William Golding fue un escritor y poeta inglés nacido en Newquay, el 19 de septiembre del año 1911. Lo cierto es que las letras llegaron a sus manos en la ternura de su infancia. Durante su niñez y juventud recibió una fuerte influencia literaria que permitió la construcción de los cimientos sobre los cuales se elevaría años más tarde la inmensidad de su talento, presente en cada una de las frases de William Golding a continuación.

Admiró enormemente a grandes iconos de la literatura universal tales como William Shakespeare y Alfred Tennyson. Fue estudiante de literatura inglesa en la Universidad de Oxford y, más tarde, ocupando un cargo de profesor en la Bishop Wandsworths School, en Salisbury, publicó su primer volumen de poemas. Entre sus aventuras también debemos contar su enlistamiento en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial, donde desembarcó en Normandia hasta finalizar la contienda. Cuando los sucesos bélicos mermaron se dedicó a todas luces a su labor literaria, y muchas de sus experiencias a bordo se encuentran presentes, directa o indirectamente, entre las páginas de su primera novela: «El señor de las moscas», una de las más populares de la literatura inglesa.

Entre los reconocimientos que obtuvo debemos destacar el Premio Nobel de Literatura en 1983 y el título de Sir otorgado por Isabel II de Inglaterra, en el año 1988. No podemos resumir el inmenso mérito de Golding en unas pocas líneas, pero es posible anticipar que se trató de un autor extremadamente hábil en la tarea de reunir los horrores del ser humano con su hambre de aventuras. Estos factores se entremezclan en una deliciosa trama narrativa. ¿Qué te parece si probamos un poco de ella con cada una de las frases de William Golding seleccionadas para este artículo? Acompáñanos una vez más en Frases de la Vida.

Las mejores frases de William Golding

1. Caminaron juntos, como dos universos distintos de experiencia y sentimientos, incapaces de comunicarse entre sí.

La primera de las frases de William Golding nos habla acerca de las diferencias que levantan paredes. Y es que en ocasiones la diferencia construye, da lugar a la fusión y a la creación de ideas combinadas e innovadoras. Pero cuando la diferencia es estructural, abismal en cierto sentido, la comunicación puede resultar imposible.

2. Se perdió en un laberinto de pensamientos que resultaban oscuros por no acertar a expresarlos con palabras.

En esta cita el escritor manifiesta que la verbalización esclarece el pensamiento. Otorga claridad y ordena el flujo mental (muchas veces incesante). Es importante salir del laberinto psicológico a través del habla y de la comunicación honesta.

3. La falta de sueño y el exceso de comprensión me vuelven un poco loco, creo, igual que ocurre a todos los hombres que viven en el mar demasiado cerca los unos de los otros y demasiado cerca, por ende, de todo lo que hay de monstruoso bajo el sol y la luna.

El mar es uno de los principales escenarios en la narrativa de William Golding. Nos regaló, por ejemplo, la llamada «Triología del mar» compuesta por «Ritos de paso», «Cuerpo a cuerpo» y «Fuego en las entrañas», cada una de las cuales admite una lectura independiente de la otra.

4. Las ideas más brillantes son siempre las más sencillas.

En ocasiones podemos perdernos en la oscuridad de nuestro sinfín mental; elaboramos nexos asociativos en busca de la solución perfecta, perdiendo de vista las alternativas más sencillas y amables. Es como tomar el camino más largo y zigzagueante para llegar a destino, cuando caminar en línea recta hubiese resultado suficiente.

5. ¿Qué es lo que somos? ¿Personas? ¿O animales? ¿O salvajes?

La obra de William Golding podría ser resumida en estas cuatro preguntas. ¿Qué somos? ¿Personas, animales, o salvajes? Reiteradamente, el autor se dedicó a poner de manifiesto la parte más oscura del ser humano, la naturaleza maligna presente en él. Y Golding se anima a jugar con la idea de un salvajismo atravesado por la civilización occidental; un salvajismo animal atenuado que deriva en personas hipócritas.

