Julio Cortázar fue uno de los grandes maestros de la literatura. De pequeño, sólo quería permanecer en casa, leyendo y escribiendo. Al contrario de lo que suele darse en el seno de una familia, esta vez eran sus padres quienes insistían a la hora de jugar. Sin embargo, esto no debe confundirnos. La cara más lúdica del escritor se manifiesta en la novela que hemos seleccionado para esta nueva edición de Imprescindibles de la Literatura de Frases de la Vida, Rayuela. Una obra que ha marcado para siempre el universo de las letras y que permanece en el podio del imaginario colectivo como aquel libro al que deberíamos darle – o darle nuevamente – una leída atenta.
El boom latinoamericano fue un movimiento que, dada su potencia literaria, logró introducir esta región en el resto del mundo. Cortázar fue uno de sus más indiscutibles protagonistas, con su innumerable cantidad de cuentos, poesías, críticas, cartas y traducciones. Pero, si hiciéramos un corto ejercicio de asociación libre en relación a su nombre, probablemente saltara a la luz la palabra «rayuela». Y ello no es casual. Nos hallamos frente a una novela que, antes de su primer capítulo, nos introduce no sólo un «tablero de direcciones», sino también la posibilidad de convertirnos en lectores activos de la misma. Dicho tablero representa las diferentes maneras en que el texto puede ser leído. Por un lado, nos encontramos con una posible lectura lineal – aquella a la que estamos acostumbrados – mientras que, por el otro, se ofrecerían saltos a través de diferentes capítulos. Entonces, ¿cuántas historias hay en rayuela?
Del mismo modo, la novela se encuentra dividida en tres partes o capítulos: «El lado de allá», «Del lado de acá» y «De otros lados». La primera parte transcurre en París, donde Horacio, un intelectual argentino que trabaja como traductor, entablará una peculiar relación amorosa con la Maga (Lucía), de nacionalidad uruguaya, madre del bebé Rocamadour; una mujer de alma libre y desordenada, eterna desconocedora de las teorías y razones de Horacio. La segunda parte tiene lugar en Argentina y nos presenta personajes separados y una vida marcada por lo inesperado; la búsqueda y el desencuentro. Por último, la tercera parte se compone de capítulos que el mismo autor denomina «prescindibles», pero que, sin embargo, nos presentan datos capaces de comprender la historia – incluso el corazón de la novela – en profundidad.
La novela presenta «rupturas» de diferente talante. No sólo a nivel de la antes mencionada linealidad del texto, introduciendo una inmensa cantidad de saltos – al modo de una clásica rayuela – sino también en relación al lenguaje. Verás, Horacio y la Maga formularán con su amor un idioma innovador denominado glíglico, completamente rítmico y musical. Un modo de hablar que sólo comprenden ellos y que abrirá las puertas a la creación de un universo único y compartido. Ahora bien, luego de estas puntualizaciones, ¿qué te parece si comenzamos a descubrir las más célebres frases de Rayuela? Acompáñanos y escoge tu favorita.
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Las mejores frases de Rayuela
1. Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
2. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
3. Sólo viviendo absurdamente se podría romper alguna vez este absurdo infinito.
4. Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso.
5. Detrás de toda acción hay una protesta, porque todo hacer significa salir de para llegar a, o mover algo para que esté aquí y no allá; es decir que en todo acto está la admisión de una carencia, de algo no hecho todavía y que es posible hacer, la protesta tácita frente a la continua evidencia de la falta, de la merma, de la parvedad del presente.
6. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, lo atás con ayuda de las palabras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.
7. Ya para entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de brújulas.
8. Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
9. Lo que pasa es que me obstino en la inaudita idea de que el hombre ha sido creado para otra cosa.
10. Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas.
11. Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor.
12. Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose.
13. Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesarioempezar por cerrar los ojos.
14. ¡Oh corazón mío, no te levantes para testimoniar en contra de mí!
15. Para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero.
16. Cuando los amigos se entienden bien entre ellos, cuando los amantes se entienden bien entre ellos, cuando las familias se entienden bien entre ellas, entonces nos creemos en armonía. Engaño puro, espejo para alondras. A veces siento que entre dos que se rompen la cara a trompadas hay mucho mas entendimiento que entre los que están ahí mirando desde afuera.
17. La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos.
18. Pobre amor el que de pensamiento se alimenta.
19. Vos no podrías, dijo. Vos pensás demasiado antes de hacer nada. —Parto del principio de que la reflexión debe preceder a la acción, bobalina.
20. ¿Quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse?
21. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.
22. El alacrán clavándose el aguijón, harto de ser un alacrán pero necesitando de su alacranidad para acabar con el alacrán.
23. ¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación?
24. No se puede querer lo que quiero, y en la forma en que lo quiero, y de yapa compartir la vida con los otros. Había que saber estar solo y que tanto querer hiciera su obra, me salvara o me matara.
25. Hacés demasiado caso de unas pocas metáforas.
26. Pero lo malo del sueño no es el sueño. Lo malo es eso que llaman despertarse…
27. Tomá. Sabés, es tan difícil decirte: Te quiero. Tan difícil ahora. —Si parecería que a mí me das la copia con papel carbónico.
28. Comíamos hamburgers en el Carrefour de l’Odéon, y nos íbamos en bicicleta a Montparnasse, a cualquier hotel, a cualquier almohada.
29. Usaba las haches como penicilina.
30. Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes.
31. La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un sólo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro.
32. La vida se vive a sí misma, nos guste o no.
33. Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad.
34. Desdoblarse otra vez después de haber estado por un momento tan sola y tan enamorada frente a la eternidad de su cuerpo.
