En esta ocasión, en Frases de la Vida queremos compartir contigo una selección de frases de Marguerite Duras, novelista, guionista y directora de cine. Nació en Vietnam en el año 1914. Lo cierto es que sus años infantiles en la Indochina francesa determinaron mucho su estilo posterior. Las crónicas de su infancia se esconden en Un dique contra el Pacífico, publicada en 1950, una novela de corte autobiográfico que la catapultó hacia un mayor reconocimiento por parte del público, punto desde el cual sólo treparía cuesta arriba.

Mujer de academia, estudió Derecho, Matemáticas y Ciencias Políticas en Francia, donde se dedicaría a explotar sus habilidades en el campo de la escritura, coronándose con un total de cuarenta novelas y más de una decena de obras teatrales. También formó parte de la resistencia francesa e incluso se uniría al Partido Comunista, del que sería expulsada en el año 50.

Creció en un ambiente mortificado por la guerra, con grandes y legendarios imperios europeos luchando en pos de sus ideales e intereses. Imperios que acabaron derramados por los suelos y sumidos en la miseria. La impronta personal de la Europa de este periodo fue transferida a ciertos rasgos de la autora que nos convoca; como si se tratara ella misma de un imperio que cae a los pies de los vicios, de las relaciones atormentadas y de los escándalos populares. Cae para renacer y abrazarse a sus principales recursos: los libros y la escritura. Para muestra de ello, las frases de Marguerite Duras que mencionamos a continuación.

Las mejores frases de Marguerite Duras

1. Para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe.

La escritura requiere de un ejercicio de sinceridad que no siempre resulta fácil. Para emprenderlo, debemos estar dispuestos a externalizar nuestras emociones más agitadas y oscuras (esas que probablemente no asumiríamos en lo cotidiano) para verlas plasmadas en una página. Marguerite diría: «Para que el mundo sea soportable, es necesario exorcizar las obsesiones, pero la escritura puede, tanto esconderlas como desvelarlas».

2. Escribir es intentar adivinar lo que uno escribiría si escribiese.

Escribir, para la autora, es similar a tantear en busca de las misteriosas teclas correctas. Uno se imagina lo que podría llegar a escribir, formulando mentalmente un texto ideal, una producción capaz de expresar todo lo que se desea, aún con lo abstracto y complejo de las sensaciones y de los eventos que relataremos. Pero cuando nos sentamos y nos proponemos intentarlo, sólo comenzamos a «probar» con la escritura.

3. El suicidio está en la soledad de un escritor. Uno está solo incluso en su propia soledad. Siempre inconcebible. Siempre peligrosa. Si. Un precio que hay que pagar por haber osado salir y gritar.

Marguerite utilizó la escritura justamente para llevar a lo real los últimos dos verbos de esta frase: salir y gritar. Y cuando se trata de hurgar y de encontrar verdades personales para expulsarlas hacia la luz… Se está indudablemente solo.

4. En la vida llega un momento, y creo que es fatal, que no se puede escapar, en que todo se pone en duda: el matrimonio, los amigos, sobre todo los amigos de la pareja… Y esa duda crece alrededor de uno.

«La duda, la duda es escribir. Por tanto, es el escritor, también» así lo expresa la escritora francesa. La duda es necesaria para el actividad literaria, ya que conduce a la reflexión acerca de las cosas, que puede desarrollarse a lo largo de párrafos enteros. Por eso la escritura es duda, y es también la posibilidad de descubrir lo que se esconde detrás de ella.

5. La locura es como la comprensión. No se la puede explicar. Exactamente como la comprensión. Se te viene encima, te llena y entonces se la entiende. Pero cuando le abandona a uno, ya no se la puede entender en absoluto.

La complejidad de algunas de las temáticas (sino todas) que componen el núcleo de una narración, tales como el amor, la muerte, la locura, la comprensión repentina de las cosas, poseen una magnitud que quizás podremos atrapar por unos instantes, pero que luego se nos escurrirá entre las manos.

