A principios de la obra de Benito Peréz Galdós podemos encontrar ciertas huellas de romanticismo, sin embargo, este escritor abrió paso al realismo donde en medio una observación minuciosa retrataba a sus personajes con una psicología propia en medio de la cotidianidad. El español fue uno de los mejores cronistas de su tiempo, evidencia ello son sus Episodios Naturales, una narración audaz de algunos de los más relevantes hechos históricos del siglo XIX en España. Dado su talento con la pluma en variadas ocasiones se le ha colocado a la altura de Miguel de Cervantes, es por ello que en Frases de la Vida tenemos para ti las profundas frases de Benito Pérez Galdós.
Quien de joven inició sus estudios en derecho, sin embargo, nunca término dicha carrera pues se inclinó por sus grandes pasiones: la literatura y la crítica musical. También se desarrolló con éxito en el teatro, el periodismo y en cargos políticos, debido a estos últimos no pudo recibir el Premio Nobel de Literatura. Además, fue miembro de la Real Academia Española. Un hombre que mantuvo su vida personal fuera del alcance público, que en persona era un tanto introvertido, pero que al tocar sus manos la pluma se desenvolvía con perspicaz soltura. Para prueba de ello son las grandiosas frases de Benito Pérez Galdós que en Frases de la Vida te presentamos. ¡No te las pierdas!
80 Frases de Benito Pérez Galdós | Entre la cotidianidad y la profundidad
1. El verdadero amor, el sólido y durable, nace del trato; lo demás es invención de los poetas, de los músicos y demás gente holgazana.
2. Ejercía sobre ella su dueño un despotismo que podremos llamar seductor, imponiéndole su voluntad con firmeza endulzada, a veces con mimos o carantoñas, y destruyendo en ella toda iniciativa que no fuera de cosas accesorias y sin importancia.
3. En aquel momento sus ojos miraban en derredor, asombrados, asustados, con melancolía y vaguedad, como el que no ha visto nunca un horizonte y lo ve por primera vez.
4. Más vale que tengan libertad ciento que no la comprenden, que la pierda uno sólo que conoce su valor. Los males que con ella pudieran ocasionar los ignorantes son inferiores al inmenso bien que un sólo hombre ilustrado pueda hacer con ella. No privemos de la libertad a un discreto por quitársela a cien imprudentes.
5. El mal, en cualquier forma que tome dentro de lo humano, no tiene significación alguna para una alma fuerte, aplomada y segura de sí misma.
6. Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son las de las personas que no nos han comprendido.
7. No es impropio el llanto en las grandes almas, antes bien indica el consorcio fecundo de la delicadeza en sentimientos con la energía de carácter.
8. Hijo mío, ve aprendiendo, ve aprendiendo para cuando seas hombre. Del que está caído nadie se acuerda y lo que hacen es patearle y destrozarle para que no se pueda levantar…
9. No quiero yo alas ni alones, ni andar entre ángeles sosos que tocan el arpa. Déjenme a mí de arpas y acordeones y de fulgores celestes. Venga mi vida mortal, y salud y amor, y todo lo que deseo.
10. Precisamente el alma es la que se pierde, porque es la que se fascina, la que se engaña, la que sueña mil bellezas y superiores goces, la que aspira con sed insaciable a lo que no posee y a hacer posible la imposibilidad, y a querer estar donde no está, y a marchar siempre de esfera en esfera buscando horizontes.
11. Que cada cual siga su inclinación, pues las inclinaciones suelen ser rayas o vías trazadas por un dedo muy alto, y nadie, por mucho que sepa sabe más que el destino.
12. Dichoso el que gusta las dulzuras del trabajo sin ser su esclavo.
13. Eso sí: tenía el genio fuerte y no consentía la más pequeña falta; pero su mucho rigor nos obligaba a quererle más, porque el capitán que se hace temer por severo, si a la severidad acompaña la justicia, infunde respeto, y, por último, se conquista el cariño de la gente.
14. Al amor no se le dictan leyes.
15. El miedo es la forma de nuestra subordinación a las leyes físicas.
16. Así como de la noche sale el claro día, de la opresión nace la libertad.
17. ¿Acaso hemos nacido para trabajar como los animales.
