Silvina Ocampo nació en el año 1903 en Buenos Aires, Argentina. Fue la menor de seis hijas de una familia de la alta sociedad. Desde pequeña, entre travesuras y dotada de una personalidad extravagante – e introvertida a su vez – estudió pintura y demostró un marcado interés por la poesía. Su hermana mayor, Victoria Ocampo, la introdujo en el ambiente literario y juntas presenciaron y dirigieron grandes eventos culturales de la época. De este modo y fiel a sus pasiones, su círculo íntimo se compuso de grandes figuras del mundo de las letras: fue amiga de Jorge Luis Borges y de Alejandra Pizarnik y se casó con Adolfo Bioy Casares, con quien tuvo a su única hija, Marta. En este nuevo artículo de Frases de la Vida nos dedicaremos a disfrutar de las mejores frases de Silvina Ocampo, la grandiosa hermana menor.

Se desempeñó como cuentista, poeta, novelista y traductora, especialmente de poetas ingleses y norteamericanos, como la célebre Emily Dickinson. Su primer libro de cuentos fue Viaje olvidado, publicado en el año 1937. Por su parte, su primera publicación poética se produjo en el año 1942 con el título Enumeración de la patria, obra galardonada con el Premio Municipal de Poesía. Muchos otros poemarios le sucederían con una gran aceptación por parte del público lector. Asimismo, escribió una novela policial en colaboración con su esposo, el antes mencionado Bioy Casares, llamada Los que aman odian (1946). También en colaboración con Bioy y Borges realizó la Antología de literatura fantástica (1940) y escribió una obra teatral en verso, Los traidores (1956) en compañía de Juan R. Wilcock.

Sus escritos se encuentran habitados por seres fantásticos que despliegan toda la potencia de la ironía y del humor negro, recursos recurrentes en la obra de la autora. También nos encontraremos con narradores impotentes e incapaces de discernir entre el bien y el mal, desapegados de las pautas éticas comunmente compartidas y reproducidas en comunidad. Son estas algunas de las vestiduras que utiliza Silvina Ocampo para hacer una crítica de las convenciones sociales y de las estructuras más tradicionales y conservadoras de su época. Ésta y otras temáticas, como la infancia, son abordadas por la argentina en sus diferentes producciones literarias, con una pluma inteligente y provocadora.

Luego de esta breve introducción, acompáñanos a descubrir las mejores frases de Silvina Ocampo, ¡te conmoverán!

Las mejores frases de Silvina Ocampo

1. La luz de su cuarto me habla de él cuando no está. Me acompaña cuando tengo miedo. Y siempre tengo miedo porque soy valiente. 

2. En los momentos más trágicos me río o enciendo un cigarrillo y me echo al suelo y te miro como si nada malo tuviera que suceder. 

3. ¿Cuánto tiempo hace que no pienso en otra cosa que en ti, imbécil, que te intercalas entre las líneas del libro que leo, dentro de la música que oigo, en el interior de los objetos que miro?

4. Lo único que sabemos es lo que nos sorprende: que todo pasa, como si no hubiera pasado.

5. Yo no quiero que me respeten. Yo quiero que me quieran.

6. Nunca pensé que envejecer fuera el más arduo de los ejercicios, una suerte de acrobacia que es un peligro para el corazón.

7. Era como si nuestros labios hubieran estado sellados para todo lo que no fuesen besos nerviosos, insatisfechos o palabras inútiles.

8. La música se compone de infinidad de recuerdos que nos obligan a ser excesivamente injustos con ella.

9. Yo moriría por vos. Vos, ¿vivirías por mi?

10. Podré olvidar muchas experiencias de la vida, pero no las de la infancia. Siempre recuerdo aquel verso que dice: ¡Oh, infancia! ¡Oh, mi amiga! Y lo que importa en él es lo que no se dice. 

11. Todo disfraz repugna al que lo lleva.

12. Ser tu puerta, tu luz cuando te alejas, alguien que no trató de ser amada.

13. Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño y vuelven a bajar dormidos, y vuelven a tocar el fondo del mar y se despiertan y vuelen a subir. Así son nuestros sueños, como delfines.

14. Desearía haber nacido en otra época, siempre que te hubiera encontrado en ella.

15. El amor y la muerte se parecen: cuando estamos perdidos acudimos a ellos.

16. Se amaban con ternura, pasión, fidelidad. Trataban de estar siempre juntos y cuando tenían que separarse por cualquier motivo, durante ese tiempo tanto pensaban el uno en el otro que la separación era otra suerte de convivencia, más sutil, más sagaz, más ávida.

17. Dormiría toda mi vida para conseguir un sueño.

18. El recuerdo conserva una antigua retórica, se eleva como un árbol o una columna dórica, habitualmente duerme dentro de nuestros sueños y somos en secreto sus exclusivos dueños.

