Las frases de Roberto Arlt son como su obra: grotescas, enloquecidas e interesantísimas. Este escritor, periodista e inventor argentino nació en Buenos Aires en 1900, en el seno de una familia inmigrante de Prusia. Su padre, un soplador de vidrio de carácter muy fuerte, fue una de las razones por las que abandonó la casa familiar cuando sólo contaba dieciséis años. Arlt empezó a trabajar entonces en todo tipo de oficios, como pintor, ayudante en una librería o peón.

Las frases de Roberto Arlt provienen de sus obras más famosas, como El juguete rabioso o Los siete locos, obras a veces de carácter surreal, a veces casi autobiográficas, pero en todo caso siempre viscerales. Aunque su faceta más conocida fue la de periodista, ya que colaboraba como columnista en el periódico El mundo, pero Artl también buscaría carrera como inventor, algo que siempre lo obsesionaría y con lo que nunca conseguiria el éxito.

70 Frases de Roberto Arlt, el periodista y escritor argentino

1. Sobrellevaban la monotonía de su vida con resignación de cadáver.

2. Es síntoma de una inteligencia universal poder regalarse con distintas bellezas.

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3. No exagero cuando digo que la lucha de los partidos políticos en nuestra patria no es nada más que una riña entre comerciantes que quieren vender el país al mejor postor.

4. Yo percibía inmensos espacios de tiempo entre mi ayer taciturno y mi hoy caviloso.

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5. Todo cuesta en esta tierra. La vida no regala nada, absolutamente. Todo hay que comprarlo con libras de carne y sangre.

6. Un hombre sin defectos sería inaguantable, porque jamás le daría motivo a sus prójimos para hablar mal de él, y lo único que nunca se le perdona a un hombre, es su perfección.

7. Amor, piedad, gratitud a la vida, a los libros y al mundo me galvanizaban el nervio azul del alma.

8. Y, sin embargo, yo necesito amar a alguien, darme forzosamente a alguien.

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9. ¿Por qué motivo la felicidad humana ocupa tan poco espacio?

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10. En vez de felicitarnos del nacimiento de una criatura debíamos llorar de haber provocado la aparición en este mundo de un mísero y débil cuerpo humano, que a través de los años sufrirá incontables horas de dolor y escasísimos minutos de alegría.

11. Allí bebimos, pero la vida giraba en torno nuestro como el paisaje en los ojos de un ebrio.

12. Al mismo tiempo que me sonreía con las mandíbulas, me daba puñaladas con los ojos.

13. A veces me parece un mal sueño esta vida.

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14. En realidad, uno no sabe qué pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches.

15. No creían en la felicidad. De más está decir que una esperanza posiblemente hubiera transformado a estas almas, pero la esperanza requiere cierta amplitud de sentimientos, incompatible con la total aceptación del fracaso que revelaban.

16. No mire lo que hagan los demás. No le importe un pepino lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre el bien y el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces.

17. Estéticamente, psicológicamente, el espíritu, los hechizos, los demonios, son las formas humanas, en que el ser viviente puede traducir con palabras la emoción de belleza que le produce el paisaje.

18. Yo no he de morir, pero tengo que matarme.

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19. Porque no habrá en la noche un camino abierto por el cual se pueda correr una eternidad alejándose de la tierra.

20. Usted tiene condiciones innegables, pero estudie, usted cree que porque piensa lo ha hecho todo, y pensar no es nada más que un principio.

21. Los hombres eran locos. Sufrían cuando eran felices por miedo a perder la felicidad.

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22. ¿Por qué nacerán chicos que desde los 5 años demuestran una pavorosa seriedad de ancianos?

23. Sin embargo, se tolera, y se sonríe y se saluda… porque «así es la vida”.

24. Lo que extingue su fuerza es la terrible impotencia de estar solo, de no tener junto a él un alma que recoja su desesperado SOS.

