La figura de Marguerite Yourcenar es una de las más relevantes en la literatura universal del siglo XX; una mente privilegiada y perspicaz que supo encontrar en la escritura su método de expresión. Su sobresaliente trabajo como poeta, dramaturga y traductora le valió la entrada como miembro tanto en la Academia Belga como, diez años después, en la Academia Francesa, convirtiéndose en la primera mujer de esta última. Su excelencia, sin embargo, no se justifica únicamente por sus logros profesionales ni por los numerosos premios recibidos. En Frases de la Vida queremos hacerte cómplice directo de su grandeza como escritora y pensadora, y para ello nos serviremos de una cuidada selección de frases de Marguerite Yourcenar que son una clara muestra de su extrema agudeza y lucidez.
No obstante, antes de proceder con las frases de Marguerite Yourcenar, creemos necesario hacer un breve repaso por su vida. Nacida el 8 de junio de 1903 en Bruselas, en el seno de una familia aristocrática, su madre falleció pocos días después de dar a luz; su condición de huérfana marcaría enormemente a Yourcenar, hecho que puede rastrearse en su obra. Su padre, de origen francés, volvería a Francia con su hija, procurándole él mismo una esmerada educación: Marguerite se familiarizaría pronto con los grandes literatos y filósofos, e incluso conocería el latín y el griego clásicos a la tierna edad de 12 años. De hecho, Marguerite Yourcenar llegaría a cursar estudios universitarios con especialización en cultura clásica.
Dos obras indispensables: Memorias de Adriano y Opus Nigrum
Además de sus labores como traductora de Virginia Woolf, Henry James o K. Kavafis desde estados Unidos y durante la Segunda Guerra Mundial, su éxito como novelista se debe principalmente a la publicación de dos grandes novelas históricas (aunque la bibliografía de Marguerite Yourcenar abarca mucho más y, desde luego, ninguna de sus obras debería pasarse por alto): Memorias de Adriano (1951) y Opus Nigrum (1965). Algunas de las frases de Marguerite Yourcenar que forman parte de nuestra recopilación están extraídas de estas dos magníficas obras, cuyos enlaces de compra te dejamos un poco más abajo.
La primera de ellas, Memorias de Adriano, fruto de más de 10 años de investigación, supuso un verdadero punto de inflexión en el género de la novela histórica. A modo de carta dirigida a un sucesor, se trata de una reconstrucción histórica del emperador romano más ilustrado: una meditación acerca del hombre que presenta la voluntad de vivir de forma consciente y el perfeccionamiento del interior como la única solución posible a la angustia de muerte. Opus Nigrum, por su parte, también es una obra resultado de minuciosas investigaciones, aunque acerca del filósofo y médico alquimista Zenón. En ella, se muestran descarnadamente los problemas del intelectual con el conocimiento.
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Por último, y a modo de curiosidad antes de proceder con las frases de Marguerite Yourcenar, cabe destacar que se trató de una escritora altamente comprometida con la causa de los animales y con la conciencia ecologista, algo realmente innovador en sus tiempos. Además de que ambas facetas se encuentren presentes en sus escritos, Marguerite Yourcenar manifestó públicamente su apoyo a la Declaración Universal de los Derechos de los Animales en 1978, y en la penúltima conferencia antes de su muerte, el 17 de diciembre de 1987, subrayó el extravío de la conciencia humana respecto al cuidado que requiere la Tierra.
100 Frases de Marguerite Yourcenar: mente y pluma privilegiadas
1. No presumo de haber amado. He sentido demasiado lo poco durables que son las emociones más vivas para querer, al acercarme a seres perecederos, encaminados hacia la muerte, extraer un sentimiento que se pretende inmortal.
2. Exageráis la hipocresía de los hombres. La mayoría piensa demasiado poco para permitirse el lujo de poder pensar doble.
3. La amistad es ante todo certidumbre, y eso es lo que la diferencia del amor.
4. La música me transporta a un mundo donde el dolor sigue existiendo, pero se ensancha, se serena, se hace a la vez más quieto y más profundo, como un torrente que se transforma en lago.
5. No puede construirse una felicidad sino sobre los cimientos de una desesperación.
6. El amor y la locura son los motores que hacen andar la vida.
7. Todo momento es el último porque es único. Para el viajero, esa percepción se agudiza debido a la ausencia de rutinas engañosamente tranquilizadoras, propias del sedentario, que nos hacen creer que la existencia va a seguir siendo como es por algún tiempo.
8. ¿A dónde huir? Tú llenas el mundo. No puedo huir más que en ti.
9. Era demasiado joven para sospechar que la existencia no está hecha de súbitos impulsos y de obstinada constancia, sino de compromisos y de olvidos.
