¡Bienvenido a este nuevo post de Frases de la Vida! Como aquí nunca nos cansamos de indagar sobre tus autores favoritos, hemos creado un artículo especial con las mejores frases de Graham Greene, el gran novelista y periodista británico. Pero antes… ¿Qué te parece si damos una pequeña vuelta alrededor de su vida?
Graham Greene nació en Berkhamstead en el año 1904. Luego de estudiar en Oxford inició su carrera como periodista en el periódico The Times, posicionándose tiempo después como subdirector. Dentro de este mundillo periodístico también fue director literario de la revista The Spectator y se dedicó, asimismo, a la crítica cinematográfica. Como si todo esto fuera poco, también trabajó en el ministerio de Asuntos Exteriores británico durante la Segunda Guerra Mundial. Un hombre rebosante de talento e iniciativa.
En cuanto a su trayectoria y estilo literario, podemos decir que sus primeras novelas combinan un profundo enfoque psicológico de los personajes con recursos propios de la narrativa de espionaje, género en el cual se destacó de manera radical. Entre ellas vale mencionar Orient Express (1932), Una pistola en venta (1936) y El tercer hombre (1950). Los personajes que habitan sus páginas luchan constantemente por liberarse y avanzar dentro de un mundo que impone sus dificultades. Más tarde, Greene se dedicó a subrayar su visión pesimista respecto de la condición humana, en libros tales como El americano impasible (1955) y Un caso acabado (1961).
Finalizada nuestra breve introducción, acompáñanos a descubrir las mejores frases de Graham Greene. ¡Esperamos que las disfrutes!
Las mejores frases de Graham Green
1. Una historia no tiene principio ni fin: arbitrariamente uno elige el momento de la experiencia desde el cual mira hacia atrás o hacia adelante.
La primera de las frases de Graham Green nos habla de la arbitrariedad del tiempo. Si tenemos la mirada puesta incansablemente sobre el pasado, por más que el futuro llegue, seguiremos varados en estas viejas estructuras. Se trata de una elección personal. Del mismo modo, afirmar la inexistencia de principios y finales va de la mano con el énfasis que Greene pone sobre la idea de lo eterno. Él puede ver la eternidad de la naturaleza en un sólo pétalo de flor, así como lo infinito del amor en un sólo encuentro romántico.
2. Nadie sabe cuánto puede durar un segundo de sufrir.
Las diferentes novelas de Graham Green nos muestran personajes solitarios, apegados al hartazgo o al sufrimiento, incómodos con la moral de su época, perdidos entre los pasajes más laberínticos de la vida en la tierra. El autor compartía estas cualidades con ellos. Tal como se suele creer, hay mucho del escritor en la obra; la obra es una de sus extremidades.
3. ¿Cómo se puede servir a Dios en un mundo inmoral?
Graham Greene renunció a la religión de sus padres y se convirtió al catolicismo para poder contraer matrimonio con la mujer que amaba. Lo cierto es que, según su biógrafo autorizado Norman Sherry, Greene se aburría y despreciaba la dicotomía mundana: el bien y el mal, la lealtad y la deslealtad, la inocencia y la culpa. Según él: «Dios está más allá de lo que puede comprenderse». Como escritor, no renunció a la postura crítica respecto de los valores católicos.
4. Un hombre sin recuerdos puede llegar a los cien años y sentir que su vida ha sido muy corta.
Cuando observamos nuestra vida de frente, tratando de esclarecer cuales fueron sus altos y sus bajos, intentando hallar eso que muchos llaman «su esencia», nos encontraremos con una lista de recuerdos significativos que parecerían dar la pauta de lo que nuestra vida fue y es. Si nos hemos lanzado a sucesos y a situaciones capaces de dotarnos de experiencia, en retrospectiva, percibiremos haber trascendido lo que marca el reloj.
5. He vivido casi tanto tiempo con personajes imaginarios como con hombres y mujeres reales.
La creación de un personaje es un proceso extenso y laborioso. Debemos tratar de identificar cada uno de los rasgos que lo componen, tanto físicos como de carácter. Durante el período de elaboración, Graham Green se involucró en una altísima medida con cada uno de los seres que componen su obra completa. Por eso su trama es verosímil, ágil y capaz de conmovernos en la medida en que lo hace.