25. La struggle for life, che, unos se regeneran y otros caen; así es la vida.

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26. Cada hombre lleva en sí una distinta cantidad de voluntad de vivir. Cuantas más fuerzas, más pasiones, más deseos, más furores de plasmarse en todas las direcciones de inteligencia que se ofrecen a la sensibilidad humana.

27. Galicia emociona como un dulcísimo llanto. Su paisaje es tan puro, que el corazón se arremansa en él. Su montaña no es brutal, sino idílica. Y yo sé cómo los seres humanos, que han nacido en la montaña, aman a la montaña. Es el amor de toda su vida.

28. La práctica del peligro contribuye a formarnos hábitos de prudència.

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29. Pero él ya estaba vacío, era una cáscara de hombre movida por el automatismo de la costumbre.

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30. Interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente: “¿Soy sincero conmigo mismo?” Y si el corazón le dice que sí y tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar. Esté segurísimo de eso.

31. Seremos como dioses. Donaremos a los hombres milagros estupendos, deliciosas bellezas, divinas mentiras, les regalaremos la convicción de un futuro tan extraordinario, que todas las promesas de los sacerdotes serán pálidas frente a la realidad del prodigio apócrifo.

32. ¿Qué significa el esfuerzo en la gran llanura, comparado con la lucha en la mar traidora o en la montaña empinadísima?

33. ¡Ah, es menester saber las miserias de esta vida puerca, comer el hígado que en la carnicería se pide para el gato, y acostarse temprano para no gastar el petróleo de la lámpara!

34. Sí, todo lo que imagina la mente del hombre puede ser realizado dentro de los tiempos. ¿No ha impuesto ya Mussolini la enseñanza religiosa en Italia?

35. Piensa que hay murallas infinitas. Edificios que tienen ascensores rápidos y ascensores mixtos: tanta es la altura a recorrer.

36. Pero he aquí mi idea: esa sociedad se compondrá de dos castas, en las que habrá un intervalo…Mejor dicho, una diferencia intelectual de treinta siglos. 

37. Y así despertar a los hombres, para demostrar qué regocijo nos engrandece las almas cuando quebrantamos la ley y entramos sonriendo en el pecado.

38.  Si ahora viniera un dios y me preguntara: ¿Quieres tener fuerzas para destruir a la humanidad? ¿Yo la destruiría? ¿La destruiría yo? No, no la destruiría. Porque el poder hacerlo le quitaría interés al asunto. Además, ¿Qué iba a hacer yo solo en la tierra?

39. Sí, vida…Vos sos linda, vida… ¿Sabés? De aquí en adelante adoraré a todas las cosas hermosas de la Tierra…Cierto…Adoraré a los árboles, y a las casas y a los cielos…Adoraré todo lo que está en vos.

40. Literatos de mostrador. Inventores de barrio, profetas de parroquia, políticos de café y filósofos de centros recreativos serán la carne de cañón de nuestra sociedad.

41. El fuego de las baterías parecía enconado rabiosamente sobre las ruinas; algunos proyectiles habían roto los caños del estanque; a cada explosión las piedras volaban entre espesas nubes de humo negro y polvo.

42. Sólo se anima cuando lo prodigioso interviene en nuestra conversación. Y así le pasa a todos los hombres, canallas o santos.

43. Pequeñas mesitas laqueadas de rojo ponían al alcance de la mano chucherías de bronce. El aire aromatizaba simultáneamente a sándalo, a jazmín, a incienso y azahar.

44. No tendremos nunca contacto sexual. Para hacer más duradero nuestro amor, refrenaremos el deseo, y tampoco la besaré en la boca, sino en la mano. 

45. El hombre siente que su cuerpo se confunde en el cansancio con las sábanas; y, de pronto, el cacareo de un gallo lo hace respingar furiosamente. 

46. Todo esto es una locura posible, y siempre se vive en una atmósfera de sueño y como de sonambulismo cuando se está en camino de realizar las cosas. 