19. ¿Qué es un rostro amado? Un rostro que nunca es el mismo, un rostro que se transforma infinitamente, un rostro que nos defrauda.

20. Soñaba con ser vieja para tener tiempo para muchas cosas. 

21. Temíamos caer violentamente en el silencio como en un abismo y nos mirábamos con laconismo como armados guerreros frente a frente.

22. Es cierto que los niños de corta edad siempre me parecen dementes; los diálogos, los juegos que practican, las palabras que profieren son indudables ejemplos de locura. Atravesar la infancia es una severa prueba para la razón.

23. Yo temblaba al mirarte, yo temblaba como tiemblan las ramas reflejadas en el agua movida por el viento.

24. Las caras de los hombres que en mi vida he encontrado me persiguen y viven adentro de mi espíritu.

25. Ciertas posturas nos hacen creer en la felicidad. A veces estar acostada me hizo creer en el amor.

26. Atravesar la infancia es una severa prueba para la razón.

27. No me conozco. Conozco a los otros, a los que me conocen.

28. La mentira origina el miedo y el miedo la mentira. 

29. Dios mío, que me sea dado no olvidarme de aquellos ojos. Que el iris viva en mi corazón como si mi corazón fuese de tierra y el iris una planta. 

30. No te oculto nada. Ese espejo me recuerda mi desventura: somos dos y no una sola persona.

31. Envejecer es no poder olvidar lo que se olvida.

32. La reja del ascensor tenía flores con cáliz dorado y follajes rizados de fierro negro, donde se enganchan los ojos cuando uno está triste viendo desenvolverse, hipnotizados por las grandes serpientes, los cables del ascensor.

33. Nuestra infancia es ciertamente nuestra amiga, pero nosotros no fuimos amigos de nuestra infancia porque entonces no existíamos como somos ahora. 

34. Haz brotar sangre al menos de mi herida, que estoy cansada de morir apenas.

35. Íbamos a ninguna parte, es cierto, y estábamos perdidos: no importaba.

36. ¿Por qué no dormiré? Porque en la oscuridad hay ubicuos ejércitos que llegan de mi infancia.

37. Aquel ser desvalido que fuimos a veces nos conmueve porque nadie pudo comprenderlo del todo, salvo nosotros… que todavía no estábamos a su lado.

38. No quería ser joven, porque perdía el tiempo en amar solamente. Ahora pierdo más tiempo que nunca en amar, porque todo lo que hago lo hago doblemente.

39. Y después que el llanto disminuyó despacito… aparecieron dos piecitos desnudos saltando a la cuerda, y una risa y otra risa caían de los pies desnudos de Celestina en camisón, saltando con un caramelo guardado en la boca. 

40. No viviré si no es para buscarte y cruzaré el dolor para adorarte.

41. Después de todo, el sueño es la prefiguración de la muerte. Prisionera, perdida, siempre esclava de tu felicidad.

42. Había una araña que trabajaba en la pequeña selva umbrosa de la casa. En cambio de redes finas producía un crochet ancho, gris, color crema. Salía con todos los puntos perfectos, muy asegurados, ese crochet.

43. Nadie acepta ser viejo porque nadie sabe serlo, como un árbol o como una piedra preciosa.

44. ¡Oh tú, que me entregaste la armonía! Desesperando creo en tu promesa. Amor, contémplame, en tus brazos, presa.

45. Mátame, espléndido y sombrío amor, si ves perderse en mi alma la esperanza.

46. Siempre pensé que las edades son todas crueles, y que se compensan o tendrían que compensarse las unas con las otras.

47. Las puertas se abrían con largos quejidos y todos los pies que entraron se transformaron en rodillas.

48. Y de nuevo surgió una risa de pelo suelto, y la voz negra gritó, haciendo un pozo oscuro sobre el suelo: ¡Voy a matarte!

49. Todo el mundo dice : Yo tal cosa, yo tal otra, salvo yo que preferiría no ser yo. Soy adivina. Sospecho a veces que no adivino el porvenir, sino que lo provoco. 

50. El tiempo transcurrido nos arrincona; nos parece que lo que quedó atrás tiene más realidad para reducir el presente a un interesante precipicio. Envejecer.

Damos por finalizado nuestro artículo de frases de Silvina Ocampo. ¿Qué te han parecido estos pasajes? ¿Ya has leído alguno de los libros de esta autora argentina? ¿A qué otro escritor te gustaría conocer en profundidad? Te esperamos en la sección de comentarios para compartir opiniones y sugerencias, ¡nos encantará leerte! No olvides compartir este artículo con todos los amantes de la literatura, y, especialmente, de la grandiosa Silvina Ocampo. ¡Hasta la próxima!