18. Esto es insoportable. Esto es nauseabundo. En este partido se tropieza por excepción con hombres sinceramente republicanos, con hombres que deseen el advenimiento de la República.
19. Más días hay que longanizas.
20. Nuestra imaginación es la que ve y no los ojos.
21. Se ha declamado mucho contra el positivismo de las ciudades, plaga que entre las galas y el esplendor de la cultura corroe los cimientos morales de la sociedad; pero hay una plaga más terrible, y es el positivismo de las aldeas, que petrifica millones de seres, matando en ellos toda ambición noble y encerrándoles en el círculo de una existencia mecánica, brutal y tenebrosa.
22. Sí, una cosa sé, y es que no sabemos más que fenómenos superficiales ¡Alma! ¿Qué pasa en ti?
23. La moral política es como una capa con tantos remiendos, que no se sabe ya cuál es el paño primitivo.
24. Los ciegos serían felices en este país, que para la lengua es paraíso y para los ojos infierno.
25. ¿Qué sientes tú cuando estás alegre? —¿Cuándo estoy libre, contigo, solos los dos en el campo? —Sí. —Pues siento que me nace dentro del pecho una frescura, una suavidad dulce… —¡Ahí te quiero ver! ¡Madre de Dios! Pues ya sabes cómo brilla el sol.
26. ¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos?
27. ¡Hay cada revolucionario que tiene un miedo feroz a la revolución!… Hubiera usted visto a algunos de ellos cuando la semana roja de Barcelona, cuando aquí se dijo que iba a estallar la huelga general, irse huyendo de Madrid como ratas… No sé qué diablos ocurría entonces, que a todos les salían negocios en provincias, o tenían por esas tierras de Dios parientes enfermos de gravedad, que los llamaban…
28. La experiencia es una llama que no alumbra sino quemando.
29. ¿Zaragoza se rendirá? La muerte al que esto diga. Zaragoza no se rinde. La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo; caerán sus cien templos; su suelo abriráse vomitando llamas; y lanzados al aire los cimientos, caerán las tejas al fondo de los pozos; pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.
30. Más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir.
31. en mi salvaje independencia llevo dentro una luz espiritual que me hace amable y placentera la vida.
32. Desde que te quiero -a su amigo decía-, no tengo miedo a nada, ni a los toros ni a los ladrones. Me siento valiente hasta al heroísmo, y ni la serpiente boa ni el león de la selva me harían pestañear.
33. … pues le pertenecía como una petaca, un mueble o una prenda de ropa, sin que nadie se la pudiera disputar; ¡y ella parecía tan resignada a ser petaca, y siempre petaca!
34. En su cerrada mollera no entraban ni podían entrar otras luces sobre el santo ejercicio de la caridad; no comprendía que una palabra cariñosa, un halago, un trato delicado y amante que hicieran olvidar al pequeño su pequeñez, al miserable su miseria, son heroísmos de más precio que el bodrio sobrante de una mala comida.
35. Antes me formaba yo idea del día y de la noche. ¿Cómo? Verás: era de día, cuando hablaba la gente; era de noche, cuando la gente callaba y cantaban los gallos. Ahora no hago las mismas comparaciones. Es de día, cuando estamos juntos tú y yo; es de noche, cuando nos separamos.
36. Dime, tonta, arrojándote a ese agujero ¿qué bien pensabas tú alcanzar?, ¿pensabas estar mejor? —Sí, señor. —¿Cómo? —No sintiendo nada de lo que ahora siento.
37. Agur -murmuró Celipín, poniéndose en marcha. Desapareció entre las sombras de la noche.
38. ..aquel semblante descolorido y cadavérico me inspiraba profundo dolor.
39. Esa polilla de la voluntad que llamamos lástima.
40. El dinero lo ganan todos aquellos que con paciencia y fina observación van detrás de los que lo pierden.
41. —¡Ay, divina Madre de Dios!— exclamó la Nela, echándose atrás las guedejas que le caían sobre la frente. —A mí, que tengo ojos, me parece lo mismo.
42. Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y del pecado, de lo hermoso y de lo feo.
43. Eso y nada más que eso es la lucha guerrillera, es decir, el país en armas, el territorio, la geografía misma batiéndose.
44. La geología había perdido una piedra y la sociedad había ganado un hombre.
45. Eres un ángel, y yo te quiero como un tonto.
46. probando por algún tiempo la inefable satisfacción que proporciona este eclipse de la personalidad, este verdadero sueño social.
