Cuando se habla de las más exquisitas obras de la literatura y el teatro en la historia de la humanidad, es obligación hablar también de quién fue William Shakespeare, el dramaturgo inglés que se transformó en leyenda, con una obra que atraviesa siglos y permanece. Shakespeare, hijo de una familia de posición social cómoda, empezó su obra con comedias y dramas históricos, pero fue el género de la tragedia lo que le abrió las puertas para convertirse en una leyenda. Las razones las podremos apreciar al leer algunas de las mejores frases de Hamlet.
Habiendo cumplido apenas los 18 años, Shakespeare contrajo nupcias con Anne Hathaway, quien era ocho años mayor y se encontraba embarazada de su primera hija, de nombre Susana. El matrimonio tuvo dos hijos más, una llamada Julieta, y un varón llamado Hamlet, que murió a sus once años. Y justo fue este el nombre que el dramaturgo quiso usar para la más larga y una de las más aclamadas entre sus obras: La tragedia de Hamlet, el príncipe de Dinamarca.
Las frases de Hamlet nos abren las puertas al universo de una obra que ha sabido expandirse y permanecer en las diferentes culturas del mundo entero. Sobre su origen, se cree que Shakespeare se pudo haber inspirado en dos fuentes: la leyenda de Amleth, la figura que protagoniza una popular leyenda escandinava, y una obra isabelina conocida hoy como Ur-Hamlet, o Hamlet original. En la actualidad se reconocen tres versiones iniciales de esta obra, que se presume fueron escritas entre los años 1599 y 1601.
Dividida en cinco actos, Hamlet se ubica en Dinamarca y desarrolla su trama en torno a los sucesos que ocurrieron después del asesinato del Rey Hamlet, padre del príncipe del mismo nombre, a manos de su hermano Claudio. La traición, el incesto, la venganza y la degradación moral se hacen presentes en esta historia, en la que el fantasma del rey le pide a su hijo que cobre venganza, poniendo de manifiesto la encarnación de la locura, el dolor y la ira. Acompáñanos en Frases de la Vida a descubrir las mejores y más movilizadoras frases de Hamlet.
Las mejores frases de Hamlet
1.Así, pues, como quiera que la brevedad es el alma del talento, y que nada hay más enfadoso que los rodeos y perífrasis… Seré muy breve. Vuestro noble hijo está loco; y le llamo loco, porque (si en rigor se examina) ¿qué otra cosa es la locura, sino estar uno enteramente loco? Pero, dejando esto aparte… – Polonio
2. Ni tomes ni des prestado, pues dando se suele perder préstamo y amigo. – Polonio a Laertes
3. La locura acierta a veces cuando el juicio y la cordura no dan fruto. – Polonio a Hamlet
4. Y sobre todo, sé fiel a ti mismo, pues de ello se sigue, como el día a la noche, que no podrás ser falso con nadie. – Polonio a Laertes
5. Parece natural en la vejez excedernos en la desconfianza, igual que es propio de los jóvenes andar escasos de juicio. – Polonio a su hija Ofelia
6. Duda que ardan las estrellas, duda que se mueva el sol, duda que haya verdad, mas no dudes de mi amor. – Hamlet a Ofelia
7. Lo que yo llevo dentro no se expresa: lo demás es ropaje de la pena. – Hamlet a la Reina
8. Cuando arde la sangre, el alma se prodiga en juramentos. – Polonio a Ofelia
9. No le prestes lengua al pensamiento, ni lo pongas por obra si es impropio. – Polonio a Laertes
10. Con un cebo de mentiras pescas el pez de la verdad. – Polonio a Reinaldo
11. Hay algo podrido en el estado de Dinamarca. – Acto I, escena IV
12. Ser o no ser, ésa es la cuestión. ¿Qué es más elevado para el espíritu? ¿Sufrir los golpes y los dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra un mar de calamidades, y haciéndoles frente para acabar con ellas? – Hamlet
13. Cuántas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo. – Frase pronunciada en la primera escena del tercer acto.
