Usualmente ignoramos el poder de los sueños. Sin embargo, Mary Shelley tuvo una pesadilla que le abrió las puertas al mundo de la literatura. En ella creyó ver a «un pálido estudiante de artes impías, de rodillas junto al objeto que había armado. Vi al horrible fantasma de un hombre extendido y que luego, tras la obra de algún motor poderoso, éste cobraba vida, y se ponía de pie con un movimiento tenso y poco natural». ¿Te resulta familiar? ¡Pues claro! Se trata del monstruo emblemático: triste y abominable hasta resultar conmovedor. ¡Prepárate!, porque en este nuevo artículo de Frases de la Vida te regalaremos las mejores frases de Frankenstein. ¡Te sorprenderán!

Mary Godwin-Shelley, hija de una feminista pionera y un pensador remarcable, vivió en una sociedad fascinada por los avances científicos en torno a la electricidad. ¿Podía devolverse la vida a la materia inerte mediante la descarga de impulsos eléctricos? Mientras diferentes experimentos se llevaban a cabo en ranas muertas que acababan moviendo sus patas al recibir descargas, nuestra autora -quien habría asistido de niña a numerosas tertulias literarias- anidaba dentro de sí la inspiración requerida para la escritura de una obra imperecedera.

Corría el año 1815 y el clima se encontraba turbado por la erupción del volcán Tambora en Sumbawa, Indonesia. Fue «el año sin verano» que un grupo de escritores llegados de Inglaterra aprovechó para retirarse en una hermosa mansión llamada Villa Diodati, donde pasaban veladas enteras leyendo relatos de terror. Todo estaba bien dispuesto para la creación, y Lord Byron propuso a sus amigos un concurso literario. A pesar de que Mary sentía cierta renuencia a la hoja en blanco, halló las armas necesarias para embarcarse en la aventura y narrar la historia de un científico que crea a un ser monstruoso.

Luego de convertir este primer relato en novela, la británica llevó adelante su publicación en el año 1918 bajo el título de Frankenstein o el moderno Prometeo. Más tarde, en 1831, reescribió la historia para dar lugar a la versión definitiva que ha llegado a nuestros días como uno de los más notables libros de terror.

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Las mejores frases de Frankenstein

Frankenstein es considerado por algunos expertos como el libro que dio inicio al género de ciencia ficción. El uso de la tecnología para dar vida a la materia inanimada y sus consecuencias en la psicología de sus personajes dan lugar a una obra pionera y del todo magistral. ¡Compruébalo con estas frases del monstruo más famoso!

1. Si seres tan hermosos eran desdichados, no era de extrañar que yo, criatura imperfecta y solitaria, también lo fuera.

Una frase de Frankenstein que pone de manifiesto el duro autoconcepto del personaje de Mary Shelley.

2. Me vengaré de mis sufrimientos; si no puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo.

Una sociedad que denigra y corrompe al sujeto a través de la discriminación puede desencadenar conductas de venganza y resentimiento.

3. Apenas si podía soportar el cúmulo de pensamientos que se me agolpaban en la mente.

Cuando una situación despierta sentimientos fuertes que no somos capaces de procesar de inmediato, puede provocarse un aluvión de pensamientos alocados. Gestionar las emociones es fundamental para mantener nuestro equilibrio interior.

4. Soy un malvado porque no soy feliz.

Las frases de Frankenstein nos hablan de un monstruo creado a partir de cadáveres expropiados. Su cuerpo no se parece en nada al de los mortales, pero sus sentimientos y su moral tienen un claro tinte humano.

5. Aprende de mí, sino por mis preceptos, al menos por mi ejemplo, lo peligroso que es la adquisición de conocimientos.

Víctor Frankenstein es el científico que, no contento con sus tareas habituales de investigación, decide poner a prueba el poder de la electricidad. ¿Podrá ésta dar vida a la materia inanimada?

6. ¡Quisiera pisotearte hasta convertirte en polvo, si con ello, con la abolición de tu miserable existencia, pudiera devolverles la vida a aquellos que tan diabólicamente has asesinado!

La obra maestra de Mary Shelley se encuentra llena de pasiones exacerbadas y sentimientos de traición y soledad.

7. Ten cuidado; pues no conozco el miedo y soy, por tanto, poderoso.

El miedo es una emoción básica que nos ha ayudado a sobrevivir como especie. Cuando lo sentimos, encendemos nuestras alertas y nos preparamos para la acción. En este sentido, tal como lo afirma esta cita de Frankenstein, una vida sin miedo puede resultar peligrosa.