6. Quizás haya un profeta también junto al juez en esos tribunales donde se toman nuestras verdaderas decisiones.
Esta cita se complementa a la perfección con otra de las frases de Graham Greene: «¿No es tarea del narrador actuar como abogado del diablo para provocar simpatía y comprensión hacia aquellos a quienes no alcanza la aprobación del Estado?» La obra greeneana transgrede y cuestiona fuertemente la moralidad de manera persistente. Se eleva hacia el plano superior: el del profeta conducido por la inspiración divina.
7. La humanidad avanza gracias no sólo a los potentes empujones de sus grandes hombres, sino también a los modestos impulsos de cada hombre responsable.
El autor escribió: «No es posible querer a la humanidad, sólo se quiere a las personas». La «humanidad» puede resultar un concepto abstracto, demasiado amplio como para creernos incluidos verdaderamente dentro de él. Al fin y al cabo, todos somos una parte de dicha humanidad. Nuestra toma de responsabilidad modifica potentemente el destino del conjunto.
8. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, o los que no pintan o componen música, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror inherente a la condición humana.
En sus inicios, Graham Greene, inspirado en la industria cinematográfica, se dedicó a la escritura de novelas «de entretenimiento». Sin embargo, con el paso de los años, comenzó a calificar sus obras como «novelas serias», dado que en verdad calaban profundo en lo que respecta a la esencia humana. La literatura tomó la forma de un bote que le permitió navegar a través de las aguas confusas de la existencia.
9. Quizá el sentido de la moral es la triste compensación que aprendemos a valorar como premio por la buena conducta.
Temáticas como la moral y la deslealtad fueron recurrentes a lo largo de su trayectoria literaria. La crítica a la religión y al efecto represor de la misma es introducida en sus líneas de manera sublime, utilizando recursos verbales capaces de llevar cada una de sus historias al siguiente nivel.
10. Nuestra pasión es rozar el borde vertiginoso de las cosas. Sigue siendo lo que ha sido siempre: el límite estricto entre lealtad y deslealtad, fidelidad e infidelidad, las contradicciones del alma.
Entre la lealtad y la deslealtad, la fidelidad y la infidelidad, hallaremos un punto intermedio donde se aloja la pasión. El borde de las cosas siempre fue atractivo para Graham Greene. Y es que la pasión tiene algo de inexplicable, algo que nos mueve los cimientos y que excede las contradicciones y el razonamiento cotidiano.
Más Frases de Graham Greene
11. Una historia no tiene comienzo ni fin: arbitrariamente uno elige el momento de la experiencia desde la cual mira hacia atrás o hacia adelante.
12. Mientras uno sufre, uno vive.
13. La anciana se arrodilló y dijo «Ave María»; Ella no creía, pero entre los católicos, incluso los escépticos son corteses.
14. La había escuchado con asombro y con cierta inquietud. Por primera vez advertía los peligros que me acechaban. Me sentí como arrastrado tras ella hacia una absurda empresa de caballeros andantes como Sancho Panza tras Don Quijote, sólo que en busca de lo que ella llamaba diversión, en vez de hidalguía.
15. Ojalá pudiera reproducir con más claridad los tonos de su voz. A tía Augusta le gustaba hablar, le gustaba contar historias. Construía las frases con cuidado, como un escritor lento que prevé la fase siguiente y encamina hacia ella su pluma. Nunca dejaba suelta una frase, nunca interrumpía el hilo del relato. En su dicción había algo clásicamente preciso; o quizás sería más exacto decir anticuado. Las expresiones fuera de lo común (y a veces, debo admitirlo, chocantes) brillaban con tanto más resplandor sobre las viejas construcciones.
16. Recordé el reloj con pulsera de oro de la señorita Keene, minúsculo como el de una muñeca, regalo de sir Keene por sus veintiún años. En su pequeña esfera contenía todas las cifras de las horas, como si todas ellas tuviesen la misma importancia y un deber especial que cumplir.
17. A veces pienso que nuestra vida está hecha más por los libros que leemos que por la gente que conocemos: en los libros aprendemos, de segunda mano, qué es el amor y el dolor. Aun cuando tenemos la suerte de enamorarnos es porque nos hemos dejado influir por lo que hemos leído.
