Los poemas de César Vallejo trascienden las fronteras de lo convencional y exploran las profundidades de la condición humana con una sensibilidad excepcional. A través de una amalgama de imágenes vívidas y una prosa poética distintiva, Vallejo captura la desesperación, el sufrimiento y la esperanza de manera evocadora.

Además, es uno de los mayores exponentes de la literatura en Perú, siendo un autor que captura lo abstracto y surrealista, logrando plasmar una realidad interior rica en matices emocionales.

Si buscas los mejores poemas de César Vallejo, estás en el lugar indicado, puesto que en Frases de la vida exploraremos la literatura para conocer la poesía de Vallejo, el autor peruano que ha dejado una huella en el mundo literario. Asimismo, haremos una interpretación corta de cada uno.

Índice

10 poemas de César Vallejo

poemas de cesar vallejo

La poesía de César Vallejo es un llamado a la empatía y a la reflexión. Su capacidad para transmitir emociones crudas y auténticas a través de metáforas poderosas y símbolos provocativos es innegable.

Recuerda algo: aunque su obra a menudo aborda temas sombríos, también hay destellos de amor, esperanza y humanidad que resplandecen a lo largo de sus versos.

¿Quieres conocer su estilo? Entonces, no te pierdas los siguientes poemas.

1. Los heraldos negros (1919)

El poema se sumerge en el impacto devastador de los golpes que la vida lanza, dejando al protagonista con una profunda perplejidad y una sensación de abrumadora incertidumbre.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma

de alguna fe adorable que el Destino blasfema.

Esos golpes sangrientos son las crepitaciones

de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como

cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;

vuelve los ojos locos, y todo lo vivido

se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

 

2. Sombrero, abrigo, guantes (del libro “Poemas humanos”, 1939)

Es uno de los poemas de César Vallejo que juega con imágenes y metáforas para transmitir una sensación de melancolía y reflexión sobre el paso del tiempo y la naturaleza efímera de la vida.

Enfrente a la Comedia Francesa, está el Café

de la Regencia; en él hay una pieza

recóndita, con una butaca y una mesa.

Cuando entro, el polvo inmóvil se ha puesto ya de pie.

Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa

de un cigarrillo humea, y en el humo se ve

dos humos intensivos, el tórax del Café,

y en el tórax, un óxido profundo de tristeza.

Importa que el otoño se injerte en los otoños,

importa que el otoño se integre de retoños,

la nube, de semestres; de pómulos, la arruga.

Importa oler a loco, postulando

¡qué cálida es la nieve, qué fugaz la tortuga,

el cómo qué sencillo, qué fulminante el cuándo!

3. Esto…, uno de los poemas de César Vallejo que habla sobre la muerte

La obra evoca una sensación de introspección profunda y melancólica. Utiliza metáforas y una narrativa poética para explorar temas como la transitoriedad de la vida, la naturaleza corta del tiempo y la relación entre el individuo y el universo.

Esto

sucedió entre dos párpados; temblé

en mi vaina, colérico, alcalino,

parado junto al lúbrico equinoccio,

al pie del frío incendio en que me acabo.

Resbalón alcalino, voy diciendo,

más acá de los ajos, sobre el sentido almíbar,

más adentro, muy más, de las herrumbres,

al ir el agua y al volver la ola.

Resbalón alcalino

también y grandemente, en el montaje colosal del cielo.

¡Qué venablos y arpones lanzaré, si muero

en mi vaina; daré en hojas de plátano sagrado

mis cinco huesecillos subalternos,

y en la mirada, la mirada misma!

(Dicen que en los suspiros se edifican

entonces acordeones óseos, táctiles;

dicen que cuando mueren así los que se acaban,

¡ay! mueren fuera del reloj, la mano

agarrada a un zapato solitario)

Comprendiéndolo y todo, coronel

y todo, en el sentido llorante de esta voz,

me hago doler yo mismo, extraigo tristemente,

por la noche, mis uñas;

luego no tengo nada y hablo solo,

reviso mis semestres

y para henchir mi vértebra, me toco.