8. Vagué por la isla como un fantasma, alejado de todo lo que amaba, y entristecido por esta separación.

Otra de las frases de Frankenstein capaz de mostrarnos el lado más desolador del abandono y las separaciones.

9. La angustia de mis sentimientos no cejaba; no había incidente del cual mi furia y desdicha no pudieran sacar provecho.

La angustia y el enojo son dos sentimientos que se toman de la mano con frecuencia y cobran protagonista entre las frases de Frankenstein.

10. Desde el momento en que me condenaron, el confesor ha insistido y amenazado hasta que casi me ha convencido de que soy el monstruo que dicen que soy.

Al contrario de lo que muchos podrían llegar a creer, el personaje célebre de Shelley no era una criatura malvada por naturaleza. Quería integrarse en la sociedad, ser validado como sujeto, gozar de algún tipo de reconocimiento. Sin embargo, los humanos no cumplieron con sus expectativas y sus lamentos se reflejan en estas frases de Frankenstein.

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11. No puedo expresar la alegría que sentí cuándo comprendí las ideas correspondientes a estos sonidos Y pude pronunciarlos. Distinguía otras palabras, que ni entendía ni podía emplear, tales como bueno, querido, triste.

12. Nadie puede concebir la angustia que sufrí durante el resto de la noche, que pasé, frío y mojado, a la intemperie. Más no notaba la inclemencia del tiempo. Tenía la imaginación asaltada por escenas de horror y desesperación.

13. ¡Cómo me horroricé al verme reflejado en el estanque transparente! En un principio salté hacia atrás aterrado, incapaz de creer que era mi propia imagen la que aquel espejo me devolvía.

14. Poco a poco hice un descubrimiento de aún mayor importancia. Me di cuenta de que aquellos seres tenían un modo de comunicarse sus experiencias y sentimientos por medio de sonidos articulados. Observé que las palabras que utilizaban producían en los rostros de los oyentes alegría o dolor, sonrisas o tristeza.

15. Había nacido para ser feliz. Durante mi juventud nunca me había afligido la tristeza, y si en algún momento me sentía abatido, contemplar las maravillas de la naturaleza o estudiar lo que de sublime y excelente ha hecho el hombre siempre conseguía interesarme y animarme.

16. Yo era bueno y cariñoso; el sufrimiento me ha envilecido. Concededme la felicidad, y volveré a ser virtuoso.

17. Vigilaré con la astucia de la serpiente, y con su veneno te morderé. ¡Mortal! , te arrepentirás del daño que me has hecho.

18. Escucha mi relato, y cuando lo hayas oído, maldíceme o apiádate de mí, según lo que creas que merezco. Pero escúchame. Las leyes humanas permiten que los culpables, por malvados que sean, hablen en defensa propia antes de ser condenados.

19. (…) Su sustento sólo consistía en verduras del huerto y leche de su vaca, muy escasa durante el invierno, época en la que sus dueños apenas podían alimentarla. Creo que a menudo pasaban mucha hambre, en especial los jóvenes, pues en varias ocasiones los vi privarse de su propia comida para dársela al anciano. Este gesto de bondad me conmovió mucho.

20. Pero descubrió que la vida de un viajero incluye muchos pesares entre sus satisfacciones. El espíritu se encuentra siempre en tensión; y justo cuando empieza a aclimatarse, se ve obligado a cambiar aquello que le interesa por nuevas cosas que atraen su atención y que también abandonará en favor de otras novedades.

21. De ti depende el que abandone para siempre la compañía de los hombres y lleve una existencia inofensiva o me convierta en el azote de tus semejantes y el autor de tu pronta ruina.

22. El sueño en el cual me sumí me recuperó; y, al despertar, sentí de nuevo como si perteneciera a una raza de seres humanos como yo.

23. Tenía el oscuro presentimiento de que aún no había concluido todo y de que pronto cometería de nuevo algún crimen espantoso, que borraría con su magnitud el recuerdo de su anterior delito.

24. ¿Acaso piensas que puedes ser feliz mientras yo me arrastro bajo el peso de mi desdicha? Podrás destrozar mis otras pasiones; pero queda mi venganza, una venganza que a partir de ahora me será más querida que la luz o los alimentos.