10. La muerte es un sacramento del que sólo son dignos los más puros: muchos hombres se deshacen, pocos mueren.
11. En cuanto a la observación de mí mismo, me obligo a ella, aunque sólo sea para llegar a un acuerdo con ese individuo con quien me veré forzado a vivir hasta el fin.
12. El frote de dos parcelas de carne no define el fenómeno del amor así como la cuerda rozada por el dedo no explica el milagro infinito de los sonidos.
13. Olvidaba que en todo combate entre el fanatismo y el sentido común, pocas veces logra este último imponerse.
14. Nuestro gran error es intentar obtener de cada uno en particular las virtudes que no tiene, y desdeñar el cultivo de las que posee.
15. La posibilidad de quitarse la máscara en todas las ocasiones es una de las raras ventajas que reconozco a la vejez.
16. El sufrimiento nos hace egoístas porque nos absorbe por entero: sólo más tarde, en forma de recuerdo, nos enseña la compasión.
17. Vosotros, poetas, habéis hecho del amor una inmensa impostura: el que nos toca en suerte siempre nos parece menos hermoso que esas rimas emparejadas como dos bocas una sobre otra.
18. Todo ser que haya vivido la aventura humana, vive en mí.
19. Todos nos transformaríamos si nos atreviéramos a ser lo que somos.
20. He leído con frecuencia que las palabras traicionan al pensamiento, pero me parece que las palabras escritas lo traicionan todavía más.
21. En el fondo de toda gran impotencia encontramos un sentimiento de tranquilidad.
22. En todas las épocas hay personas que no piensan como los demás. Es decir, que no piensan como los que no piensan.
23. No amaba menos, sino al contrario. Pero el peso del amor, como el de un brazo tiernamente posado sobre un pecho, se hacía cada vez más difícil de soportar.
24. Cada uno de nosotros posee más virtudes de lo que cree, pero sólo el éxito las pone de relieve, quizá porque entonces se espera que dejemos de manifestarlas.
25. A menudo he pensado con tristeza que un alma verdaderamente hermosa no alcanzaría la gloria, porque no la desearía.
26. Toda felicidad es inocencia.
27. Quitarme de nuevo la ropa como hubiera deseado quitarme el cuerpo.
28. Estoy cansado de este ser mediocre, sin porvenir y sin confianza en el porvenir, de este ser al que tengo forzosamente que llamar: «yo», puesto que no puedo separarme de él.
29. Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre.
30. Y esto no es todo, amiga mía: nuestra alma, nuestro espíritu y nuestro cuerpo tienen exigencias generalmente contradictorias; creo difícil unir satisfacciones tan diversas sin envilecer a unas y sin desanimar a otras, así que he disociado el amor.
31. Escucha con la cabeza, pero deja hablar al corazón.
32. Amar con los ojos cerrados es amar como un ciego. Amar con los ojos abiertos tal vez sea amar como un loco: es aceptarlo todo apasionadamente. Yo te amo como una loca.
33. No hay nada más sucio que el amor propio.
34. ¿Y tú te vas? ¿Te vas? No, no te vas: yo te retengo… Me dejas tu alma entre las manos como si fuera un manto.
35. Casi todo lo que los hombres han dicho de mejor lo han dicho en griego.
36. Fundar bibliotecas equivalía a construir graneros públicos, amasar reservas para un invierno del espíritu que, a juzgar por ciertas señales y a pesar mío, veo venir.
37. Mis primeras patrias fueron los libros. Y, en menor grado, las escuelas.
38. Tus cabellos, tus manos, tu sonrisa recuerdan desde lejos a alguien que yo adoro. ¿Y a quién? A ti.
39. No hay amor desgraciado: no se posee sino lo que no se posee. No hay amor feliz: lo que se posee, ya no se posee.
40. Hay que amar mucho a una persona para arriesgarse a padecer. Tengo que amarte mucho para ser capaz de padecerte.
41. La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana, un poco como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas me enseñaron a apreciar los gestos.
42. Me repetía que era vano esperar para Atenas y para Roma esa eternidad que no ha sido acordada a los hombres ni a las cosas, y que los más sabios de entre nosotros niegan incluso a los dioses.
43. Suelo pensar en la hermosa inscripción que Plotina había hecho grabar en el umbral de la biblioteca creada por sus afanes en pleno foro de Trajano: Hospital del alma.
44. Los libros divagan y mienten, igual que los hombres.
45. De todos nuestros juegos, es el único que amenaza trastornar el alma, y el único donde el jugador se abandona por fuerza al delirio del cuerpo.
46. Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.
47. No somos los únicos que miramos cara a cara un inexorable porvenir ante nosotros.
48. No hay amores estériles. Y es inútil tomar precauciones. Cuando te dejo llevo dentro de mí el dolor, como una especie de hijo horrible.