4. Ello es el lugar donde me pongo… (1939)

Es uno de los poemas de César Vallejo que explora la naturaleza de la vida cotidiana, la identidad personal y la lucha interna entre el conformismo y la aspiración. A través de una serie de reflexiones íntimas y meditaciones sobre la vida, el poeta parece contemplar su propia existencia y la búsqueda de significado en lo mundano.

Ello es que el lugar donde me pongo

el pantalón, es una casa donde

me quito la camisa en alta voz

y donde tengo un suelo, un alma, un mapa de mi España.

Ahora mismo hablaba

de mí conmigo, y ponía

sobre un pequeño libro un pan tremendo

y he, luego, hecho el traslado, he trasladado,

queriendo canturrear un poco, el lado

derecho de la vida al lado izquierdo;

más tarde, me he lavado todo, el vientre,

briosa, dignamente;

he dado vuelta a ver lo que se ensucia,

he raspado lo que me lleva tan cerca

y he ordenado bien el mapa que

cabeceaba o lloraba, no lo sé.

Mi casa, por desgracia, es una casa,

un suelo por ventura, donde vive

con su inscripción mi cucharita amada,

mi querido esqueleto ya sin letras,

la navaja, un cigarro permanente.

De veras, cuando pienso

en lo que es la vida,

no puedo evitar de decírselo a Georgette,

a fin de comer algo agradable y salir,

por la tarde, comprar un buen periódico,

guardar un día para cuando no haya,

una noche también, para cuando haya

(así se dice en el Perú —me excuso);

del mismo modo, sufro con gran cuidado,

a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos

poseen, independientemente de uno, sus pobrezas,

quiero decir, su oficio, algo

que resbala del alma y cae al alma.

Habiendo atravesado

quince años; después, quince, y, antes, quince,

uno se siente, en realidad, tontillo,

es natural, por lo demás ¡qué hacer!

¿Y qué dejar de hacer, que es lo peor?

Sino vivir, sino llegar

a ser lo que es uno entre millones

de panes, entre miles de vinos, entre cientos de bocas,

entre el sol y su rayo que es de luna

y entre la misa, el pan, el vino y mi alma.

Hoy es domingo y, por eso,

me viene a la cabeza la idea, al pecho el llanto

y a la garganta, así como un gran bulto.

Hoy es domingo, y esto

tiene muchos siglos; de otra manera,

sería, quizá, lunes, y vendríame al corazón la idea,

al seso, el llanto

y a la garganta, una gana espantosa de ahogar

lo que ahora siento,

como un hombre que soy y que he sufrido.

5. Hoy me gusta la vida mucho menos… (1939), uno de los poemas de César Vallejo sobre la existencia

La obra comienza con una afirmación ambivalente: el hablante admite que le gusta la vida menos en ese momento, pero al mismo tiempo siempre le gusta vivir. Esto refleja un estado emocional fluctuante o una apreciación compleja de la existencia.

Hoy me gusta la vida mucho menos,

pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.

Casi toqué la parte de mi todo y me contuve

con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada

y en estos momentáneos pantalones yo me digo:

¡Tanta vida y jamás!

¡Tantos años y siempre mis semanas!…

Mis padres enterrados con su piedra

y su triste estirón que no ha acabado;

de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,

y, en fin, mi ser parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente

pero, desde luego,

con mi muerte querida y mi café

y viendo los castaños frondosos de París

y diciendo:

Es un ojo éste; una frente ésta, aquélla… Y repitiendo:

¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!

¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije

todo, parte, ansia, dice casi, por no llorar.

Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado

y que está bien y está mal haber mirado

de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,

porque, como iba diciendo y lo repito,

¡tanta vida y jamás y jamás! ¡Y tantos años,

y siempre, mucho siempre, siempre siempre!