6. Creo que nada sustituye a la lectura de un texto, nada reemplaza la memoria de un texto, nada, ningún juego.

Esta es una de las frases de Marguerite Duras que más consigue poner de manifiesto su concepción de la literatura como tesoro inmenso, juego superior, amante perfecto. Siempre retorna a los textos para encontrarse con todo lo sanador y regenerador que existe dentro de ellos.

7. A los quince años tenía el rostro del placer y no conocía el placer.

Esta frase pertenece a la novela «El amante», publicada en 1984 y ganadora del premio Goncourt. Se trata de una historia colmada de erotismo y de sentimientos contundentes; un disparo al corazón de cualquier lector que se encuentre con ella. El erotismo y el deseo son temas destacados en el universo de Marguerite Duras. ¡Te recomendamos comenzar con este libro!

8. No se trata de que sea necesario conseguir algo, sino de que es necesario salirse de donde se está.

La autora defiende que tanto la lectura como la escritura no deben realizarse en «busca de algo», sino que, más bien, se trata de asumir su incertidumbre, su «no-futuro». Sólo de esta forma podríamos fluir con estos ejercicios y conseguir sorprendernos con lo producido.

9. No hay errores. Sólo hay actos extraños.

Ya acercándonos al final del listado de frases de Marguerite Duras hallamos una frase capaz de reconfortarnos a todos. Los errores también pueden ser entendidos como actos extraños a nuestros deseos, a nuestro bienestar o a nuestra tranquilidad.

10. La historia de mi vida no existe. Eso no existe. Nunca hay centro. Ni camino, ni línea. Hay vastos pasajes donde se insinúa que alguien hubo, no es cierto, no hubo nadie.

Más Frases de Marguerite Duras

11. Cuando se tiene cierta moral de combate, de poder, hace falta muy poco para dejarse llevar, para pasar a la embriaguez, al exceso.

12. Nunca he escrito, creyendo hacerlo, nunca he amado, creyendo amar, nunca he hecho nada salvo esperar delante de la puerta cerrada.

13. Ningún ser humano, ninguna mujer, ningún poema, música o pintura pueden sustituir al alcohol en el poder que le da al hombre para ilusionarse con una creación auténtica.

14. Te has fijado en las pequeñas islas lanzadas a puñados en the Pacific…Eso es, the Pacific, un océano lleno de volcanes y de tiburones…He aquí lo que es el Pacífico.

15. La soledad no se encuentra, se hace. La soledad se hace sola. Yo la hice. Porque decidí que era allí done debía estar sola, donde estaría sola para escribir libros.

16. Los escritores son gente solitaria. En todas partes, y siempre, lo han sido.

17. Escribir: es lo único que llenaba mi vida y la hechizaba. Lo he hecho. La escritura nunca me ha abandonado.

18. Ella vive todavía. Incita al asesinato en tanto que vive. Se pregunta cómo matarla y quién la matará. Usted no quiere nada, a nadie, incluso esa diferencia que usted cree vivir usted no la quiere.

19. Pienso con frecuencia en esta imagen que sólo yo sigo viendo y de la que nunca he hablado.

20. La imagen había participado de esta imagen, adelantándose: El mar, informe, simplemente incomparable… El mar, la intensidad que recoge, se aleja, vuelve.

21. No estaba enferma de su locura, la vivía como la salud.

22. Aunque sea inútil, creo que, con todo, es necesario llorar. Porque la desesperación es tangible. El recuerdo de la desesperación permanece. A veces mata.

23. No sé por qué le quería hasta el extremo de querer morir de su muerte. Nada nuevo podía alcanzar ese amor. Yo había olvidado la Muerte.

24. Vendrá un tiempo en que no sabremos que nombre dar a lo que nos una. Su nombre se irá borrando poco a poco de nuestra memoria y luego desaparecerá por completo.

25. Un día, ya entrada en años, en el vestíbulo de un edificio público, un hombre se me acercó. Se dio a conocer y me dijo. La conozco desde siempre. Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, me he acercado para decirle que en mi opinión la considero más hermosa ahora que en su juventud.