6. Advirtió que al fin se explicaba por qué era tan desalentadora aquella vida, en la que cada camino resultaba una improvisación y había que gastar la mayor parte del tiempo en vigilar cada paso que uno daba.

Vigilar cada uno de los pasos que damos puede resultar sumamente desalentador. Imagínate caminar por la cuerda floja durante todo el día, controlando cada pequeño paso e improvisando una mirada hacia adelante para evitar el terror a la caída. Quizás, debamos olvidar la cuerda y soltar esa perpetua necesidad de control.

7. Aceptaron los placeres de la mañana -el sol brillante, el mar dominador y la dulzura del aire- como las horas agradables para los juegos, durante los cuales la vida estaba tan repleta que no hacían falta esperanzas, y por ello se olvidaban.

Una de las frases de William Golding perteneciente a «El señor de las moscas». La misma cuenta la historia de un grupo de niños que, como consecuencia de un accidente de aviación en el cual mueren todos los adultos, se encuentran naufragando en una isla desierta. Con el paso del tiempo, los niños crearán una sociedad tiránica y oscura donde los más fuertes pretenderán el control absoluto sobre los demás.

8. Se miraron perplejos, con amor y odio.

Frases de William Golding sobre el amor, sí las hay. En esta, particularmente, se incluye el elemento del odio, afirmando la ambivalencia de nuestro sentir. ¿Podemos amar y odiar en partes iguales a la misma persona? La pregunta nos sumerge en la perplejidad.

9. ¿Quién afilaría una punta para vencer la oscuridad del mundo?

El autor inglés supo subrayar a la perfección la débil naturaleza humana, su fuerte tendencia a corromper y a ser corrompido, su afición al poder y a la traición. Por eso se cuestiona y nos interpela. ¿Qué opinas tu?

10. Nuestro país, pese a toda su grandeza, existe algo que no se puede hacer, y es trasladar a alguien totalmente de una clase a otra. 

La brecha de clases siempre fue una preocupación para el autor. «El señor de las moscas» dio lugar a una serie de teorías políticas y literarias, que William Golding elaboró mediante el análisis de factores socioculturales desde una perspectiva crítica, apelando de manera constante a su amplia formación humana.

Más Frases de William Golding

11. Las trepadoras y los arbustos estaban tan próximos que iba dejando el sudor sobre ellos, y en cuanto él pasaba volvían a cerrarse. Una vez alcanzado el centro, se encontró seguro en una especie de choza, cerrada por una pantalla de hojas.

12. Aquel espacio estaba cercado por oscuros arbustos aromáticos, y todo él era un cuenco de luz y calor. Un gran árbol caído en una de las esquinas descansaba contra los árboles que aún permanecían en pie y una veloz trepadora lucía sus rojos y amarillos brotes desde la cima.

13.  …Mas esta superstición baja y reprensible no se puede aplicar a nuestras damas y caballeros. No explica nada en absoluto.

14. Se sentó en cuclillas, separó las hojas y se asomó al espacio abierto frente a él. Nada se movía excepto una pareja de brillantes mariposas que bailaban persiguiéndose en el aire cálido.

15. No hace mucho tiempo que conocemos a nuestros hombres, señor mío. Después de lo de ayer, y comprendo que no es usted partidario de los estimulantes de ningún tipo, le ruego que espere hasta que se le haya dado su ron a la tripulación.

16. El grito pasó sobre él y cruzó el extremo más estrecho de la isla, desde el mar a la laguna, como el grito de un pájaro en vuelo. No se paró a pensar… Los rayos de sol caían sobre él como charcos de luz y el sudor formó surcos en su cuerpo.

17. Las nubes seguían acumulándose sobre la isla. Durante todo el día, una corriente de aire caliente se fue elevando de la montaña y subió a más de tres mil metros de altura; turbulentas masa de aire acumularon electricidad estática hasta que el aire pareció a punto de estallar.

18. ¿Es que no hay nadie aquí con un poco de sentido común? Tenemos que volver a encender esa hoguera. ¿Nunca piensas en eso, verdad Jack? ¿O es que no quieres que nos rescaten?