6. Piensan los viejos asnos

Es uno de los mejores poemas de César Vallejo, el cual sugiere una mezcla de admiración, nostalgia y un sentido de impotencia ante la muerte o la pérdida de alguien significativo.

Ahora vestiríame

de músico por verle,

chocaría con su alma, sobándole el destino con mi mano,

le dejaría tranquilo, ya que es un alma a pausas,

en fin, le dejaría

posiblemente muerto sobre su cuerpo muerto.

Podría hoy dilatarse en este frío,

podría toser; le vi bostezar, duplicándose en mi oído

su aciago movimiento muscular.

Tal me refiero a un hombre, a su placa positiva

y, ¿por qué no? a su boldo ejecutante,

aquel horrible filamento lujoso;

a su bastón con puño de plata con perrito,

y a los niños

que él dijo eran sus fúnebres cuñados.

Por eso vestiríame hoy de músico,

chocaría con su alma que quedóse mirando a mi materia…

¡Mas ya nunca veréle afeitándose al pie de su mañana;

ya nunca, ya jamás, ya para qué!

¡Hay que ver! ¡qué cosa cosa!

¡qué jamás de jamases su jamás!

7. Me viene, hay días, una gana ubérrima, política… (1939)

Expresa un deseo sincero de amar, apoyar y contribuir al bienestar de las personas, revelando una actitud generosa y comprensiva hacia el mundo y la humanidad en general.

Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,

de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,

y me viene de lejos un querer

demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,

al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,

a la que llora por el que lloraba,

al rey del vino, al esclavo del agua,

al que ocultóse en su ira,

al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma.

Y quiero, por lo tanto, acomodarle

al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;

su luz, al grande; su grandeza, al chico.

Quiero planchar directamente

un pañuelo al que no puede llorar

y, cuando estoy triste o me duele la dicha,

remendar a los niños y a los genios.

Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo

y me urge estar sentado

a la diestra del zurdo, y responder al mudo,

tratando de serle útil en

lo que puedo, y también quiero muchísimo

lavarle al cojo el pie,

y ayudarle a dormir al tuerto próximo.

¡Ah querer, éste, el mío, éste, el mundial,

interhumano y parroquial, provecto!

Me viene a pelo,

desde el cimiento, desde la ingle pública,

y, viniendo de lejos, da ganas de besarle

la bufanda al cantor,

y al que sufre, besarle en su sartén,

al sordo, en su rumor craneano, impávido;

al que me da lo que olvidé en mi seno,

en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros.

Quiero, para terminar,

cuando estoy al borde célebre de la violencia

o lleno de pecho el corazón, querría

ayudar a reír al que sonríe,

ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,

cuidar a los enfermos enfadándolos,

comprarle al vendedor,

ayudarle a matar al matador —cosa terrible—

y quisiera yo ser bueno conmigo

en todo.

8. Considerando en frío, imparcialmente… (1939)

Este es uno de los poemas de César Vallejo que explora de manera introspectiva y a veces irónica la condición humana, presentando una visión comprensiva y ambivalente del ser humano. El autor reflexiona sobre la complejidad y las paradojas de la existencia humana, mostrando una mezcla de observación objetiva junto a emociones personales.

Considerando en frío, imparcialmente,

que el hombre es triste, tose y, sin embargo,

se complace en su pecho colorado;

que lo único que hace es componerse

de días;

que es lóbrego mamífero y se peina…

Considerando

que el hombre procede suavemente del trabajo

y repercute jefe, suena subordinado;

que el diagrama del tiempo

es constante diorama en sus medallas

y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,

desde lejanos tiempos,

su fórmula famélica de masa…

Comprendiendo sin esfuerzo

que el hombre se queda, a veces, pensando,

como queriendo llorar,

y, sujeto a tenderse como objeto,

se hace buen carpintero, suda, mata

y luego canta, almuerza, se abotona…

Considerando también

que el hombre es en verdad un animal

y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza…

Examinando, en fin,

sus encontradas piezas, su retrete,

su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo…

Comprendiendo

que él sabe que le quiero,

que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente…

Considerando sus documentos generales

y mirando con lentes aquel certificado

que prueba que nació muy pequeñito…

le hago una seña,

viene,

y le doy un abrazo, emocionado.