18. El peligro es el gran remedio para el aburrimiento.
19. Cree que si un hombre se arrepiente del daño que ha echo, ¿puede volver a la época más feliz de su vida y revivirla eternamente? ¿Podría ser así el cielo?
20. Todo niño viene al mundo con cierto sentido del amor, pero depende de los padres, de los amigos, que este amor salve o condene.
21. Si conociéramos el verdadero fondo de todo tendríamos compasión hasta de las estrellas.
22. Los historiadores son personas que se interesan por el futuro cuando éste ya es pasado.
23. Las personas reales están repletas de seres imaginarios.
24. Intento comprender la verdad, aunque esto comprometa mi ideología.
25. No podría creer en un Dios al cual comprendiera.
26. El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños.
27. En el fondo de nosotros mismos siempre tenemos la misma edad.
28. Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro.
29. Quienes comparten nuestra niñez, nunca parecen crecer.
30. La política está en el aire mismo que respiramos, igual que la presencia o ausencia de Dios.
31. Nunca llegamos a hacernos a la idea de que contamos menos para los demás de lo que ellos cuentan para nosotros.
32. La mayoría de las personas prefieren confesar los pecados de los demás.
33. Llamamos sentimentalismo a los sentimientos que no compartimos.
34. Una pasión tiene que tener algo de clandestino, algo de transgresor y algo perverso.
35. El odio no es más que carencia de imaginación.
36. La inocencia es una especie de locura.
37. Un hombre mantuvo su carácter incluso cuando estaba loco.
38. Pienso que la Navidad es una fiesta necesaria; necesitamos un aniversario durante el cual podamos lamentar todas las imperfecciones de nuestras relaciones humanas. Es la fiesta del fracaso, triste pero consoladora.
39. En un mundo loco siempre parece más sencillo obedecer.
40. No elegimos nuestras preocupaciones.
41. El amor no se termina por el sólo hecho de que no nos veamos.
42. Se había puesto de nuevo melancólica. Y por primera vez pensé que quizá las dalias no eran suficiente ocupación para un hombre jubilado.
43. Nunca nos acostumbramos a ser menos importantes para los demás de lo que ellos lo son para nosotros.
44. Cuando uno se escapa a un desierto el silencio te grita en los oídos.
45. ¡Debajo de mi capa, un higo para el rey!
46. Ante mí desfilaban imágenes de praderas que se extendían hasta el agua, de viejos castillos sobre colinas surcadas de viñedos y chicas en bicicleta. Todo parecía limpio, ordenado, seguro, como había sido mi propia vida antes del funeral de mi madre. Recordé mi jardín. Echaba de menos mis dalias.
47. El sufrimiento no aumenta por el número: un cuerpo puede contener todo el sufrimiento que puede sentir el mundo.
48. Si yo no había llegado a conocer el amor, era porque en la biblioteca de mi padre faltaban los libros adecuados.
49. Déjate de sermones estúpidos. ¿No te das cuenta de que te quiero?
50. Escribir es una forma de terapia.
51. Cuando somos jóvenes somos una jungla de complicaciones. Nos simplificamos a medida que envejecemos.
52. Nuestros peores enemigos aquí no son los ignorantes y los sencillos, aunque crueles; nuestros peores enemigos son los inteligentes y los corruptos.
53. Nadie puede soportar que no lo perdonen. Ese es el privilegio de Dios.
54. Nuevos paisajes, nuevas aduanas. La acumulación de recuerdos. Una vida larga no depende de los años.
55. La gente habla de la mayoría de edad. Eso no existe.
56. Cuando uno tiene un hijo, está condenado a ser padre durante toda la vida. Son los hijos los que se apartan de uno. Pero los padres no podemos apartarnos de ellos.
57. Nunca convencerás a un ratón de que un gato negro trae buena suerte.
58. Es imposible ir por la vida sin confiar en nadie; es como estar preso en la peor de las celdas: uno mismo.
59. Había seguido mis instrucciones al pie de la letra.
60. Nunca he entendido por qué las personas que pueden tragarse la enorme improbabilidad de un Dios personal se molestan con un Demonio personal.
Con esto concluye nuestro artículo de frases de Graham Greene. ¿Cual fue tu favorita? ¿Conoces otra de sus frases que quieras agregar a la lista? ¡No olvides visitarnos en la sección de comentarios! ¡Hasta la próxima!