49. El amor es un castigo. Somos castigados por no haber podido quedarnos solos.
50. Nadie castiga la brutalidad, el salvajismo, la barbarie y la injusticia con rabia y asco.
51. La miel de las heridas embalsama el amor.
52. ¡Qué insípido hubiera sido ser feliz!
53. La imagen del tiempo transcurrido se refleja en mi memoria.
54. Todos los silencios de la tierra son pétalos de tu flor.
55. No tengo miedo de los espectros. Sólo son terribles los vivos, porque poseen un cuerpo.
56. Pero los escritores mienten, aun los más sinceros.
57. Un buen negociador nunca confía.
58. Soy como ustedes un juguete en la enorme mano.
59. Mi viejo corazón es un Rey sin razón.
60. Vuelvo a pensar en ti y te vuelvo a olvidar.
61. No hay nada que temer. He tocado fondo. No puedo caer mas bajo que tu corazón.
62. Se llega virgen a todos los acontecimientos de la vida. Tengo miedo de no saber cómo arreglármelas con mi dolor.
63. Cuando vuelvo a verte, todo se torna límpido. Acepto sufrir.
64. La inteligencia serena, la perfecta honradez de Jenofonte le servían desde entonces de modelo.
65. De cada arte practicado en su tiempo, extraigo un conocimiento que me resarce en parte de los placeres perdidos.
66. ¿Por qué mi espíritu, aun en sus mejores días, sólo posee una parte de los poderes asimiladores de un cuerpo?
67. No sabía que el dolor contiene extraños laberintos por los cuales no había terminado de andar.
68. Yo sufro la ausencia y el espacio duro; la pena es un muro.
69. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo.
70. La victoria y la derrota se mezclaban, confundidas, rayos diferentes de la misma luz solar.
71. Poseer es lo mismo que conocer: las Escrituras siempre tienen razón. El amor es brujo: sabe los secretos; es un zahorí: conoce los manantiales.
72. Pocos hombres aman durante mucho tiempo los viajes, esa ruptura perpetua de los hábitos, esa continua conmoción de todos los prejuicios.
73. Yo abrazo, delicia pura, tu cara desconocida, idéntica a mi alma.
74. Te veo pálido y bello: tu carne es una antorcha hecha de cera y fuego.
75. No se puede poseer al mismo tiempo la noche inmensa y el sol.
76. Mi oficio me pareció inútil, lo que es casi tan absurdo como creerlo sublime.
77. Un dios que quiere que yo viva te ha ordenado que dejes de amarme. No soporto bien la felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, lo único que yo podía hacer era morir.
78. Rocío: el verano te bebe.
79. He llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada.
80. Cuando lo pierdo todo, me queda Dios. Si pierdo a Dios, vuelvo a encontrarte.
81. Lo esencial es que el hombre llegado al poder haya probado luego que merecía ejercerlo.
82. El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente.
83. Tengo varias religiones, como tengo varias patrias, de manera que en cierto sentido no pertenezco quizás a ninguna.
84. Quería el poder. Lo quería para imponer mis planes, ensayar mis remedios, restaurar la paz. Sobre todo lo quería para ser yo mismo antes de morir.
85. ¿Vale la pena afanarse durante veinte años para llegar a la duda, que crece por sí misma en todas las cabezas inteligentes?
86. El alcohol desembriaga. Después de beber unos sorbitos de coñac, ya no pienso en ti.
87. Hay pocos bípedos, después de Adán, que hayan merecido el apelativo de hombres.
88. Hacer de cada espacio donde se esté, un lugar limpio, aireado, claro, un oasis para uno mismo y para los otros.
89. Soledad… Yo no creo como ellos creen, no vivo como ellos viven, no amo como ellos aman…Moriré como ellos mueren.
90. En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.
91. Un niño es un rehén. La vida nos tiene atrapados.
92. Olvidaba que en todo combate entre el fanatismo y el sentido común, pocas veces logra este último imponerse.
93. Una parte de cada vida, y aun de cada vida insignificante, transcurre en buscar las razones de ser, los puntos de partida, las fuentes.
94. La verdad tiene secretos para introducirse en un alma que ya no se atrinchera contra ella.
95. Por mucho que yo cambie, mi destino no cambia. Cualquier figura puede inscribirse en el interior de un círculo.
96. Había olvidado que ciertos seres modifican los límites del destino, cambian la historia.
97. Cuerpo, compañero, juntos nos moriremos. No puedo no querer la sombra que tenemos, no apresar con ella el resplandor de un verso.
98. Que no se acuse a nadie de mi vida.
99. Un corazón es tal vez algo sucio. Pertenece a las tablas de anatomía y al mostrador del carnicero. Yo prefiero tu cuerpo.
100. La moral es una convención privada; la decencia, una cuestión pública.
Las Frases de Marguerite Yourcenar en vídeo
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