26. Bajo el sol brumoso del frío, el sol del calor, las orillas se difuminan, el río parece juntarse con el horizonte. El río fluye sordademente, no hace ningún ruido, la sangre en el cuerpo. Fuera del agua no hay viento.

27. No llorar nunca es no vivir.

28. Los chinos, incluso los no muy ricos, tienen amantes. Las esposas lo saben. Así están tranquilas: cuando tienen mujeres afuera siempre vuelven a casa.

29. Que la vida es inmortal mientras se vive, mientras se está con vida. Que la inmortalidad no es una cuestión de más o menos tiempo, que no es una cuestión de inmortalidad, que es una cuestión de otra cosa que permanece ignorada. Que es tan falso decir que carece de principio y de fin como decir que empieza y termina en la vida del alma desde el momento en que participa del alma y de la prosecución del viento. Mirad las arenas muertas del desierto, el cuerpo muerto de los niños: la inmortalidad no pasa por ahí, se detiene y los esquiva.

30. La escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida.

31. Escribir ahora, se diría que la mayor parte de las veces ya no es nada. Esa desesperación se manifestaba en un momento dado del día. Y después seguía la imposibilidad de seguir avanzando, o el sueño, o, a veces nada…. O nada, o dormir, morir.

32. Era demasiado tarde para reencontrarnos. Lo comprendimos desde la primera mirada. Ya no había nada que reencontrar.

33. El alcohol es estéril. Las palabras que se dicen en una noche de borrachera se desvanecen como la oscuridad al comienzo del día.

34. Podría engañarme, creer que soy hermosa como las mujeres hermosas, como las mujeres miradas, porque realmente me miran mucho. Pero sé que no es cuestión de belleza sino de otra cosa, sí, de otra cosa, por ejemplo, de carácter.

35. Ningún amor puede sustituir al amor.

36. El mundo puso el pecado y nosotros la ocasión.

37. Creo que siempre o casi siempre en la infancia la madre representa a la locura. Nuestras madres siempre permanecen como las personas más locas y extrañas que jamás hemos conocido.

38. El alcohol no consuela, no llena ningún vacío psicológico, solamente sustituye la carencia de Dios. No conforta al hombre. Por el contrario, acrecienta su locura y lo transporta a las regiones supremas donde es dueño de su destino.

39. Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará. No tener ningún argumento para el libro, ninguna idea de libro es, encontrarse, volver a encontrarse, delante de un libro. Una inmensidad vacía. Un libro posible. Delante de nada. Delante de algo así como una escritura viva y desnuda, como terrible, terrible de superar.

40. ¿Cómo iba yo a imaginarme que esta ciudad estuviera hecha a la medida del amor? ¿Cómo iba a imaginarme que estuvieras hecho a la medida de mi cuerpo mismo?

41. El mejor modo de llenar el tiempo es gastándolo.

42. El beso se ha convertido en goce. Tuvo lugar. Se burló de la muerte, del horror de la idea. No le siguió ningún otro beso. Ocupa el deseo todo, para él mismo es su desierto y su inmensidad, su espíritu y su cuerpo.

43. En la tremenda corriente contemplo el último instante de mi vida. La corriente es tan fuerte que lo arrastraría todo, incluso piedras, una catedral, una ciudad. Hay una tempestad que ruge en el interior de las aguas del río. Del viento que se debate.

44. Con el tiempo te das cuenta que el sentimiento de felicidad que encuentras con un hombre no necesariamente prueba que lo ames.

45. Luché por mi cuenta, con todas mis fuerzas, cada día, contra el horror de no comprender ya en absoluto el por qué de recordar. Y como tú, he olvidado.

46. Cuando usted lloró, fue sólo por usted y no por la admirable imposibilidad de alcanzarla a través de la diferencia que les separa.

47. He sido comunista hasta que me di cuenta de que el partido soviético no era comunista.

48. Para ella, la niña, esta cita de reencuentro, en ese lugar de la ciudad, había quedado siempre como el del inicio de su historia, aquél por el cual se había convertido en los amantes de los libros que había escrito.