19. La tribu danzaba. En alguna parte, tras aquella rocosa muralla, habría un círculo oscuro, un fuego resplandeciente y carne. Estarían saboreando tanto el alimento como el sosiego de su seguridad.

20. Y las ocasiones se esfumaban tan rápidamente que era necesario aferrarse en seguida a una decisión.

21. ¡Aunque para mi carrera es usted ahora mucho más peligroso de lo que jamás lo fueran los franceses! Después de todo, ellos no podían más que matarme o herirme, pero usted…

22. Para otros resultaba fácil levantarse y hablar ante una asamblea, al parecer, sin sentir esa terrible presión de la personalidad; podían decir lo que tenían que decir como si hablasen ante una sola persona.

23. Me da miedo -dijo Piggy- y por eso le conozco. Si alguien te da miedo, le odias, pero no puedes dejar de pensar en él.

24. Sabían muy bien por qué no lo habían hecho: hubiera sido tremendo ver descender la navaja y cortar carne viva; hubiese sido insoportable la vista de la sangre.

25. La luna pasaba por el lado del poniente de la barranca, pero la luz era apenas perceptible en la tierra, a causa del resplandor rojizo del fuego.

26. Tienen que darse cuenta que el miedo no les puede hacer más daño que un sueño.

27. Es nuestra isla. Es una isla estupenda. Podemos divertirnos muchísimo hasta que los mayores vengan por nosotros.

28. La mejor medicina para el señor Colley sería una visita amable del capitán, que tanto temor le inspira.

29. La gente nunca resulta ser del todo como uno cree que es.

30. Los gritos llegaban ahora desde lejos, más tenues… Su voz se alzó sobre el negro humo, ante las ruinas de la isla… Y en medio de ellos, con el cuerpo sucio, el pelo enmarañado y la nariz goteando, lloró por la pérdida de la inocencia, las tinieblas del corazón del hombre y la caída al vacío de aquel verdadero y sabio amigo.

31. Todo se paralizaba, salvo las moscas, que poco a poco ennegrecían a su Señor y daban a la masa de intestinos el aspecto de un montón de brillantes carbones.

32. Al llegar la tarde, el sol se había ocultado y un resplandor broncíneo vino a reemplazar la clara luz del día. Incluso el aire que llegaba del mar era asfixiante, sin ofrecer alivio alguno.

33. Habíamos cambiado de rumbo más al sur, y en el idioma de nuestros lobos de mar -que, confieso, hablo cada vez con más placer- habíamos pasado de navegar amura a estribor a navegar largo a estribor de la cuadra.

34. …Eso le hacía a uno pensar; porque pensar era algo valioso que lograba resultados…

35. El mundo, aquel mundo comprensible y racional, se escapaba sin sentir.

36. Los colores del agua se diluían, y los árboles y la rosada superficie de las rocas, al igual que las nubes blancas y oscuras, emanaban tristeza.

37. Su mente estaba llena de recuerdos: los recuerdos de la revelación al acorralar a aquel jabalí combativo; la revelación de haber vencido a un ser vivo, de haberle impuesto su voluntad, de haberle arrancado la vida, con la satisfacción de quien sacia una larga sed.

38. …Pero murmuró algo de que entre la tripulación se opinaba que el llevar a un cura en un barco era como llevar a una mujer en un bote de pesca: algo así como convocar automáticamente a la mala suerte.

39. Después vendrá un período en el cual, aunque no estén más dispuestos a razonar que ahora mismo, por lo menos estarán más tranquilos y pacíficos…

40. La traducción perfecta de un idioma a otro es imposible. El idioma de la Gran Bretaña es la clase.

Con esto concluye nuestra selección de frases de William Golding. ¿Cuál ha sido tu favorita? ¿Quieres contarnos algo más acerca de este intrigante personaje literario? ¡Nos encantaría leerte en la sección de comentarios! Nos encontramos la próxima con muchas más Frases de la Vida.