35. Siempre ha sido igual, es mucho más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres. Partís del principio –dijo la Maga–. Qué complicado. Vos sos como un testigo, sos el que va al museo y mira los cuadros. Quiero decir que los cuadros están ahí y vos en el museo, cerca y lejos al mismo tiempo. Yo soy un cuadro, Rocamadour es un cuadro. Etienne es un cuadro, esta pieza es un cuadro. Vos creés que estás en esta pieza pero no estás. Vos estás mirando la pieza, no estás en la pieza.
36. Las razones de arriesgar el presente por el futuro.
37. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames.
38. Y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
39. Nos conformamos con demasiado poco.
40. Es así como a mi edad el pasado se vuelve presente y el presente es un extraño y confuso futuro.
41. A veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho es la locura o un perro. Abrazado a la Maga, esa concreción de nebulosa, pienso que tanto sentido tiene hacer un muñequito con miga de pan como escribir la novela que nunca escribiré o defender con la vida las ideas que redimen a los pueblos.
42. No es por una cuestión de culpa, che. Sos dostoyevskianamente asqueroso y simpático a la vez, una especie de lameculos metafísico.
43. Todo dura siempre un poco más de lo que debería.
44. La melancolía de una vida demasiado corta para tantas bibliotecas.
45. Pero en el jazz como en cualquier arte hay siempre un montón de chantajistas. Una cosa es la música que puede traducirse en emoción y otra la emoción que pretende pasar por música. Dolor paterno en fa sostenido, carcajada sarcástica en amarillo, violeta y negro. No, hijo, el arte empieza más acá o más allá, pero no es nunca eso.
46. No hay sustancias más letales que esas que se cuelan por cualquier parte, que se respiran sin saberlo, en las palabras o en el amor o en la amistad.
47. Lo que para él había sido análisis de probabilidades, elección o simplemente confianza en la rabdomancia ambulatoria, se volvía para ella simple fatalidad. ¿Y si no me hubieras encontrado?, le preguntaba. No sé, ya ves que estás aquí…
48. Y así es cómo los que nos iluminan son los ciegos.
49. …el amor juega a inventarse, huye de sí mismo para volver en su espiral sobrecogedora, los senos cantan de otro modo, la boca besa más profundamente o como de lejos, y en un momento donde antes había como cólera y angustia es ahora el juego puro, el retozo increíble, o al revés, a la hora en que antes se caía en el sueño, el balbuceo de dulces cosas tontas, ahora hay una tensión, algo incomunicado pero presente que exige incorporarse, algo como una rabia insaciable.
50. Era como una piedra negra en el medio de su alma.
51. Después de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás.
52. El verdadero amante amaba sin esperar nada fuera del amor, aceptando ciegamente que el día se volviera más azul y la noche más dulce y el tranvía menos incómodo.
53. Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las anillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios.
54. Defenderé ser yo hasta que no pueda más.
55. Tengo suficiente inteligencia como para empezar a destruirla ventajosamente.
56. El hombre es el animal que pregunta. El día en que verdaderamente sepamos preguntar, habrá diálogo. Por ahora las preguntas nos alejan vertiginosamente de las respuestas.
57. ¿Cómo convencerá el asesinado a su asesino de que no ha de aparecérsele?
58. Convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
59. De golpe, en la mitad de una sonrisa la boca se te convierte en una araña peluda.
60. De sus amantes acababa por hacer amigas, cómplices en una especial contemplación de la circunstancia. Las mujeres empezaban por adorarlo (realmente lo hadoraban), por admirarlo (una hadmiración hilimitada), después algo les hacía sospechar el vacío, se echaban atrás y él les facilitaba la fuga, les abría la puerta para que se fueran a jugar a otro lado.
61. Y por eso Gregorovius insistía en conocer el pasado de la Maga, para que se muriera un poco menos de esa muerte hacia atrás que es toda ignorancia de las cosas arrastradas por el tiempo.
62. El tercer cigarrillo del insomnio se quemaba en la boca de Horacio Oliveira sentado en la cama; una o dos veces había pasado levemente la mano por el pelo de la Maga dormida contra él. Era la madrugada del lunes, habían dejado irse la tarde y la noche del domingo, leyendo, escuchando discos, levantándose alternativamente para calentar café o cebar mate.
63. Me hartabas un poco con tu manía de perfección, con tus zapatos rotos, con tu negativa a aceptar lo aceptable.
64. Todo lo que se escribe en estos tiempos y que vale la pena leer está orientado hacia la nostalgia.
65. Los dos lo sintieron en el mismo instante, y resbalaron el uno hacia el otro como para caer en ellos mismos, en la tierra común donde las palabras y las caricias y las bocas los envolvían como la circunferencia al círculo, esas metáforas tranquilizadoras, esa vieja tristeza satisfecha de volver a ser el de siempre, de continuar, de mantenerse a flote contra viento y marea, contra el llamado y la caída.
66. –Al final, como siempre, un acto de fe –dijo Etienne, riendo–. Sigue siendo la mejor definición del hombre.
67. Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo.
68. Así es como alguien, sin saberlo, llega a mostrarte irrefutablemente un camino que por su parte sería incapaz de seguir.
69. La risa ella sola ha cavado más túneles útiles que todas las lágrimas de la tierra.
70. Cómo cansa ser todo el tiempo uno mismo. Irremisiblemente.
Hasta aquí nuestra selección de frases de Rayuela. ¿Qué te han parecido? ¿Ya habías leído esta novela? ¿Conoces otras frases de Rayuela que debamos incluir en este artículo? Nos encantaría recibir tus impresiones y propuestas en la sección de comentarios. ¡Nos encontramos la próxima con muchas más Frases de la Vida!