47. apático y de la timidez que era el resultado.
48. El amor es un arte que nunca se aprende y siempre se sabe.
49. Su dentadura había salido con tanta desigualdad que cada pieza estaba, como si dijéramos, donde le daba la gana.
50. Quiero, para expresarlo a mi manera, estar casada conmigo misma, y ser mi propia cabeza de familia. No sabré amar por obligación; sólo en la libertad comprendo mi fe constante y mi adhesión sin límites. Protesto, me da la gana de protestar contra los hombres que se han cogido todo el mundo por suyo, y no nos han dejado a nosotras más que las veredas estrechitas por donde ellos no saben andar…
51. Era aquello un nido, una hechura de políticos, de periodistas, de tribunos, de agitadores, de ministros, y daba gusto ver con cuánto donaire rompían el cascarón los traviesos polluelos.
52. ..mar donde el pensamiento navega a su antojo sin llegar jamás a ninguna orilla.
53. bien puede decirse que la estrategia, y la fuerza y la táctica, que son cosas humanas, no pueden ni podrán nunca nada contra el entusiasmo, que es divino.
54. La base de la estrategia del guerrillero es el arte de reunirse y dispersarse. Se condensan para caer como la lluvia.
55. ¿Cuántos abrazos crees que te voy a dar cuando llegues? Ve contando. Pues tantos como segundos tarde una hormiga en dar la vuelta al globo terráqueo. No; más, muchos más. Tantos como segundos tarde la hormiga en partir en dos, con sus patas, la esferita terrestre, dándole vueltas siempre por una misma línea… Con que saca esa cuenta, tonto.
56. Soy tan feliz, que a veces paréceme que vivo suspendida en el aire, que mis pies no tocan la tierra, que huelo la eternidad y respiro el airecillo que sopla más allá del sol. No duermo. ¡Ni qué falta me hace dormir!
57. Aspiro a no depender de nadie, ni del hombre que adoro. No quiero ser su manceba, tipo innoble, la hembra que mantienen algunos individuos para que les divierta, como un perro de caza; ni tampoco que el hombre de mis ilusiones se me convierta en marido. No veo la felicidad en el matrimonio.
58. Adiós, mis queridos amigos. No me atrevo a deciros que me imitéis, porque sería inmodestia; pero si sois jóvenes, si os halláis postergados por la fortuna, si encontráis ante vuestros ojos montañas escarpadas, inaccesibles alturas, y no tenéis escalas ni cuerdas, pero sí manos vigorosas; si os halláis imposibilitados para realizar en el mundo los generosos impulsos del pensamiento y las leyes del corazón, acordaos de Gabriel Araceli, que nació sin nada y lo tuvo todo.» La Batalla de los Arapiles, último libro de la primera serie de los Episodios Nacionales.
59. Sólo un recelo chiquito y fastidioso, como el grano de tierra que en un ojo se nos mete y nos hace sufrir tanto, me estorba para la felicidad absoluta. Y es la sospecha de que todavía no me quieres bastante, que no has llegado al supremo límite del querer, ¿qué digo límite, si no lo hay?, al principio del último cielo, pues yo no puedo hartarme de pedir más, más, siempre más; y no quiero, no quiero sino cosas infinitas, entérate… todo infinito, infinitísimo, o nada…
60. Tú como eres, yo como ero. Eso de que dos que se aman han de volverse iguales y han de pensar lo mismo no me cabe a mí en la cabeza. ¡El uno para el otro! ¡Dos en uno! ¡Qué bobadas inventa el egoísmo! ¿A qué esa confusión de los caracteres? Sea cada cual como Dios le ha hecho, y siendo distintos, se amarán más. Déjame suelta, no me amarres, no borres mi… ¿lo digo? Estas palabras tan sabias se me atragantan; pero, en fin, la soltaré… mi doisingracia.
61. Vivir es relacionarse, gozar y padecer, desear, aborrecer y amar. La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el trabajo. No.
62. Vestía tan mal que casi iba medio desnudo, no porque careciera de traje, sino por no haber tenido tiempo para ponérselo. Él y otros como él, fueron sin duda los que inspiraron la célebre frase: sus carnes sólo se vestían de gloria.
