero no lo hagas muy fuerte, no sea que se rompa el vidrio. Fijaos en la naturaleza de las cosas: mientras a lo natural ni siquiera parece bastarle el mundo, lo artificial sólo requiere un reducido espacio.

55. Primo, ¿te ha dado por llegar en el momento justo, eh, sinvergüenza?; te lo agradezco. La buena suerte te ha traído aquí con nosotros. Ya que existo, he de mostrarme activo. Quiero afanarme enseguida a trabajar. Tú eres capaz de acortarme el camino.

56. ¡Ved como brilla!… Ahora sí que se puede confiar en que, por la mezcla de cientos de ingredientes -pues esto es una mezcla-, compondremos la materia humana, la encerraremos herméticamente en un alambique y la destilaremos en su justa medida. Así, serenamente, la obra habrá sido culminada.

57. No tienes conciencia más que de un sólo impulso, ¡ah, no quieras conocer nunca el otro! Dos almas habitan, ¡ay!, en mi pecho, y una de otra a separarse aspiran: aferrase la una con brutal deleite amoroso al mundo, abrazándolo con todos sus órganos, álzase del polvo con violencia la otra hacia las regiones de los nobles antepasados.

58. ¡Todo va saliendo! La masa se va aclarando, mi convicción se confirma cada vez más. Aquello que se considera secreto en la naturaleza, voy a probarlo de modo racional, con osadía, y lo que ella antes organizaba por su cuenta, ahora lo voy a hacer cristalizar.

59. ¡Sólo una palabra! Hasta hoy tuve que avergonzarme, pues los viejos y los jóvenes me atormentaban con problemas. Por ejemplo, nadie ha podido entender cómo el alma y el cuerpo, compenetrándose tan bien y estando tan estrechamente unidos que al parecer nadie puede separarlos, estén siempre amargándose mutuamente la vida. Además…

60. ¿Y mi gente lo acepta como si fuera oro? ¿A la corte y el ejército les sirve de paga? Aunque me extraña, he de dejar que esto siga adelante.

61. Un papel de esos, en lugar del oro y las perlas, es tan cómodo. Con ellos se sabe lo que se tiene. No hacen falta ni regateos ni cambios para embriagarse de vino y de amor. Si se quiere me­tal, siempre hay cambistas. Si éste falta, se cava durante un tiempo. Las copas y las cadenas se ofertan en subasta y el papel se amortiza para vergüenza del escéptico, que se ríe de nosotros. Nada es mejor en cuanto uno se ha acostumbrado. Desde hoy en las tierras del imperio habrá suficientes joyas, oro y papel.

62. Quien a solas pasea por las terrazas percibe a la mujer más bella magníficamente ataviada, con uno de sus ojos cubiertos por un soberbio abanico de plumas de pavo real. Nos sonríe y con la vista sigue uno de esos billetes que, con más rapidez que todo ingenio y elocuencia, nos darán los mejores dones del amor. No habrá ya que torturarse acarreando bolsas ni talegas, es fácil llevar un papelito en el pecho y este hace muy buena pareja con los billetes amorosos. El sacerdote lo lleva en el breviario con piedad, y el soldado, para gastarlo con más presteza, se desabrocha rápido el cinturón prieto a sus riñones. Perdone, su Majestad, si parezco rebajar su obra y presentarla insignificante.

63. Presiento que aquí se ha cometido un crimen, una monstruosa farsa. ¿Quién falsificó aquí la firma del Emperador? ¿Ha de quedar impune ese delito?