¡Qué más da! Emocionado… Emocionado…

9. Amor prohibido (1918), uno de los poemas de César Vallejo que trata el tema del amor

En los siguientes versos se percibe tensión entre el amor apasionado y las normas sociales o religiosas, así como la conexión profunda entre el poeta y el ser amado, incluso en medio de lo que podría ser percibido como tabú o prohibido.

Subes centelleante de labios y de ojeras!

Por tus venas subo, como un can herido

que busca el refugio de blandas aceras.

Amor, en el mundo tú eres un pecado!

Mi beso en la punta chispeante del cuerno

del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Espíritu en el horópter que pasa

¡puro en su blasfemia!

¡el corazón que engendra al cerebro!

que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.

¡Platónico estambre

que existe en el cáliz donde tu alma existe!

¿Algún penitente silencio siniestro?

¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!

… Y saber que donde no hay un Padrenuestro,

el Amor es un Cristo pecador!

10. El poeta a su amada (1918)

Utiliza imágenes religiosas y simbólicas para describir su relación y el sentido de unidad entre ellos. Además, hace parte de la lista de los mejores poemas de César Valleja que aborda el tema del amor humano.

Amada, en esta noche tú te has crucificado

sobre los dos maderos curvados de mi beso;

y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,

y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,

la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.

En esta noche de setiembre se ha oficiado

mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;

se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;

y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;

ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura

los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

¿Quién fue César Vallejo?

quien fue cesar vallejo

¿Sabes quién fue César Vallejo? Pues bien, César Vallejo fue un destacado poeta y escritor peruano nacido en Santiago de Chuco en 1892. Su vida estuvo marcada por experiencias de superación, compromiso social y lucha por la justicia.

A pesar de enfrentar desafíos económicos, logró ingresar a la Facultad de Letras de la Universidad de Trujillo, aunque tuvo que abandonar sus estudios debido a problemas financieros. Más tarde, retomó su educación y se graduó con una tesis sobre el romanticismo en la poesía castellana.

Su vida fue tan extensa al igual que sus éxitos, por lo tanto, hemos resumido la vida de César vallejo en la siguiente cronología:

  • 1918: Publicación de «Los Heraldos Negros», una colección de poemas explorando la oscuridad y angustia humana. Muerte de su madre y regresó a Trujillo.
  • 1920: Injustamente encarcelado durante cerca de cuatro meses por acusaciones relacionadas con artículos socialistas.
  • 1922: Publicación de su obra maestra «Trilce», conocida por su estilo vanguardista, inspirada en su tiempo en prisión.
  • 1923: Viaje a Europa, trabaja como periodista y tiene relaciones con influyentes escritores como Pablo Neruda y Vicente Huidobro.
  • 1927: Matrimonio con Georgette Vallejo.
  • 1930: Publicación de una segunda edición de «Trilce» en Madrid.
  • 1936: Fundación del Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española durante la Guerra Civil Española junto a Pablo Neruda.
  • 1931-1937: Escritura de obras teatrales, cuentos y una serie de poemas de César Vallejo, posteriormente recopilados en «Poemas humanos».

César Vallejo falleció el 15 de abril de 1938 en París, en un Viernes Santo lluvioso, como expresó en su poema «Piedra negra sobre piedra blanca». Su legado poético sigue siendo significativo, reconocido por su estilo innovador y su compromiso con temas sociales y políticos de su época.

Entonces, ¿te han gustado los poemas de César Vallejo? ¿Conoces todos los libros de César Vallejo? En Frases de la vida esperamos conocer tus recomendaciones.