49. Se está solo en una casa. Y no fuera, sino dentro. En el jardín hay pájaros, gatos. Pero, también, en una ocasión, una ardilla, un hurón. En un jardín no se está solo. Pero, en una casa, se está tan solo que a veces se está perdido.

50. Nada tiene tiempo de hundirse, todo es arrastrado por la tempestad profunda y vertiginosa de la corriente interior, todo queda en suspenso en la superficie de la fuerza del río.

51. Veo a los periodistas como trabajadores manuales, los obreros de la palabra. El periodismo sólo puede ser literatura cuando es apasionado.

52. Cuando muere es un día triste. De primavera, creo, de abril. La muerte llevaba ventaja sobre el final de su historia. En vida ya estaba acabado, era demasiado tarde para que muriera, era un hecho desde la muerte del pequeño hermano. Las palabras subyugantes: Todo está consumado.

53. Nuestro amor podía llevarnos a la cárcel.

54. No creo a la gente que dice: ‘He roto mi manuscrito, lo he tirado’. No lo creo. O bien lo que estaba escrito no existía para los demás, o no era un libro. Y uno siempre sabe lo que no es un libro.

55. Digo cualquier cosa, y después olvido. Tú lo sabes —sonríes—, pero yo sigo a tu lado en la desesperación que te procuro.

56. La historia está ahí, inevitable ya. La de un amor cegador. Siempre por venir, jamás olvidado.

57. Alrededor de la persona que escribe libro siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir.

58. No se trata de que sea necesario conseguir algo, sino de que es necesario salirse de donde se está… Puedo convertirme en lo que quieran que sea. Y creerlo.

59. El alcohol suplió la función que no tuvo Dios, también tuvo la de matarme, la de matar.

60. Le había pedido que lo hiciera otra vez y otra. Que me lo hiciera. Lo había hecho. Lo había hecho en la untuosidad de la sangre. Y, en efecto, había sido hasta morir. Y ha sido para morirse.

61. Es de locura lo bonita que tienes la piel.

62. La fuerza que ella lleva en sí, debe de experimentarla como una especie de inteligencia perdida que ya no le sirve de nada.

63. Ella dice que deberían llegar a vivir como lo hacen, con el cuerpo cansado en un desierto; en el espíritu, el recuerdo de un sólo beso, de una sola palabra, de una sola mirada para todo un amor.

64. En aquel período de mi primera soledad ya había descubierto que lo que tenía que hacer era escribir. Raymond Quesear me lo había confirmado. El único principio de Raymond era este: Escribe, no hagas nada más.

65. Podría escuchar cien veces tus historias de china…Ella le coge las manos y las apoya en su propia cara, las besa. Le pide que le cuente. El chino cuenta, con los ojos fijos sólo en ella, la pequeña blanche, una historia de la china imperial.

66. Recuerda el asombro general ante la extrañeza de una noche de la que se hablaba como de algo que hay que fijar fuera de la muerte para más adelante poder contarlo a los niños. Y también que ella hubiera sido partidaria de ocultar aquella noche de verano, de convertirla en cenizas.

67. Los besos en el cuerpo hacen llorar. Diríase que consuelan.

68. Yo no tengo idea, sólo tengo palabras y silencios.

69. Muy pronto en la vida es demasiado tarde.

70. Dejamos de conocer a la gente que conocemos y creemos haber esperado a quienes no conocemos.

Marguerite Duras siempre buscó sus momentos de soledad para entregarse al placer literario. Su casa se transformó en la casa de la escritura, porque de allí, y de su soledad (bien procurada y atesorada) nacieron todos sus textos.

Hemos terminado nuestro recorrido por las frases de Marguerite Duras. ¿Cuál ha sido tu favorita? ¿Te gustaría recomendarnos alguno de sus libros? Cuéntanoslo en la sección de comentarios. ¡Hasta pronto!