47. Después de destrozar para siempre la vida de un hombre… podremos volver a caminar tranquilos.

48. En realidad, usted quisiera vivir como los demás, ser honrado como los demás, tener un hogar, una mujer, asomarse a la ventana para mirar los transeúntes que pasan, y sin embargo, ya no hay una sola célula de su organismo que no esté impregnada de la fatalidad que encierran esas palabras: tengo que matarlo.

49. Mi mente de despejó de sensaciones secundarias; yo sólo era un latido de corazón, un ojo lúcido y abierto al serenísimo interior.

50. ¿Acaso la vida es otra cosa que la aceptación tranquila de la muerte que se viene callando?

51. Se ha inventado casi todo pero no ha inventado el hombre una máxima de gobierno que supere a los principios de un Cristo, un Buda.

52. Lo que hacen los libros es desgraciar al hombre, créalo. No conozco un sólo hombre feliz que lea.

53. Se percibe la frialdad de los huesos de los antiguos muertos. Parece que en este paraje en ruinas se hubiera detenido la respiración del mundo.

54. Le cito esto como una prueba de la eficacia del bastón en la espalda de los pueblos. La cuestión es apoderarse del alma de una generación…El resto se hace solo.

55. Estoy colmado de imprecisos deseos, de una vaguedad que es como neblina, y adentrándose en todo mi ser, lo torna casi aéreo, impersonal y alado.

56. ¿Quiénes van a hacer la revolución social, sino los estafadores, los desdichados, los asesinos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna?

57. No tener contacto sexual…,pero era más fácil detener la tierra en su marcha que realizar tal absurdo.

58. Yo ahora era libre, podía hacer lo que se me antojara…Matarme si quería…Pero eso era algo ridículo…Y yo…Yo tenía necesidad de hacer algo hermosamente serio, bellamente serio: adorar a la vida.

59. Se dejó arrastrar quizá buscando en el naipe y en la hembra una consolación brutal y triste, quizá buscando en todo lo más vil y hundido cierta certidumbre de pureza que lo salvará definitivamente.

60. Te prevengo que tengo el corazón duro, pero hay momentos en que me dejaría hacer pedazos por el primer desgraciado que se me cruza al paso.

61. Yo era un asesino. Y sin embargo yo, el asesino, he amado todas las bellezas y he luchado en mí mismo contra todas las horribles tentaciones que hora tras hora subían de mis entrañas. 

62.  Hay momentos en nuestra vida en que tenemos necesidad de ser canallas, de ensuciarnos hasta adentro.

63. Casas, más casas, rostros distintos y corazones iguales. 

64. El tiempo transcurría con lentitud, y mi conciencia descentrada de extrañeza y fatiga recogía en el espacio el silencioso dolor de la especie.

65. Estos imbéciles…Bien engañados…, lo suficientemente recalentados, son capaces de ejecutar actos que le pondrían a usted la piel de gallina.

66. Yo no soy un perverso, soy un curioso de esta fuerza enorme que está en mí.

67. A momentos me decía lo curioso que hubiera resultado para los otros pasajeros el saber que esos dos hombres, hundidos en el acolchado de cuero de los asientos, eran: uno el próximo asesino y el otro su víctima.

68. Al otro lado de los verdinosos muros de vidrio estaba la hermosa vida cantante y altísima.

69. El hombre es una bestia triste a quien sólo los prodigios conseguirán emocionar. 

70. No le discutiré el derecho al escepticismo, pero el escepticismo es un lujo de minoría…Al resto le serviremos la felicidad bien cocinada y la humanidad engullirá gozosamente la divina bazofia.

Esperamos que te hayan gustado estas frases de Roberto Arlt, el interesante periodista y escritor de Buenos Aires con una obra interesante e intensa. ¿Te animas con alguno de sus libros? ¿Has leído alguno? ¿Quieres proponernos otras frases de Roberto Arlt para que añadamos a nuestra selección? Te leeremos encantados. 🙂