63. Y aunque yo era entonces un chiquillo, recuerdo que pensé lo siguiente: «Un hombre tonto no es capaz de hacer en ningún momento de su vida los disparates que hacen a veces las naciones, dirigidas por centenares de hombres de talento.
64. Ha habido día que pensé meterme en casa y no ocuparme de política. Pero lo he pensado mejor. Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado, admirable, que hay en la España política. […] ¡Es por el socialismo por donde llega la aurora!
65. Si yo hubiera nacido bajo este sol, habría sido guerrillero hoy y mendigo mañana; y fraile al amanecer, torero por la tarde y majo y sacristán de conventos de monjas y abate y petimetre y contrabandista y salteador de caminos… España es el país de la naturaleza desnuda, de las pasiones exageradas, de los sentimientos enérgicos, del bien y el mal sueltos y libres, de los privilegios que traen las luchas, de la guerra continua, del nunca descansar…
66. ¡Si en la historia no hubiera más que batallas; si sus únicos actores fueran las celebridades personales, cuán pequeña sería! Está en el vivir lento y casi siempre doloroso de la sociedad, en lo que hacen todos y en lo que hace cada uno. En ella nada es indigno de la narración, así como en la Naturaleza no es menos digno de estudio el olvidado insecto que la inconmensurable arquitectura de los mundos. Los libros que forman la capa papirácea de este siglo, como dijo un sabio, nos vuelven locos con su mucho hablar acerca de los grandes hombres, de si hicieron esto o lo otro, o dijeron tal o cual cosa. Sabemos por ellos las acciones culminantes, que siempre son batallas, carnicerías horrendas, o empalagosos cuentos de reyes y dinastías, que preocupan al mundo con sus riñas o con sus casamientos; y entretanto la vida interna permanece oscura, olvidada, sepultada.
67. Este partido está pudriéndose por la inmensa gusanera de caciques y caciquillos. Tienen más que los monárquicos. En cada capital hay cincuenta que quieren imponer los caprichos de su vanidad y de su ambición a todos sus correligionarios… Y si nada más hubiera esos cincuenta, menos mal. Luego vienen los caciques de distrito y los de barrio… ¡Oh! ! Esos vejestorios endiosados de Comité local y de barriada! ¡Papas rojos, que se creen infalibles e indiscutibles!…
68. …que en esa remota Orbajosa, donde, entre paréntesis, tienes fincas que puedes examinar ahora, se pasa la vida con la tranquilidad y dulzura de los idilios. ¡Qué patriarcales costumbres! ¡Qué nobleza en aquella sencillez! ¡Qué rústica paz virgiliana!
69. Si en vez de ser matemático fueras latinista, repetirías al entrar allí el ergo tua rura manebunt. ¡Qué admirable lugar para dedicarse a la contemplación de nuestra propia alma y prepararse a las buenas obras! Allí todo es bondad, honradez; allí no se conocen la mentira y la farsa como en nuestras grandes ciudades; allí renacen las santas inclinaciones que el bullicio de la moderna vida ahoga; allí despierta la dormida fe, y se siente vivo impulso indefinible dentro del pecho, al modo de pueril impaciencia que en el fondo de nuestra alma grita: «quiero vivir».
70. Amo todas esas fortalezas que ha ido levantando la historia, para tener yo el placer de escalarlas; amo los caracteres tenaces y testarudos, para contrariarles; amo los peligros, para acometerlos; amo lo imposible, para reirme de la lógica, facilitándolo; amo las tempestades todas, para lanzarme en ellas, impelido por la curiosidad de ver si salgo sano y salvo de sus mortíferos remolinos; gusto de que me digan: «de aquí no pasarás», para contestar: «pasaré».
71. ¿Qué es el hombre sin ideal? Nada, absolutamente nada: cosa viva entregada a las eventualidades de los seres extraños, y de que todo depende menos de sí misma; existencia que, como el vegetal, no puede escoger en la extensión de lo creado el lugar que más le gusta, y ha de vivir donde la casualidad quiso que brotara, sin iniciativa, sin movimiento, sin deseo ni temor de ir a alguna parte; ser ignorante de todos los caminos que llevan a mejor paraje, y para quien son iguales todos los días, y lo mismo el ayer que el mañana.