25. ¿Por qué eran infelices aquellas gentes tan bondadosas? Tenían una agradable casa (…) Y todas las comodidades; Tenían un fuego para calentarlos del frío y deliciosa comida con que saciar su hambre; Vestían buenos trajes, y, lo que es más, disfrutaban de su mutua compañía y conversación, intercambiando a diario miradas de afecto y bondad.

26. Cuando la mentira se parece tanto a la verdad, ¿Quién puede creer en la felicidad? Me parece estar andando por el borde de un precipicio, hacia el cual se dirigen miles de seres que intentan arrojarme al vacío.

27. ¿Por qué se vanagloria el hombre de una sensibilidad superior a la de las bestias? Esto tan sólo nos convierte en seres más dependientes. Si nuestros impulsos se limitaran al hambre, la sed y el deseo, podríamos ser prácticamente libres. Pero nos conmovemos por el viento que sopla, una palabra cualquiera o la imagen que esa palabra despierte.

28. Lo había observado cuando aún estaba incompleto, y ya entonces era repugnante; pero cuando sus músculos y articulaciones tuvieron movimiento, se convirtió en algo que ni siquiera Dante hubiera podido concebir.

29. El sol y el cielo han sido testigos de mis actividades y te confirmarán lo que acabo de decirte. ¡Yo soy el asesino de esas inocentes víctimas! Todos murieron por causa de mis manipulaciones, aunque lo cierto es que hubiera derramado con gusto mi sangre para salvar sus vidas. Pero no me ha sido posible liberarles de la muerte… No me es posible sacrificar a toda la humanidad.

30. Seguí caminando así largo tiempo, intentando aliviar con el ejercicio el peso que oprimía mi espíritu. Recorrí las calles, sin conciencia clara de dónde estaba o de lo que hacía.

31. Los científicos modernos prometen muy poco; saben que los metales no se pueden transmutar, y que el elixir de la vida es una ilusión.

32. En cambio, la vista de rostros ocupados e indiferentes llevaba la desesperación a mi corazón, al ver una valla insuperable entre yo y mis semejantes, una valla sellada con sangre de William y de Justine, cuyo recuerdo me llenaba de desesperación.

33. ¡He aquí una de mis víctimas! En su muerte se consuma mi ansia de venganza y se cierra el cielo de mi mísera existencia.

34. Su desbordante y entusiasta imaginación se veía matizada por la gran sensibilidad de su espíritu. Su corazón rezumaba afecto, y su amistad era de esa naturaleza fiel y maravillosa que la gente de mundo se empeña en hacernos creer que sólo existe en el reino de lo imaginario.

35. Maldecirás al sol que alumbra tu desgracia.

36. El remordimiento anulaba cualquier esperanza. Era el autor de males irremediables, y vivía bajo el constante terror de que el monstruo que había creado cometiera otra nueva maldad.

37. Pude haberlo matado arrojarlo al piso y destrozarlo, pero en vez mi corazón se encogió ante la muestra de su extrema crueldad y lo único que hice fue huir y llorar amargamente en mi escondite.

38. De ti depende que abandone para siempre la vecindad humana y lleve una vida inofensiva o que me convierta en el azote de tus semejantes y en causa de tu pronta ruina.

39. Todos los jueces prefieren condenar a diez inocentes antes de que se escape un culpable.

40. Yo, como Satanás, llevaba un infierno en mi interior y, al comprender mi aislamiento, quería destrozar los árboles, esparcir la destrucción a mi alrededor, para sentarme luego a contemplar con fruición aquellas ruinas.

41. Todavía ahora me pregunto cómo, en lugar de dar salida a mis pasiones con alaridos, no acometí contra el mundo humano para morir en mi tentativa de destruirlo.

42. En todo signo de alegría adivinaba una burla, un insulto hacia mis sentimientos, una nueva demostración de que no estaba destinado a la felicidad ni a los gozos de la vida.

43. Tú, mi creador, quisieras destruirme, y lo llamarías triunfar. Recuérdalo, y dime, pues, ¿Por qué debo tener yo para con el hombre más piedad de la que él tiene para conmigo?

44. Yo era afectuoso y bueno; la desgracia me ha convertido en un demonio. Hazme nuevamente feliz y volveré a ser virtuoso.

45. Y cuando me convencí de que era el monstruo que soy, me acometió un profundo sentimiento de pena y mortificación.

46. Si todos odian a los miserables, ¿Cómo no han de odiarme entonces a mí, que soy el más miserable de los seres humanos?

47. ¡Maldito creador! ¿Por qué me hiciste vivir? ¿Por qué no perdí en aquel momento la llama de la existencia que tan imprudentemente encendiste?