14. Hay algo podrido en el estado de Dinamarca. – El centinela del palacio al príncipe Hamlet.
15. Existe en medio de la llama del amor una mecha o pabilo que la destruye al fin; nada permanece en un mismo grado de bondad constantemente. – Hamlet
16. A la celestial, ídolo de mi alma y embellecida Ofelia. En la blancura de tu excelso seno, estos… Duda que hay fuego en los astros, duda que se mueve el sol, duda que es falso lo cierto, más no dudes de mi amor. – Hamlet a Ofelia
17. Oh, querida Ofelia, soy mal versificador, no poseo el arte de rimar mis lamentos, pero que te amo muchísimo, y más que muchísimo, debes creerlo. Adiós. Tuyo para siempre, mi amadisima señora, mientras sea mío este mecanismo. – Hamlet a Ofelia
18. Si a los hombres se les hubiese de tratar según merecen, ¿quién escaparía de ser azotado? Trátalos como corresponde a tu nobleza y a tu propio honor: cuanto menor sea su mérito, mayor sea tu bondad.
19. Si el poderoso cae, sus protegidos le abandonan; si se alza el mísero, sus amigos salen de entre sus enemigos.
20. Ha ido a cenar… No a donde coma sino a donde es comido, entre una numerosa congregación de gusanos. El gusano es el monarca supremo de todos los comedores. Nosotros engordamos a los demás animales para engordarnos, y engordamos para el gusanillo que nos come después. El rey y el mendigo flaco son dos platos diferentes, pero se sirven a una misma mesa. En esto para todo. – Hamlet
21. Buen Hamlet, deja tu color nocturno, y que tus ojos miren como amigo al Rey de Dinamarca. No busques siempre, con los párpados bajos, a tu noble padre en el polvo. – Reina a Hamlet. Acto primero, escena II.
22. No hay nada malo o bueno, el pensamiento decide tal. – Polonio
23. …has de saber, noble joven, que la serpiente que mordió la vida de tu padre, lleva ahora su corona. – Espectro a Hamlet. Acto primero, escena V.
24. Presta oídos a todos, pero a pocos tu voz; recibe la censura de todos pero resérvate tu juicio. – Polonio a Leertes
25. La doncella más honesta es libre en exceso si descubre su belleza a la luz de la Luna. – Acto I escena VII
26. Parece natural en la vejez excedernos en la desconfianza, igual que es propio de los jóvenes andar escasos de juicio. – Polonio, a su hija Ofelia, lamentando haberla obligado a rechazar a Hamlet, al final del acto II, escena 1ª
27. Tal vez un hombre puede pescar con el gusano que ha comido un rey, y comerse después el pez que se alimentó de aquel gusano. – Hamlet a claudio esc. VI
28. Morir, dormir: dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno ya libres del agobio terrenal, es una consideración que frena el juicio y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién soportaría los azotes e injurias de este mundo, el desmán del tirano, la afrenta del soberbio, las penas del amor menospreciado, la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo, los insultos que sufre la paciencia, pudiendo cerrar cuentas uno mismo con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida, si no es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve, detiene los sentidos y nos hace soportar los males que tenemos antes que huir hacia otros que ignoramos? – Hamlet
29. Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía. – Hamlet Acto 1 Escena 5ª
30. Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos haces unos cobardes, y la ardiente
resolución original decae al pálido mirar del pensamiento. Así también enérgicas empresas, de trascendencia inmensa, a esa mirada, torcieron rumbo, y sin acción murieron. – Hamlet
31. Si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro. Morir: dormir, nada más. Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales herencia de la carne, sería una conclusión seriamente deseable. – Hamlet
32. Ser o no ser, la alternativa es esa! Si es a la luz de la razon mas digno sufrir los golpes y punzantes dardos de suerte horrenda, o terminar la lucha en guerra contra un pielago de males. – Hamlet
33. En el cielo. Enviad a alguno que lo vea, y si vuestro comisionado no le encuentra allí, entonces podéis vos mismo irle a buscar a otra parte. Bien que, si no le halláis en todo este mes, le oleréis sin duda al subir los escalones de la galería. – Hamlet a Claudio