72. El mundo tangible y gustable le seducía más que los incompletos conocimientos de vida que se vislumbran en el fugaz resplandor de las ideas sacadas a la fuerza, chispas obtenidas en nuestro cerebro por la percusión de la voluntad, que es lo que constituye el estudio.
73. Reposa la sociedad en el inmenso osario sin letreros ni cruces ni signo alguno: de las personas no hay memoria, y sólo tienen estatuas y cenotafios los vanos personajes… Pero la posteridad quiere registrarlo todo: excava, revuelve, escudriña, interroga los olvidados huesos sin nombre; no se contenta con saber de memoria todas las picardías de los inmortales desde César hasta Napoleón; y deseando ahondar lo pasado quiere hacer revivir ante sí a otros grandes actores del drama de la vida, a aquellos para quienes todas las lenguas tienen un vago nombre, y la nuestra llama Fulano y Mengano.
74. Preguntóle Fago si no había en su casa algún hombre forzudo que quisiese trabajar, a lo que respondió la anciana que en su familia no había más hombre que su hija Ignacia, la cual tenía una fuerza como la de una vaca.
75. El hombre sin ideal es como el mendigo cojo que puesto en medio del camino implora un día y otro la limosna del pasajero. Todos pasan, unos alegres, otros tristes, estos despacio, aquellos velozmente, y él sin aspirar a seguirlos, ocúpase tan sólo del cuarto que le niegan o del desprecio que le dan. Todos van y vienen, cuál para arriba, cuál para abajo, y él se queda siempre, pues ni tiene piernas para andar, ni tampoco deseos de ir más lejos.
76. No se puede hacerlo peor para facilitar la victoria al adversario e imposibilitar la propia… Estoy harto de luchar sin esperanza de salvación entre tanta miseria. Así están disgregando la masa republicana, infiltrando el escepticismo entre los soldados de fila… ¡Oh! Usted no puede darse idea de lo que aquí se persiguen unos odios a otros y unas vanidades a otras… ¡Con qué ensañamiento, con qué perfidia, empleando todos los medios, hasta la difamación y la calumnia!…
77. Para hacer la revolución, lo primero, lo indispensable, sería degollarlos a todos. Si éstos trajeran la República, estaríamos peor que ahora. Sería cosa de emigrar. Suerte que no hay miedo a que la traigan.
78. ¡Oh, señora condesa, parece que ha adivinado usted mi pensamiento! Como usted, yo he observado la corrupción de las costumbres, hija de la desenvoltura francesa; como usted, he observado el descuido de las madres, la ceguera de los padres, la malicia de las tías, la complicidad de las primas y la debilidad de las abuelas; y he dicho: «orden, rigor, cautela, reclusión, tiranía, o si no dentro de poco la sociedad se precipitará en los abismos del pecado.
79. ¡Y para ver este espectáculo me vine yo de Santander e interrumpí mi veraneo!… Luego, son muchos los republicanos que no quieren que venga la República, porque no les conviene; van muy bien en el machito, haciendo la farsa de la oposición, sirviendo de comparsas en esta política repugnante, representando su papel de Diputados o de Concejales, u otros papeles peores… En este partido son muy pocos los directores que trabajan desinteresadamente por el ideal; la desorganización es indescriptible, no se puede imaginar; no hay espíritu de disciplina, ni siquiera instinto de conservación… Si no fuera porque veo esos caciquinos ir a su avío, sin saber disimularlo, creería que estaban locos.
80. Dime que te gustará esta vida oscura y deliciosa; que amarás esta paz campestre; que aquí te curarás de las locas efervescencias que tuban tu espíritu, y que anhelas ser una feliz y robusta villana, ricachona en medio de la sencillez y la abundancia, teniendo por maridillo al más chiflado de los artistas, al más espiritual habitante de esta tierra de luz, fecundidad y poesía.
Hasta aquí hemos llegado con estas frases de escritor que muestran la desarrollada narrativa y profundidad de Pérez Galdós, una de las figuras más relevantes de la literatura del siglo XIX. ¿A ti qué te ha parecido?, ¿ya conocías a este célebre autor?, ¿has leído alguno de sus libros?, ¿cuál de las frases de Benito Pérez Galdós es tu favorita? Cuéntanos, nos complace leer tus comentarios.