64. Recuerda que tú mismo esta noche lo firmaste. Hacías el papel de gran Pan y el Canciller se acerco a ti acompañado de nosotros. «Asegúrate el gran placer de la fiesta, procura el bienestar del pueblo con unos pocos trazos de pluma». Firmaste con claros trazos y esa misma noche los grabadores lo imprimieron a miles. Para que el beneficio llegara a todos por igual, timbramos la serie entera enseguida. Ya tenemos dispuestos los billetes de diez, de treinta, cincuenta y cien. No sabéis el bien que se le ha hecho al pueblo. Recuerda como estaba antes tu ciudad enmohecida por la muerte y ve como, ahora, todo vive y bulle alegremente. Aunque tu nombre ya reportaba alegría a todo el mundo, nunca ha sido hasta hoy mejor considerado. Ahora el alfabeto está de más, con este signo todo el mundo es feliz.

65. La abundancia de tesoros que permanecen intactos y enterrados en vuestras tierras, yacen sin utilizarse. El pensamiento de más alcance resulta miserablemente limitado al tratar de concebir tal riqueza. La fantasía en su más alto vuelo se esfuerza y no lo logra nunca.º Con todo, los espíritus dignos de contemplar lo profundo confían ilimitadamente en lo ilimitado.

66.  ¡Oh, si hay espíritus en el aire que flotan reinando entre el cielo y la tierra,
descended, bajad, de la dorada niebla, y llevadme lejos, a una nueva vida llena de color! ¡Oh, sí! ¡Si yo poseyera un manto mágico que llevarme pudiera a países lejanos! No lo vendería ni por las vestiduras más ricas ni tan siquiera por el manto de un rey.

67. Estos papeles no podrían frenarse; se han diseminado con la rapidez del rayo. Las casas de cambio están abiertas día y no­che y en ellas se hace honor a cada papel con oro y plata, aun­que, es cierto, con descuento. De allí se va entonces al carnicero, al panadero y a la bodega. La mitad del mundo parece sólo pensar en festines y el otro medio presume con su traje nuevo. El pañero corta tela, el sastre cose. Al grito de «Viva el Emperador» mana el vino en las bodegas, allí se asa, se cuece y se hace chascar los platos.

68. Mi imperio te agradece este alto bien. Si es posible, mi premio será de igual valor que tu servicio. Te confío el subsuelo del im­perio; serás un digno custodio de los tesoros. Conoces su riqueza grande y bien guardada y, siempre que se cave, se hará siguiendo tus consejos. Poneos de acuerdo, encargaos de nuestros tesoros, desempeñad con alegría las responsabilidades de vuestro cargo, donde felizmente se unen el mundo superior y el de abajo.

69. Bastante contento estoy en mi vejez. Oíd y ved este papel fatídico que ha transformado la pena en dicha. «Para todo aquel que le concierna, sépase que este billete tiene valor de mil coronas. Como garantía lleva en prenda un sinfín de tesoros enterrados en territorio imperial. Se ha ordenado, que una vez extraídos, se canjeen por aquel».

70. ¡Cuánto tarda en disiparse la esperanza en la cabeza de quien se aferra a bagatelas y, escarbando curiosamente en busca de tesoros, se siente feliz si encuentra lombrices!

Sin duda, Fausto es una de las grandes obras de la literatura universal y cada una de estas frases de Fausto lo demuestra claramente. La obra cumbre de Goethe ha trascendido a su tiempo por presentarnos reflexiones únicas, así como una historia sorprendente que nos lleva hasta lo más profundo del alma humana. Fausto, el sabio atormentado, acompañado de Mefistófeles, el demonio mismo, en su travesía por alcanzar algo, algún saber, algún querer profundo, un viaje que busca colmar esa eterna e indefinida insatisfacción humana. Una obra profunda, reflexiva y, en muchos casos, triste y desoladora; Fausto sin duda se ha ganado un lugar en nuestros corazones y en la historia de la literatura.

¿Qué te han parecido estas frases de Fausto? ¿Cuál de todas ellas te ha gustado más? ¿Te gustaría leer la obra cumbre de Goethe? O, si ya has tenido la oportunidad de leer esta joya de la literatura alemana, ¿conoces otras frases de Fausto que debamos incluir en nuestro artículo? Déjanos tu opinión en los comentarios, ¡estaremos deseando leerte!