Nacido en Uruguay a finales del siglo XIX con el nombre de Horacio Silvestre Quiroga Forteza, fue un dramaturgo y sobre todo uno de los cuentistas más importantes del continente americano. Las frases de Horacio Quiroga están plagadas de características de terror, siempre temibles y cuestionando el ser humano, hasta el punto que ha sido comparado con otro grade de la literatura mundial: Edgar Allan Poe (aquí puedes consultar nuestro listado de Libros de Edgar Allan Poe: te aseguramos que no tienen desperdicio). No es rara esta prosa temible si tenemos en cuenta la vida de Quiroga; es ésta siempre estuvo presente a la tragedia y los accidentes, hasta terminar por suicidarse bebiendo cianuro a los 58 años.

Las frases de Horacio Quiroga se extienden por quince obras diferentes, donde se aprecia un seguimiento de la escuela modernista que había fundado Rubén Darío. Quizás, dentro de esta corriente la mayor de sus obras es “Cuentos de amor, de locura y de muerte”, siendo un compendio de cuentos donde el tema del sufrimiento humano es recurrente. Según algunos, tal es la fascinación por la muerte y el tormento que es aceptada mejor por sus personajes que por el propio lector. Vamos a ver en Frases de la Vida algunas de las frases de Horacio Quiroga que aparecen en ésta su obra cumbre.

40 Frases de Horacio Quiroga, el escritor que alaba el tormento

1. El sentimiento del deber es capaz de contener por tres horas el mar de demencia que lo está ahogando.

2. Escribo siempre que puedo, con náuseas al comenzar y satisfacción al concluir.

3. Su sólo recuerdo la horrorizaba, como algo atroz que la hubieran obligado a cometer.

4. Hay sentimientos a los que no se puede dar cuerpo verbal, mas que es posible seguir perfectamente con los ojos cerrados.

5. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste.

6. Del heroísmo mental, la razón no se recobra.

7. Trabajen, compañeras, pensando que el fin a que tienden nuestros esfuerzos es muy superior a la fatiga de cada uno. 

8. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino

9. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

10. Y si hay algo a que el hombre se siente arrastrado con cruel fruición es, cuando ya se comenzó, a humillar del todo a una persona.

11. Ella, joven, pálida, con una de esas profundas bellezas que más que en el rostro aun bien hermoso residen en la perfecta solidaridad de mirada, boca, cuello, modo de entrecerrar los ojos.

12. Era, sobre todo, una belleza para hombres, sin ser en lo más mínimo provocativa; y esto es precisamente lo que no entenderán nunca las mujeres.

13. El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.

14. No hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja.

15. Culpar a los otros es patrimonio específico de los corazones inferiores.

16. ¿Qué mayor dicha para dos enamorados que esa honrada consagración de un cariño, libertado ya del vil egoísmo de un mutuo amor sin fin ninguno y, lo que es peor para el amor mismo, sin esperanzas posibles de renovación?

17. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas.

18. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

19. ¡Qué locura! Los amantes que se han suicidado sobre una cama de hotel, puros de cuerpo y alma, viven siempre. Nada nos ligaba a aquellos dos fríos y duros cuerpos, ya sin nombre, en que la vida se había roto de dolor.

20. Un cuento es una novela depurada de ripios.

21. Ustedes son bastante grandes para buscarse la comida solos. Deben aprenderlo, porque cuando sean viejos andarán siempre solos,

22. Al ver al hombre el tigre lanzó un rugido espantoso y se lanzó de un salto sobre él. Pero el cazador que tenía una gran puntería le apuntó entre los dos ojos, y le rompió la cabeza.

23. Se miraron fijamente, insistentemente, aislados del mundo en aquella recta paralela de alma a alma que los mantenía inmóviles.

24. Nada hay más bello y que fortalezca más en la vida, que un puro recuerdo.

25. Si usted es querido alguna vez como yo lo fui, y ultraja como yo lo hice, comprenderá toda la pureza viril que hay en mi recuerdo.

26. Abusaba de la morfina, por angustiosa necesidad y por elegancia.

27. Hablaron de cosas muy triviales, con perfecta discreción de personas maduras.

28. Hay cosas absurdas que tienen toda la apariencia de un legítimo razonamiento.

29. El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio de muerte.

30. Era siempre la misma madre, pero ya envilecida por su propia alma vieja, la morfina y la pobreza.

31. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

32. Al ver al hombre el tigre lanzó un rugido espantoso y se lanzó de un salto sobre él. Pero el cazador que tenía una gran puntería le apuntó entre los dos ojos, y le rompió la cabeza. 

33. ... como pasa fatalmente con todos los matrimonios jóvenes que se han amado intensamente una vez siquiera, la reconciliación llegó, tanto más efusiva cuanto más infames fueran los agravios.

34. Coaticitos: hay una sola cosa a la cual deben tener gran miedo. Son los perros. Yo peleé una vez con ellos, y sé lo que les digo; por eso tengo un diente roto. Detrás de los perros vienen siempre los hombres con un gran ruido, que mata. Cuando oigan cerca este ruido, tírense de cabeza al suelo, por alto que sea el árbol.

35. Ella, joven, pálida, con una de esas profundas bellezas que más que en el rostro —aun bien hermoso— residen en la perfecta solidaridad de mirada, boca, cuello, modo de entrecerrar los ojos. Era, sobre todo, una belleza para hombres, sin ser en lo más mínimo provocativa; y esto es precisamente lo que no entenderán nunca las mujeres.

36. El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.

37. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste.

38. Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma. 

39. Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban: No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes.

40. ¿Y de noche se da de alta a los locos? ¿Por qué no? El individuo está curado, tan sano como usted y como yo. Por lo demás, si reincide, lo que es de regla en estos vampiros, a estas horas debe de estar ya en funciones. Pero estos no son asuntos míos. Buenas noches, señores.

Hasta aquí las frases de Horacio Quiroga que hemos rescatado de su obra “Cuentos de amor, de locura y de muerte”, quizás la que mejor representa su forma de escribir. ¿Has leído alguno de los cuentos de este escritor? ¿Habías oído antes todas estas frases de Horacio Quiroga? ¿Crees que queda bien representada su obra con las frases que hemos listado hoy? Si conoces otras frases de Horario Quiroga o crees que otra de sus obras lo hubiera expresado mejor, por favor, envíanos un comentario y cuéntanos todo lo que quieras sobre esta importante figura del modernismo.