34. Quien las contrariedades y el azote de la fortuna soportar pudiera, la sinrazón del déspota, del vano el ceno, de la ley las dilaciones, de un amor despreciado las angustias, del poder los insultos, y el escarnio que del menguado el merito tolera, cuando el mismo su paz conseguiria con un mero puzon? – Hamlet
35. No sabes qué enfermo está todo aquí en mi corazón. – Hamlet
36. El mundo está desquiciado, ¡vaya faena haber nacido yo para tener que arreglarlo! – Hamlet
37. ¡Que me acuerde de ti! ¡Sí, sombra, desventurada, mientras la memoria tenga asiento en este desquiciado globo!… ¡Que me acuerde de ti! ¡Sí, borraré de las tabletas de mi memoria todo recuerdo trivial y vano, todas las sentencias de los libros, todas las ideas, todas las impresiones pasadas, que copiaron allí la juventud y la observación! Y sólo tu mandato vivirá en el libro y volumen de mi cerebro, sin que merezca de material vil. ¡Sí, por los cielos!… ¡Oh, la más inocua de las mujeres!¡Oh, villano, villano, risueño y maldito villano!… ¡Mis tabletas!¡Bueno será apuntar que puede uno sonreír y sonreír, y ser un villano! A lo menos estoy seguro de que ello puede suceder Dinamarca. – Acto primero, escena V
38. Morir; dormir. Dormir? Sonar acoso! Ah! la remorsa es esa; pues que suenos podran ser los que acaso sobrevengan en el dormir profundo de la muerte, ya de mortal envuelta despojados, suspende la razon: ahi el motivo que a la desgracia da tan larga vida. – Hamlet
39. Nuestra conciencia, asi, nos acobarda; y el natural matiz de nuestro brio, del pensar con los pálidos reflejos se marchita y asi grandes empresas y de inmenso valer su curso tuercen y el distintivo pierden de su impulso. Pero silencio. La gentil Ofelia! Ah ninfa! En tus plegarias que todos mis pecados se recuerden. – Hamlet
40. Sabemos lo que somos; pero no lo que podemos ser. – Ofelia a Claudio. Acto cuarto, escena V.
41. Quien soportara cargas que con gemidos y sudores ha de llevar en vida fatigosa, si el recelo de un algo tras la muerte, incógnita región de donde nunca torna el viajero, no turbara el juicio haciéndonos sufrir el mal presente más bien que un busca ir de lo ignorado? – Hamlet
42. La virtud no puede injertarse en nuestro viejo tronco sin que nos quede de él algún mal resabio. Yo, no te amaba. – Carta de amor a Ofelia
43. ¡Oh, querida Ofelia!, soy malo para hacer versos. No tengo arte para expresar mis penas; pero cree que te amo demasiado, ¡oh, demasiado! Adiós. Tuyo eternamente, mi más querida dama, mientras este cuerpo exista. – Hamlet
44. Cuando las penas atacan, lo hacen no como un espía solitario, sino en batallones. – acto 4, escena 5ª.
45. Morir; dormir. No mas, y con un sueno pensar que conluyeron las congojas, los mil tormentos, de la carne herencia, debe termino ser apetecido. – Hamlet
46. Yo sé muy bien, cuando la sangre hierve, con cuanta prodigalidad presta el alma juramentos a la lengua: pero son relámpagos que dan más luz que calor hija mía. Estos y aquellos se apagan pronto y no debes tomarlos por verdaderos. – Polonio
47. La conciencia nos vuelve unos cobardes, el color natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento, y empresas de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso y ya no son acción. ? Pero, alto: la bella Ofelia… Hermosa, en tus plegarias recuerda mis pecados. – Hamlet
48. Duda que sean de fuego las estrellas, duda que el Sol haga movimientos, duda que la verdad sea una mentira, pero nunca dudes que te amo. – carta de Hamlet a Ofelia
49. ¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocía, Horacio: tenía un humor incansable, una agudeza asombrosa. Me llevó a cuestas mil veces. Y ahora, ¡cómo me repugna imaginarlo! Me revuelve el estómago. Aquí colgaban los labios que besé infinitas veces. Y ahora, ¿dónde están tus pullas, tus brincos, tus canciones, esas ocurrencias que hacían estallar de risa a toda la mesa? Ya no tienes quien se ría de tus muecas. ¿Estás encogido? Vete a la estancia de tu señora y dile que, por más que se embadurne, acabará con esta cara. Hazla reír con esto. – Hamlet
50. A mí me resta ya sólo el silencio! – Últimas palabras de Hamlet
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