48. Las estrellas brillaban en el cielo, como burlándose.

49. Quien no haya experimentado la seducción que la ciencia ejerce sobre una persona, jamás comprenderá su tiranía.

50. ¡Gozosa, gozosa tierra! , digna morada de los dioses y que aún ayer aparecía insana, húmeda y desolada. Este resurgimiento de la naturaleza me elevó el espíritu; el pasado se me borró de la memoria, el presente era tranquilo y el futuro me daba esperanza y promesas de alegría.

51. Quieres matarme. ¿Cómo te atreves a jugar así con la vida y la muerte?

52. Pero ahora soy un árbol quemado, el rayo me ha llegado al corazón y al sentirla sentí también que sólo sobreviviría para mostrar lo que pronto dejaré de ser: un desgraciado, digno de la compasión de los demás e intolerable para mí.

53. Tú, que me acusas de asesino, serías capaz de destruir a la criatura que es tu propia obra. ¡Alabada sea la eterna justicia del hombre!

54. Si no he de inspirar amor, inspiraré temor.

55. ¿Qué significaba su llanto? ¿Expresaban sus lágrimas dolor?

56. Soy malo porque soy desdichado.

57. A menudo mi situación se comparaba con la de Satanás pues sentía envidia de los humanos que tuvieron la gracia de su creador.

58. ¿No he de odiar, pues, a quienes me aborrecen? No tendré contemplaciones con mis enemigos, soy desgraciado y ellos han de compartir mi desgracia.

59. Aprecio la vida, aunque sólo sea una sucesión de angustias, y la defenderé.

60. Me equivoqué en una sola cosa: todas las desgracias que imaginaba y temía no llegaban ni a la centésima parte de la angustia que el destino me tenía reservada.

61. Satán tuvo compañeros, diablos como él, que lo admiraban y alentaban. Yo, por mi parte, estoy solitario y odiado.

62. Mortal, podrás odiar, pero ¡Ten cuidado! Pasarás tus horas preso de terror y tristeza, y pronto caerá sobre ti el golpe que te ha de robar para siempre la felicidad.

63. ¡Despiadado creador! Me has dado sentimientos y pasiones, pero me has abandonado al desprecio y al asco de la humanidad.

64. La vida del viajero incluye muchas penurias entre todos sus gozos. Los sentimientos del viajero están en permanente cambio; y en cuanto comienza a descansar, se ve obligado a abandonar aquello que le produce placer por algo nuevo que atrae su atención y que abandonará a su vez por otra novedad.

65. Por primera vez en mi vida mi corazón desbordaba ansias de venganza y de odio, a los que ni siquiera pretendí expulsar y, por lo contrario, dejándome arrastrar por esa corriente, me di a pensar en ideas de muerte y destrucción.

66. Yo, como el archidemonio, llevaba un infierno en mis entrañas; y, no encontrando a nadie que me comprendiera, quería arrancar los árboles, sembrar el caos y la destrucción a mi alrededor, y sentarme después a disfrutar de los destrozos.

67. ¡Frankenstein, generoso y devoto espíritu! ¿Acaso me servirá de algo pedirte perdón? Yo, que sin consideración a nada ni a nadie destruí a tus seres queridos… ¡Pero ya estás frío y no puedes responderme!

68. Cuando pensaba en mis amigos, en la suave voz de De Lacey, en los dulces ojos de Agatha y en la belleza exquisita de la árabe se desvanecían esos pensamientos y me ahogaban las lágrimas. Mas al recordar otra vez que había sido despreciado y abandonado por ellos, acometíame de nuevo la rabia, e incapaz de volcarla sobre seres humanos, hacía destinatarios de ella a las cosas inanimadas.

69. ¡Qué extraña cosa el conocimiento! Una vez que ha penetrado en la mente, se aferra a ella como la hiedra a la roca.

70. Yo también puedo sembrar la desolación; mi enemigo no es invulnerable. Esta muerte le acarreará la desesperación, y mil otras desgracias lo atormentarán y destrozarán.

Hemos llegado al final de nuestro artículo de frases de Frankenstein. ¡Esperamos que las hayas disfrutado! ¿Has tenido la oportunidad de leer el libro completo? ¿Qué te ha parecido? ¿Qué opinas acerca de este personaje? ¿Conoces otras frases de Frankenstein para compartirnos? Nos encantará leer tus impresiones en la sección de comentarios. ¡Únete a la conversación!